Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
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que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria.
El sello del Espíritu Santo en el creyente
representa a la manera de una marca imborrable, señalando que nuestro corazón
le pertenece a Dios, no importando nuestra condición anterior, ni nuestra
condición presente.
2 Timteo 2:19 Pero el fundamento de
Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y:
Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
El
hecho de que seamos posesión de Dios significa que Él vendrá a buscar lo que le
pertenece. El Señor Jesucristo tiene hoy sobre la tierra una herencia preciosa
que el Padre le dio, ¿se olvidará de ella? Jamás.
El sello de Dios asegura nuestro corazón.
Ninguno que ha sido sellado por Dios podrá perderse.
Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi
voz, y yo las conozco, y me siguen,
28 y yo
les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Apocalipsis 9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de
la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los
hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes
No importa cuál sea el estado presente de un
creyente, la verdad no cambia, su realidad espiritual es segura, él es un hijo
de Dios, por tanto, le pertenece a Dios.
"¿Quién acusará a los escogidos de Dios?
Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada?… Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Rom. 8:33-35, 38-39).
¿Quiénes son los verdaderos hijos de Dios?
¿Los que suscriben tal o cual doctrina, los que poseen un gran caudal de
conocimiento bíblico? No necesariamente; lo que distingue a los hijos de Dios
es tener el sello del Espíritu Santo. El sello del Espíritu de Dios significa
que Dios dice: "Este hijo es mío; lo reconozco; fue engendrado por mí;
tiene mis genes, mi misma naturaleza".
2 Pedro 1:4 “por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia;”
Nadie llega a ser hijo de Dios, sino por el
milagro del nuevo nacimiento, y esto, por el Espíritu Santo. No basta ser
criatura de Dios para ser un hijo de Dios. Todos los hombres son criaturas de
Dios, pero sólo son hijos aquellos que han sido engendrados por el Espíritu
Santo cuando reciben a Cristo en su corazón.
En los
manuscritos antiguos la palabra arrabon (arras) se refiere a menudo a cierta
cantidad de dinero dado por adelantado al comprar un animal o aun una esposa.
Así, el Espíritu es una señal o garantía de la gloria que vamos a recibir en el
futuro. Hoy tenemos una parte del todo, mañana tendremos el todo completo. La
gloria de hoy, aunque es maravillosa, será multiplicada mañana en la gloria de
Cristo. De todo esto nos habla el sello de Dios, que es el Espíritu Santo.
¡Maranatha!