} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIÓN 12 AGOSTO

miércoles, 12 de agosto de 2015

REFLEXIÓN 12 AGOSTO




  Salmos 119:105  Lámpara es a mis pies tu palabra,
 Y lumbrera a mi camino.

Todo nacido de nuevo considera la absoluta autoridad de la Palabra de Dios como algo inalterable y firmemente asegurado en el cielo.  Lo eterno del dominio divino mediante su Palabra. Aunque los tiempos y las estaciones cambian y las costumbres sociales, las opiniones humanas y las orientaciones filosóficas varían, ello no afecta la permanencia o la autoridad de la Palabra de Dios. Dios es fiel en el ejercicio de su poder, en el cumplimiento de su promesa y las bendiciones de su Palabra, tanto como en su exigencia de justicia y juicio. Así como habló y la tierra fue creada y se sostiene, de la misma manera también ha hablado en cuanto a las leyes que rigen la vida. El relativismo del pensamiento humano no afecta su autoridad o sus normas.  Aunque la creación subsiste por su Palabra, todas las cosas creadas le sirven, el hombre contradice a menudo la autoridad del Creador. Pero, cualquiera que sea nuestra pasada rebelión, cuando acudimos a Cristo debe ocurrir una restauración de la Palabra de Dios como principio orientador de nuestras vidas.
Todos tenemos muy poca experiencia en la vida como para vivirla sin guía alguna. La Palabra de Dios es esa guía. El Salmo 119 revela múltiples aspectos de la Palabra de Dios, y muestra cuánto puede asistirnos en las circunstancias prácticas de la vida. Pero ningún versículo en particular aborda esto más claramente que el 105, donde la Palabra de Dios se compara a una lámpara que alumbra nuestro camino, dirige cada uno de nuestros pasos («a mis pies»), y brinda sabiduría a nuestros planes futuros («a mi camino»). Josué vincula la aplicación regular de la Palabra de Dios a la vida como el camino más seguro, tanto para el éxito como para la prosperidad.  Además, destaca la sabiduría que la Palabra de Dios ofrece al «simple», una verdad que advierte contra tomar decisiones basadas en sin razones o engaños humanos. También  nos recuerda que las correcciones que la Biblia contiene son parte de la «luz» que nos ofrece, tanto como cualquier otra afirmación positiva que podamos hallar en ella. Permitamos que la Palabra de Dios nos guíe, corrija, instruya, dirija, enseñe y confirme.
Jamás nos apresuremos a actuar sin ella.
La Palabra de Dios nos hace sabios. Más sabios que nuestros enemigos y que cualquier maestro que la olvida. La verdadera sabiduría va más allá de un conocimiento acumulado, es la aplicación de ese conocimiento para cambiar la vida. Las personas inteligentes o experimentadas, no son necesariamente sabias. Somos sabios cuando permitimos que nos guíe lo que Dios nos ha enseñado.

  Es obvio que si caminamos en la noche en medio del bosque necesitaremos una luz que nos impida tropezar con las raíces de algún árbol o caer en algunos hoyos. En esta vida, andamos a través de un bosque oscuro de maldad. No obstante, la Biblia puede ser la luz que nos muestre el camino hacia adelante para así no tropezar al caminar. Nos revela las raíces enredadas de filosofías y falsos valores.
Estudiemos la Biblia para que podamos ver nuestro camino con la suficiente claridad y así permanecer en la senda correcta.