} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS EFESIOS Capítulo 5;1-2

lunes, 12 de agosto de 2024

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS EFESIOS Capítulo 5;1-2

 

 

Efesios 5:1-2

1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

 

1. Sed, pues, imitadores. Pablo les pone a sus amigos cristianos el listón más alto del mundo: les dice que deben seguir el ejemplo de Dios. Clemente de Alejandría habría de decir más tarde sin ambages que el verdadero sabio cristiano practica el ser Dios. Cuando Pablo hablaba de seguir el ejemplo estaba usando un lenguaje que debían entender muy bien los sabios de Grecia. Mímésis, imitación, era lo más importante del aprendizaje de un orador. Los maestros de retórica enseñaban que el aprendizaje de la oratoria dependía de tres cosas: teoría, imitación y práctica. La parte principal de su entrenamiento era el estudio y la imitación de los maestros que los hubieran precedido. Es como si Pablo dijera: " Si os estuvierais preparando para ser oradores, se os diría que imitarais a los maestros de la palabra. Como os estáis preparando para la vida, debéis seguir el ejemplo del Señor de la verdadera vida.»

Por encima de todo, el cristiano debe imitar el amor y el perdón de Dios.

El mismo principio se sigue y refuerza con la consideración de que los hijos deben ser como su padre. Nos recuerda que somos hijos de Dios y que, por lo tanto, debemos, en la medida de lo posible, parecernos a Él en actos de bondad. Es imposible no darse cuenta de que la división de capítulos, en el presente caso, es particularmente desafortunada, ya que ha separado partes del tema que están muy estrechamente relacionadas. Entonces, si somos hijos de Dios, debemos ser seguidores de Dios. Cristo también declara que, a menos que mostremos bondad a los indignos, no podemos ser hijos de nuestro Padre celestial.

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro

Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:44-45).

 

2. Y andad en amor, como también Cristo nos amó. Después de habernos llamado a imitar a Dios, ahora nos llama a imitar a Cristo, que es nuestro verdadero modelo. Debemos abrazarnos unos a otros con ese amor con el que Cristo nos abrazó, porque lo que percibimos en Cristo es nuestra verdadera guía.

 

Y se entregó a sí mismo por nosotros. Esta fue una prueba notable del amor más elevado.

Olvidándose, por así decirlo, de sí mismo, Cristo no perdonó su propia vida para redimirnos de la muerte. Si deseamos participar de este beneficio, debemos cultivar afectos similares hacia nuestros vecinos. No es que ninguno de nosotros haya alcanzado una perfección tan elevada, pero todos deben apuntar y esforzarse según la medida de sus capacidades.

 

 Ofrenda y sacrificio a Dios de olor fragante. Pablo usa una frase típica del Antiguo Testamento: " aroma de perfume,» que se remonta a una idea muy antigua, tanto como el sacrificio mismo. Cuando se ofrecía un sacrificio en el altar, el olor de la carne quemada subía al cielo, y el dios al que se le ofrecía el sacrificio se suponía que se deleitaba con ese olor. Un sacrificio que tuviera el aroma de un perfume era especialmente agradable y aceptable al dios al que se le ofrecía.

Pablo toma la frase que el tiempo había consagrado --casi cincuenta veces aparece en el Antiguo Testamento- y se la aplica al Sacrificio que Jesús Le presentó a Dios en la Cruz.

El Sacrificio de Jesús Le fue sumamente agradable a Dios.

¿Cuál fue ese Sacrificio? Fue una vida de perfecta obediencia a Dios y de perfecto amor a los hombres; una obediencia tan absoluta y un amor tan infinito que aceptaron la Cruz. Lo que dice Pablo es: «Seguid el ejemplo de Dios. Eso lo podéis hacer solamente amando a los hombres con el mismo amor sacrificial con que nos amó Jesús, y perdonándolos por amor como ha hecho Dios con nosotros.» Si bien esta declaración nos lleva a admirar la gracia de Cristo, se relaciona directamente con el tema presente. De hecho, ningún lenguaje puede representar plenamente las consecuencias y la eficacia de la muerte de Cristo. Este es el único precio por el cual somos reconciliados con Dios. La doctrina de la fe sobre este tema ocupa el rango más alto. Pero cuanto más extraordinarios sean los descubrimientos que nos han llegado sobre la bondad del Redentor, más fuertemente estamos ligados a su servicio. Además, podemos inferir de las palabras de Pablo que, a menos que nos amemos unos a otros, ninguno de nuestros deberes será aceptable ante los ojos de Dios. Si la reconciliación de los hombres, efectuada por Cristo, fue un sacrificio de un olor agradable, nosotros también seremos " Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; " (2 Corintios 2:15) cuando este santo perfume se extienda sobre nosotros. A esto se aplica el dicho de Cristo: deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda (Mateo 5:24).

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