Como seres humanos estamos separados de Dios por el pecado, y sólo una
persona en el universo puede pararse entre nosotros y Dios y unirnos otra vez:
Jesús, que es Dios y hombre al mismo tiempo. El sacrificio de Cristo trajo
nueva vida a la humanidad. Jesús dio su
vida como rescate por nuestros pecados. Un rescate era el precio pagado para
liberar a un esclavo de su cautividad. Jesús, nuestro mediador, dio su vida a
cambio de la nuestra. El pagó con su muerte nuestra culpa por el pecado. Hay un solo Dios que es hacedor,
preservador y gobernador de todo. Jesucristo
es el que media entre Dios y nosotros. Él no se coloca como una tercera persona
entre Dios y nosotros, sino que revela al Padre y su bondad.
Hay un solo Mediador y ese Mediador se dio como rescate por todos.
Esta designación fue hecha para beneficio de los judíos y los gentiles de toda
nación; para que todos los que lo quieran puedan ir por este camino al trono de
la misericordia del Dios que perdona, a buscar reconciliación con Él.
El pecado había puesto enemistad entre Dios y nosotros; Jesucristo es
el Mediador que hace la paz. Él es el rescate que iba a ser conocido en el
tiempo establecido. En la época del Antiguo Testamento se habló de sus
sufrimientos y de la gloria que seguiría, como de cosas que serían reveladas en
los últimos tiempos. Los que somos salvados debemos llegar al conocimiento de
la verdad, porque ese es el camino designado por Dios para salvar pecadores: si
no conocemos la verdad no podemos obedecerla ni ser gobernados por ella.