Salmos 10:14
Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación, para dar la
recompensa con tu mano; A ti se acoge el
desvalido; Tú eres el amparo del
huérfano. 15 Quebranta tú el brazo del inicuo, Y persigue la maldad del malo hasta que no
halles ninguna. 16 Jehová es Rey eternamente y para siempre; De su tierra han perecido las naciones. 17 El deseo de los humildes oíste, oh
Jehová; Tú dispones su corazón, y haces
atento tu oído,
2Tesalonicenses 2:16
Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos
amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia,
Dios nos prepara el corazón para
orar, enciende deseos piadosos, fortalece nuestra fe más santa, fija los
pensamientos y suscita el afecto y luego en su gracia acepta la oración. La
preparación del corazón es del Señor, y debemos buscarlo a Él en medio del
sufrimiento, por el cuál, todo nacido de nuevo cultiva la paciencia tan
necesaria para saber esperar en el Señor.
Cuando te encuentres pobre, afligido, perseguido o tentado recuerda que Satanás es el príncipe de este mundo y que es el padre de todo lo impío.
Los hijos de Dios no podemos esperar bondad, verdad o justicia de las personas que crucifican cada día al Señor de la gloria. Pero este Jesús, una vez sufriente, reina ahora como Rey sobre toda la tierra, y de su dominio no habrá fin. Consagrémonos a Él, confiando humildemente en su misericordia. Él rescatará al creyente de toda tentación, y romperá el brazo de todo malvado opresor, y herirá dentro de poco a Satanás bajo nuestros pies. Pero solo en el cielo será eliminado todo pecado y tentación, aunque en esta vida cada nacido de nuevo probemos anticipadamente un bocado de nuestra liberación.
Cuando te encuentres pobre, afligido, perseguido o tentado recuerda que Satanás es el príncipe de este mundo y que es el padre de todo lo impío.
Los hijos de Dios no podemos esperar bondad, verdad o justicia de las personas que crucifican cada día al Señor de la gloria. Pero este Jesús, una vez sufriente, reina ahora como Rey sobre toda la tierra, y de su dominio no habrá fin. Consagrémonos a Él, confiando humildemente en su misericordia. Él rescatará al creyente de toda tentación, y romperá el brazo de todo malvado opresor, y herirá dentro de poco a Satanás bajo nuestros pies. Pero solo en el cielo será eliminado todo pecado y tentación, aunque en esta vida cada nacido de nuevo probemos anticipadamente un bocado de nuestra liberación.
Dios ve y toma nota de cada mala
acción, escucha nuestras súplicas y consuela nuestros corazones. La presencia
de Dios siempre está con nosotros. Podemos enfrentarnos a los malvados porque
no los enfrentamos solos. Dios está de nuestro lado.
Es fútil pensar que Dios hará caso omiso del pecado, por longánime que sea; pues Él escudriña y ve todas las maldades, que caerán bajo su castigo providencial. A veces el malvado no puede ser sujetado por el justo en la sociedad y sale airoso de la justicia del hombre, la confianza en la justicia divina se convierte en nuestra única esperanza.
Es fútil pensar que Dios hará caso omiso del pecado, por longánime que sea; pues Él escudriña y ve todas las maldades, que caerán bajo su castigo providencial. A veces el malvado no puede ser sujetado por el justo en la sociedad y sale airoso de la justicia del hombre, la confianza en la justicia divina se convierte en nuestra única esperanza.
Podemos y debemos dirigir
nuestras oraciones no sólo a Dios Padre por medio de nuestro Señor Jesucristo,
sino también a nuestro Señor Jesucristo mismo. Debemos orar en su nombre a Dios,
no sólo como su Padre sino como nuestro Padre en Él y por medio de Él.
Manantial y fuente de todo el bien que tenemos o esperamos es el amor de Dios
en Cristo Jesús. Hay buenas razones para grandes bendiciones, para los nacidos
de nuevo por una buena esperanza por medio de la gracia. La gracia y la
misericordia gratuita de Dios son lo que nosotros esperamos y en las que
fundamos nuestras esperanzas, y no algún valor o mérito propio nuestro.
Mientras más placer tengamos en la palabra, las obras y los caminos de Dios,
más probablemente seremos preservados en ellas, pero si vacilamos en la fe y si
tenemos una mente que duda, vacilando y tropezando en nuestro deber, no es raro
que seamos extraños a los goces de la fe.
Debemos mantenernos aferrados y obedientes a la verdad de las enseñanzas de Cristo porque nuestras vidas dependen de eso.
Debemos mantenernos aferrados y obedientes a la verdad de las enseñanzas de Cristo porque nuestras vidas dependen de eso.
¡Nunca olvidemos la realidad de
su vida y amor!