} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIÓN 11 AGOSTO

martes, 11 de agosto de 2015

REFLEXIÓN 11 AGOSTO

¿Qué está consumado? La obra de la redención se había completado de una vez y para siempre; sus resultados serían permanentes. La Ley es cumplida, como nunca antes, ni después, en su “obediencia hasta la muerte, aun muerte de cruz”; la profecía mesiánica es cumplida; la redención es cumplida; “Él ha acabado la transgresión, y hecho reconciliación por la iniquidad, e introducido la justicia eterna, y sellado la visión y profecía, y ungido un lugar santísimo”. Él, Jesús, ha inaugurado el reino de Dios y dado nacimiento a un mundo nuevo. La deuda por el pecado humano ha sido una vez y por todas completamente pagada. El Señor completa la misión que había venido a realizar. Por la muerte de Jesús en la cruz, la deuda por el pecado de la humanidad ha sido completamente pagada, de una vez y para siempre.

La enseñanza de la palabra de moribundo con que Jesús entregó su espíritu: Consumado es; esto es, los consejos del Padre en cuanto a sus sufrimientos estaban ahora cumplidos. Consumado es: se cumplieron todos los tipos y las profecías del Antiguo Testamento que apuntaban a los sufrimientos del Mesías. Consumado es: la ley ceremonial es derogada, ahora vino la sustancia y todas las sombras se disipan. Consumado es: se puso fin a la transgresión y se ha introducido la justicia eterna. Sus sufrimientos estaban ahora terminados, tantos los de su alma como los de su cuerpo. Consumado es: la obra de la redención y salvación del hombre está ahora completada. Su vida no le fue quitada por la fuerza; libremente fue entregada.
Hasta ese momento, un sistema complicado de sacrificios se ofrecía por los pecados. El pecado separa al hombre de Dios y solo mediante el sacrificio de un animal, un sustituto, la gente podía recibir perdón de su pecado y llegar a obtener limpieza delante de Dios. Pero la gente peca continuamente, de modo que eran necesarios sacrificios frecuentes. Jesús, sin embargo, fue el sacrificio final por el pecado. Jesús vino a consumar la salvación de Dios a pagar la deuda total de nuestros pecados. Con su muerte, el complejo sistema sacrificial terminaba porque Jesús cargó con todos nuestros pecados. Ahora podemos acercarnos con libertad a Dios por lo que hizo a nuestro favor. Los que creemos en la muerte y resurrección de Jesús podemos vivir por la eternidad con Dios y escapar de la muerte que lleva consigo el pecado.

Durante las tres horas que continuaron las tinieblas, Jesús estuvo en agonía, luchando con las potestades de las tinieblas y sufriendo el desagrado de su Padre contra el pecado del hombre, por el cual ahora hacía ofrenda su alma. Nunca hubo tres horas como esa desde el día en que Dios creó al hombre en la tierra, nunca hubo una escena tan tenebrosa y espantosa; fue el punto sin retorno de ese gran asunto, la redención y salvación del hombre.
Cada creyente puede haber saboreado algunas gotas de amargura, pero sólo podemos formarnos una idea muy débil de la grandeza de los sufrimientos de Cristo. Sin embargo, de ahí aprendemos algo del amor del Salvador por nosotros los pecadores; de ahí obtenemos una convicción más profunda de la vileza y mal del pecado, y de lo que nosotros le debemos a Cristo, que nos libra de la ira venidera. Sus enemigos ridiculizaron perversamente su lamento. Muchos de los reproches lanzados contra la palabra de Dios y al pueblo de Dios, surgen, como aquí, de errores groseros.
Cristo habló con toda su fuerza, justo antes de expirar, para demostrar que su vida no se la quitaban, sino la entregaba libremente en manos de su Padre. Tuvo fuerzas para desafiar a las potestades de la muerte; y para mostrar que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo, siendo el Sacerdote y Sacrificio, y clamó a gran voz. Entonces, entregó el espíritu. El Hijo de Dios, en la cruz, murió por la violencia del dolor a que fue sometido. Su alma fue separada de su cuerpo y, así, su cuerpo quedó real y verdaderamente muerto. Fue cierto que Cristo murió porque era necesario que muriera. Se había comprometido a hacerse ofrenda por el pecado y lo hizo cuando entregó voluntariamente su vida. Jesús entregó voluntariamente su espíritu. Cristo estuvo en control absoluto de su vida hasta el último momento.

Cristo obró meritoriamente nuestra justificación y salvación por su muerte y pasión, pero el poder y la perfección de esas, con respecto a nosotros, depende de su resurrección. Por su muerte pagó nuestra deuda, en su resurrección recibió nuestra absolución. Cuando Él fue absuelto, nosotros en Él y junto con Él recibimos el descargo de la culpa y del castigo de todos nuestros pecados. 
Cuando creemos, ocurre un cambio. Damos a Cristo nuestros pecados y El nos da justicia y perdón. No hay nada que podamos hacer para ganarlo. Solo a través de Cristo recibimos la justicia de Dios.
¡Qué oferta más increíble para nosotros!
Muchos aún no la toman en cuenta y siguen "disfrutando" su pecado, haciendo caso omiso de su Palabra en la Biblia; burlándose, riéndose. Sigamos orando por ellos.
Al levantar a Cristo de entre los muertos, Dios anuncia tanto su aprobación de la obra redentora de Cristo ya consumada, como de todos los que creen, y por lo tanto están unidos al Señor en su resurrección.

Cristo consumó la obra de Salvación. ¿Acaso el hombre puede añadir algo más? No, tan solo repito e insisto una vez más, TENEMOS QUE OBEDECER y dejarnos de excusas. Conozco a Jesús, y sé que lo único que pide es obediencia. Él mismo es el más claro ejemplo de obediencia absoluta al Padre hasta el fin de cumplir su misión.

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