Que una enseñanza correcta de
la salvación tiene que estar fundada en la soberanía de Dios,
la Escritura dice en Jonás
2:10 " La salvación
pertenece a Jehová”, pero la realidad es que Dios no salva a
todos y ante este hecho es que nos preguntamos ¿por qué no?
Las respuestas pueden variar
dependiendo de la teología que invoquemos, sin embargo la mayoría puede pensar
que la razón es que sean demasiado pecadores y muy depravados, ante este
razonamiento dejemos que la Biblia responda. "Palabra fiel y digna de ser recibida de todos:
que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores de los cuales yo soy el
primero”1
Timoteo. 1:15). Si estas palabras del apóstol Pablo indican que él
que era el primero de los pecadores, no hay razón alguna para que nadie sea
excluido por causa de su depravación.
Otros pueden pensar que tienen el corazón
demasiado duro para ser salvos. La Biblia aquí tiene algo que decir: " Y les daré un corazón y un espíritu
nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su
carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y
guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por
Dios “ (Ezequiel.11:19-20)
Esto lleva a declarar sin miedo a estar
equivocados que nosotros no somos salvos por aceptar a Jesucristo. Podemos aceptar
a Cristo cuantas veces queramos, pero esto no garantiza la salvación. Veamos
porque decimos que no basta que las personas digan que son salvas porque hayan
declarado haber aceptado a Jesucristo, dejemos que la Biblia nos diga lo que
realmente es ser salvo.
Dios demanda que usted crea en
Jesucristo. ”Y este es el mandamiento: Que creamos
en el nombre de su hijo'(1 Juan. 3:23) "He manifestado tu nombre a los
hombres que del mundo me diste; tuyos eran y me los diste, y han guardado tu
palabra” (Juan.
17:7). Sabemos que nadie puede creer en Cristo si antes Dios no
les da vida: " Aún estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente
con Cristo (por gracia sois salvos); Porque por
gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe” (Efesios.2:5,8,9).
También el Señor dice: "Ninguno puede venir a mi, si el
Padre que me envió no le trajere y yo le resucitaré el día postrero” Francamente nuestro trabajo como
cristianos es solamente llevar el Evangelio fielmente para que puedan creer.
Al nosotros influenciar de alguna manera a
las personas para que acepten a Jesucristo y las mismas respondiendo a nuestro
"llamado' y lo hacen, lo que sucede es que dichas personas quedan sin entendimiento
porque no fue el llamado del Padre (Juan. 6:44) sino el de nosotros queriendo ayudar a Dios. Aunque esto se haga con muy
buena intención, no lo dudo que así sea, eso no
tiene ningún valor concerniente a la salvación, porque
con nuestra acción estamos tratando de hacer un trabajo que le
corresponde a Dios.
El día de Pentecostés Pedro
predicó un poderoso sermón a cuantos estaban congregados, y
cuando terminó, no le preguntó a los oyentes si ellos querían o no aceptar
a Cristo, sino que fue el Espíritu Santo el que se encargó de
tocar sus corazones y entonces creyeron. (Hechos. 2:36-41).
Otro hecho, es el del Etíope, en este caso
Felipe no insistió a que él aceptara a Jesucristo, más bien fue el Etíope quien
habló primero después que escuchó el mensaje y creyó de todo corazón. (Hechos.
8:26-39).
También el libro de los Hechos nos relata el caso de Cornelio, en el capítulo 10 versículos 44-48. Aquí podemos ver que mientras Pedro predicaba el mensaje
del evangelio, descendió el Espíritu Santo sobre los que allí estaban
congregados. Es de notar que no hubo ninguna sugerencia de Pedro al grupo de
personas alli reunidas para que aceptarán a Jesucristo como su salvador, en su
lugar fue el Espíritu Santo el que hizo la obra en ellos.
Analicemos finalmente otro caso: Hechos 16:13-15. Mientras Pablo le predicaba a un grupo de mujeres que se habían reunido
junto al río, donde se acostumbraba a orar, dice el texto que:
"Dios abrió el corazón de Lidia, para que estuviera atenta al mensaje. El
resultado fue que esta mujer recibió el bautismo y dio testimonio de
haber alcanzado la salvación.
¿POR QUIEN MURIÓ CRISTO?
Estoy seguro que no tengo que argumentar
sobre el hecho de que el Padre tenía un propósito determinado al entregarlo a
la muerte, o que el Hijo tenía un designio definido antes de poner su vida. (Hechos.15:18). ¿Por quién murió Cristo? ¿A quiénes se proponía redimir? No hay duda de
que el Señor tenía un designio determinado y absoluto ante El cuando fue a la
cruz. Sí lo tenía, podemos decir por necesidad el alcance que abarcaba dicho
propósito, tenía que una determinación absoluta de que Cristo abarcaría toda la
humanidad, entoces ciertamente toda la humanidad se salvaría.
Aquellos que han querido escapar a esta
inevitable conclusión, han afirmado que tal determinación no existía
ante Cristo, que su muerte era una provisión condicional de salvación para toda
la humanidad.
Nuestra respuesta como siempre es acudir a la Biblia, veamos esta
promesa de Dios hecha al Hijo mucho antes de su encarnación: " Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimientos. Cuando haya puesto su
vida en expiación por el pecado verá linaje, vivirá por largos días, y la
voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de
su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo
a muchos y llevará las iniquidades de ellos” (Isaias.
53:10,11). De la única manera que Cristo podía justificar a muchos era si
había una provisión efectiva de que algunos le recibieran como su Salvador. Al
mismo tiempo insistir que Jesús se propuso salvar realmente a toda la
humanidad, es acusarle a El que es omnisciente, de algo que ningún ser
humano inteligente debe cometer, o sea que el sabía que eso nunca
ocurriría. Por tanto no nos queda más que una alternativa, que el propósito
determinado de su muerte es que Cristo murió por su Iglesia, o sea por sus
elegidos. En otras palabras, Cristo no murió para hacer posible la
salvación de toda la humanidad, sino para hacer segura la salvación de
aquellos que el Padre le ha dado, en segundo lugar, Cristo murió no simplemente
para que las personas recibieran el perdón de los pecados, sino "...para quitar de en medio al
pecado'(Hebreos.
9:26).
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