} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: Proverbios 11:1-31

jueves, 3 de marzo de 2016

Proverbios 11:1-31

Proverbios 11:1-31

11.1 No importa cuán a la ligera se tome el peso recortado o la medida falsa, y lo común que sea este delito, es abominación a Dios

11.2-3 Al considerar lo seguro, silenciosos y fáciles son los humildes, vemos que en el humilde hay sabiduría. Los principios de un hombre honesto son permanentes, por lo tanto su camino es claro.

11.4 Día de la ira se refiere a la muerte o al tiempo cuando Dios pida cuentas a todas las personas. En el día del juicio, cada uno comparecerá solo, responsable de todas sus acciones. Las riquezas no serán sustituto para el hombre en el día de su muerte.
 En ese momento, ninguna cantidad de riquezas comprará la reconciliación con Dios. Solo contará nuestro amor y obediencia a El.

11.5-6 Los caminos de la iniquidad son peligrosos. El pecado es un castigo en sí. Los caminos de la iniquidad son peligrosos. El pecado es un castigo en sí.


11.7, 8 Este versículo, al igual que 10.3, hace un contraste entre los dos caminos de la vida, pero no tiene el propósito de aplicarlo en forma universal a todas las personas en cada circunstancia. No significa que el pueblo de Dios nunca tendrá problemas o luchas. Si una persona sigue la sabiduría de Dios, sin embargo, El puede rescatarla del peligro, mientras que el impío caerá en sus propias trampas. Aun si una persona buena sufre, puede tener la certeza que a la larga recibirá el rescate de la muerte eterna.

11.9 Las palabras pueden usarse ya sea como armas o como herramientas, hiriendo relaciones o edificándolas. Es triste, pero a menudo es más fácil destruir que construir, y mucha gente han usado más comentarios destructivos que edificantes. Todas las personas con las que se encuentre hoy bien pueden ser o un lugar de demolición o una oportunidad para construir. Sus palabras le distinguirán. ¿Serán armas de destrucción o herramientas de construcción?

11.10-13 Las naciones prosperan cuando son desechados los malos.


11.14 Un buen líder necesita y utiliza consejeros sabios. La perspectiva y el entendimiento de una persona se ve severamente limitado. Quizás no tenga todos los hechos ni lo pueden cegar los prejuicios, las impresiones erróneas ni las emociones. Para ser un buen líder en casa, en la iglesia o en el trabajo, busque el consejo de los demás y sea receptivo a sus sugerencias. Luego, después de considerar todos los hechos, haga su propia decisión.  

11.15-19 La justicia conduce a la vida porque quien la sigue vive a plenitud cada día. Además, por lo general tiene una vida más larga cuando lo hacen bien debido a dietas adecuadas, ejercicio y descanso. También, los que van hacia la vida eterna no necesitan temer a la muerte (Juan 11:25). Por contraste, el malvado no solo va tras la muerte eterna, sino además no sigue la verdadera vida en la tierra. Retiene echa mano de ella como un apoyo. La honra es así a la débil mujer de tanto valor como las riquezas a los hombres.


11.20-23 El atractivo físico sin la razón pronto se marchita. Debemos buscar las cualidades que nos ayuden a tomar decisiones sabias, no solo las que mejoran la apariencia. El perverso no solamente se busca problemas por ley natural, sino porque suscita la ira de Dios.
No todos los que tienen una buena figura son agradables para convivir o trabajar con ellos. No es malo cuidar el cuerpo y la apariencia, pero también necesitamos desarrollar nuestra habilidad para pensar. El poder combinado de los malos no puede librarlos del justo castigo, mientras que los hijos de los justos, sin auxilio, hallan liberación por razón de sus relaciones piadosas (Salmo 37:25-26). Las joyas a menudo se llevaban pendientes de la nariz (Génesis 24:47; Isaias 3:21). Un cerdo así adornado repugna menos que una mujer hermosa e indiscreta.

11.24, 25 Estos dos versículos presentan una paradoja: nos volvemos ricos al ser generosos. La generosidad hace prosperar a la gente; la tacañería la empobrece.
 El mundo dice que se guarde todo lo posible, pero Dios bendice a los que dan con liberalidad de sus posesiones, tiempo y energías. Cuando damos, Dios nos suple cada vez más para que demos más. También, dar nos ayuda a obtener una buena perspectiva de nuestras posesiones. Para comenzar, nos damos cuenta de que nunca fueron realmente nuestras, sino que Dios nos las dio a fin de utilizarlas en ayudar a otros. ¿Qué obtenemos entonces al dar a otros? Libertad de la esclavitud de nuestras posesiones, el gozo de ayudar a los demás y la aprobación de Dios. La dadivosidad  así, por la bendición de Dios, logra un incremento, mientras que la mezquindad, en vez de la ganancia esperada, procura la pobreza.

11.26-29 Uno de los recursos más grandes que Dios nos da es la familia. Nos proporciona aceptación, aliento, dirección y consejo. Ocasionar problemas a la familia, ya sea por ira o por un deseo exagerado de independencia, es una necedad porque nos privamos de todo lo que ella nos proporciona. En su familia, luche por la sanidad, comunicación y comprensión. El avaro pierde el buen nombre, aun cuando ahorre el grano.

11.30 Una persona sabia es un modelo de una vida llena de significado. De las obras del justo resultan bendiciones para otros. Como un árbol atrae gente a su sombra, su sentido de propósito atrae a otros que quieren conocer cómo también ellos pueden encontrar su significado. Obtener sabiduría para sí mismo, entonces, puede ser el primer paso para guiar a la gente a Dios. Esto es importante porque nos mantiene en contacto con Dios mientras que ofrece a los demás vida eterna. Por su avidez de ganancia aunque tenga éxito, sus ganancias no le son de verdadero valor. De modo que el insensato, que obra así, o se verá empobrecido, o atesora para el provecho de otros. El sabio ganará no sólo lo temporal, sino también lo eterno.

11.31 Contrario a la opinión popular, nadie peca y se sale con la suya. El justo recibe recompensa por su fe. Al impío se le castiga por sus pecados. No piense ni por un momento que "no importa", ni que "nadie lo sabrá", ni que "no nos atraparán" (1Pedro 4:18).


¡Maranatha!

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