} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: Proverbios 9:1-18

miércoles, 2 de marzo de 2016

Proverbios 9:1-18



 1-12. Las siete columnas son en sentido figurado. No se refieren a siete principios de la sabiduría. En la Biblia, el número siete representa totalidad y perfección. Este versículo establece poéticamente que la sabiduría no carece de nada: es completa y perfecta.
 La sabiduría y la insensatez (necedad) se ilustran en este capítulo como unas jóvenes rivales, cada una preparando una fiesta e invitando a las personas. Sin embargo, la sabiduría es una mujer de carácter responsable, mientras que la insensatez es una prostituta que sirve comida robada. La sabiduría apela primero a la mente, la insensatez a los sentidos. Es más fácil estimular los sentidos, pero el gozo de la insensatez es temporal. En contraste, la satisfacción que da la sabiduría dura para siempre.

  El banquete descrito en este capítulo presenta algunos paralelos importantes con el banquete que Jesús describió en una de sus parábolas (Lucas 14:15-24). Quizás muchos querían ir, pero nunca lo hicieron porque les desvió algo que en ese momento les pareció importante. No permita que nada se vuelva más importante que su búsqueda de Dios.

  ¿Quieres saber si eres un escarnecedor (burlador) o un sabio? Lo puedes saber por la forma en que respondes a la crítica. En vez de contestar rápida y agresivamente o devolver con astucia la crítica, escucha lo que se te está diciendo. Aprende de tus críticos, este es el camino a la sabiduría. La sabiduría comienza cuando conocemos a Dios. Le da un propósito a la vida porque El la creó. Conocer a Dios no solo es saber datos sobre su persona, sino permanecer en temor reverente y tener comunión con El. ¿Quieres en verdad ser sabio? Conoce cada vez más a Dios. (Santiago 1:5; 2Pedro 1:2.)
Cristo ha preparado ordenanzas a las cuales se recibe a su pueblo, y por las cuales aquí se alimentan los que creen en Él, y además reciben mansiones celestiales en el más allá. Los ministros del evangelio siguen invitando a los huéspedes. El llamamiento es general y no excluye a nadie que no se excluya por sí mismo. Nuestro Salvador no vino a llamar a los justos sino a los pecadores; no a los sabios según sus propios ojos, que dicen que ven. Debemos evitar la compañía y los placeres necios del impío o nunca disfrutaremos los placeres de la vida santa. Es vano procurar la compañía de los impíos con la esperanza de hacerles bien; es mucho más probable que seamos corrompidos por ellos. No basta con abandonar al necio; debemos juntarnos con los que andan en sabiduría. No hay verdadera sabiduría, sino en el camino de la religión, no hay vida verdadera, sino al final de este camino.
Aquí está la felicidad de quienes lo abrazan. El hombre no puede darle provecho a Dios; todo es para nuestro propio bien. Obsérvese la vergüenza y ruina de los que no lo respetan. Dios no es el Autor del pecado: y Satanás puede tentar solamente, no puede forzar. Tú llevarás la pérdida de aquello de que te burlaste: se agregará a tu condenación.

9.13-18 Hay algo hipnótico y tóxico en la maldad. Un pecado nos lleva a querer más. Una conducta pecaminosa parece ser más apasionante que la vida cristiana. De ahí que muchos echen a un lado todo pensamiento acerca del suntuoso banquete de la sabiduría  para comer la comida robada de la insensatez, la ramera. No te engañes: el pecado es peligroso. Antes de desear el fruto prohibido, echa un buen vistazo a quienes lo comieron y mira lo que les sucedió.  
¡Cuán diligente es el tentador para seducir al pecado a las almas desprevenidas! El placer sensual carnal sella la conciencia y apaga las chispas de la convicción de pecado. Este tentador no tiene una razón firme que ofrecer; y donde ella consigue el dominio de un alma, se pierde y olvida todo conocimiento de las cosas santas. Ella es muy violenta y presionadora.
Tenemos que procurar y orar por la sabiduría verdadera, porque Satanás tiene muchas formas de alejar nuestra alma de Cristo. No sólo las lujurias mundanas y las seductoras abandonadas resultan fatales para el alma de los hombres; los falsos maestros con doctrinas que halagan el orgullo y dan libertad a las lujurias, destruyen a miles. Atraen especialmente a los que han recibido sólo impresiones serias parciales. Las profundidades de Satanás son abismos del infierno, y el pecado, sin remordimiento, es ruina, ruina sin remedio. Salomón muestra el anzuelo: quienes le creen no se meterán con la carnada. Contémplese el placer robado, engañoso, insatisfactorio, vacío y miserable que propone el pecado; nuestras almas deseen tanto el goce eterno de Cristo, que en la tierra vivamos para Él diariamente por fe, y no antes de mucho, con Él en la gloria.



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