} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: FIDELIDAD Y OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA

domingo, 20 de marzo de 2016

FIDELIDAD Y OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA

 
"El Señor DIOS me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos. El Señor DIOS me ha abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví atrás".
Isaías 50:4-5

Debemos tener presente que para poder enseñar la Palabra de Dios, ella misma muestra requisitos para ser aptos y preparados para enseñar eficazmente. 
En Isaías 50:4 al 5 hemos leido:
Al principio de nuestra vida como hijos de Dios es fundamental recibir la enseñanza y el alimento de la leche espiritual no adulterada de la Palabra (1 Pedro. 2:2), para crecer adecuadamente en el evangelio.   El cristiano que desea enseñar la Palabra de Dios, debe comprender que en el principio de su vida cristiana necesita ser instruido, no precisamente para enseñar, sino para ser edificado y alimentado. Nos habla de un proceso continuo, “mañana tras mañana” Es decir que el cristiano siempre necesita escuchar y aprender de la Palabra de Dios, para vivirla y enseñarla. A pesar de que la Biblia indica que debemos aprender continuamente, hay quienes consideran que después de determinado tiempo de recibir alguna instrucción o determinados cursos bíblicos o teológicos, ya no necesitan aprender nada más.
Despierta mi oído para escuchar como los discípulos 
Despertar se traduce del hebreo “ur” que, entre otras cosas, significa: Avivar, levantar, mover y ser triunfante. Despertar es interrumpir el sueño a quien está durmiendo. Renovar o traer a la memoria algo ya olvidado. Hacer que alguien vuelva sobre sí o recapacite.
El Señor despierta nuestros oídos para “escuchar”; escuchar es dar atención a lo que se oye, dar oídos, atender al aviso, consejo o sugerencia. La importancia de esto radica en que hay personas que no escuchan la enseñanza o el consejo de la Palabra de Dios, sino que únicamente la oyen, y no la atienden ni la retienen.
La frase “como los discípulos” se refiere a que, para enseñar bien la Palabra de Dios, tuvimos que haber sido discípulos, escuchando la Palabra a los pies de un maestro. Es decir, que se debió y debe ser instruido, se debió y debe ser enseñado y, se debió y debe ser discípulo. No es extraño encontrar a quienes pretenden ser maestros, pero nunca fueron discípulos, es decir, no se sentaron a aprender doctrina y ser instruidos por algún ministro de Dios; por lo que su enseñanza es dudosa. La persona que desea anseñar, primero debe ser discípulo para aprender, entender y comprender doctrina. Debe aprender a interpretar la Biblia y no confundir los pasajes, tiempos, personajes y contextos bíblicos.
Alguien puede saberse de memoria Biblia, pero no necesariamente sabe entenderla. Esto lo vemos en los escribas, quienes sabían de memoria la ley; sin embargo, no pudieron interpretarla y para reconocer que Jesucristo era el mesías.
Discípulo, en el Nuevo Testamento, se traduce del griego “mathetes” y significa: aprendiz y alumno. Es el masculino del nombre mathano que significa “entender”. En el Nuevo Testamento significa un adihiriente que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta.
El discípulo se caracteriza porque tiene maestro, entiende, es aprendiz y alumno, veamos algunas definiciones:  
Entender: Tener idea clara de las cosas. Tener amplio conocimiento y experiencia en una materia determinada. Saber manejar o disponer algo para algún fin.
Alumno: Discípulo, respecto de su maestro, de la materia que está aprendiendo o de la escuela, colegio o universidad donde estudia. Persona criada o educada desde su niñez por alguno, respecto de este.
Aprendiz: Persona que aprende algún arte u oficio. Persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial.

El Señor Dios me ha abierto el oído.
En Marcos 7:31-35 encontramos un ejemplo que nos explica porqué es necesario que el Señor abra nuestros oídos para escuchar como los discípulos, pues muestra que la consecuencia de abrirle los oídos al sordo y tartamudo, fue que desapareció el impedimento de su lengua y hablaba con claridad. ¿Cuanta necesidad tenemos de que el Señor abra nuestros oídos?... en primer lugar, para escuchar y comprender el significado de su Palabra, y luego para hablar con claridad, es decir, enseñar con claridad y correctamente, sin confundir a los que escuchan (2 Timoteo 2:15) 
No fui desobediente, ni me volví atrás.
De acuerdo al Word Study Bible & Reference, discípulo es una persona que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta; es decir, que bíblicamente un requisito que se debe cumplir para que la persona sea apta para enseñar correctamente es la obediencia. El cristiano que no ha sido discípulo y obediente, su enseñanza será sin sentido, es decir como un símbalo que retiñe (1 Corintios 31:1), que difícilmente podrá presentar defensa razonable de su fe en Cristo Jesús (1 Pedro. 3:15), y difícilmente tendrá el respaldo de Dios.

¡Maranatha!

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