} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA PALABRA DE DIOS PERMANECE PARA SIEMPRE

jueves, 27 de agosto de 2015

LA PALABRA DE DIOS PERMANECE PARA SIEMPRE


Isaias 24:20  Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.

Marcos 13:31  El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Los creyentes podemos ser empujados a las partes más remotas de la tierra, pero estaremos cantando, no suspirando. Quizás nos deprimamos por el mal que nos rodea. En esos momentos necesitamos asirnos de las promesas de Dios para el futuro y anhelar cantar alabanzas para El cuando restaure el cielo y la tierra.
Inestables, inciertas son todas estas cosas. Los mundanos piensan habitar en la tierra como en un palacio, como en un castillo; pero será quitada como una cabaña, como un alojamiento dispuesto para una noche. Caerá y no se volverá a levantar, pero habrá cielos y tierra nuevos en que nada habitará sino la justicia.
El pecado es una carga para toda la creación; es una carga pesada bajo la cual ahora gime, y al fin se hundirá. Dios visitará a los elevados que están hinchados en su grandeza, que se piensan fuera del alcance del peligro, por su orgullo y crueldad. Nosotros no juzguemos nada antes de tiempo, aunque algunos serán visitados. Nadie de este mundo estará seguro aunque su condición sea siempre próspera; ni nadie tiene que desesperarse aunque su condición sea muy deplorable. Dios será glorificado en todo esto.
Pero el misterio de la Providencia aún no está terminado. La ruina de los enemigos del Redentor debe dar lugar a su Reino y, entonces, el Sol de Justicia aparecerá en plena gloria. Felices los que aceptan la advertencia que hay en la sentencia contra otros; todo pecador impenitente se hundirá bajo su transgresión y no subirá más, mientras los creyentes disfrutaremos de bendición eterna.
Nuestro Señor Jesús, cuando ascendió a lo alto, dejó algo para que todos nacidos de nuevo hagamos. Siempre debemos estar vigilantes esperando su regreso. Esto se aplica a la venida de Cristo a nosotros en nuestra muerte y también al juicio general. No sabemos si nuestro Señor vendrá en los días de la juventud, en la edad mediana o en la vejez, pero, tan pronto como nacemos, empezamos a morir y, por tanto, debemos esperar la muerte. Nuestro gran afán debe ser que, cuando venga el Señor, no nos halle confiados, dándonos el gusto en comodidad y pereza, despreocupados de nuestra obra y del deber. A todos nos dice: Velad, para que seáis hallados en paz, sin mancha e irreprensibles. Esperar por el regreso del Señor no significa especular ociosamente acerca de cuánto falta para su venida, ni proponer fechas que el Padre no ha revelado. Tampoco nos da licencia para descuidar nuestras responsabilidades terrenales, y dejar de preocuparnos por hacer valer la autoridad del reino en la vida cotidiana.
El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán: Esta es la expresión más fuerte de la autoridad divina con que Jesús hablaba; no como Moisés o Pablo habrían podido decir de su propia inspiración, porque semejante lenguaje sería incongruente en alguna boca meramente humana.
En la actualidad, muchos temen la destrucción nuclear. Jesús nos dice, sin embargo, que si bien podemos estar seguros que la tierra pasará, la verdad de sus palabras jamás se cambiará ni abolirá. Dios y su Palabra proveen la única estabilidad en este mundo inestable.
¡Cuán miopes somos al gastar tanto de nuestro tiempo aprendiendo cosas de este mundo temporal y acumulando sus posesiones, mientras descuidamos la Biblia y sus verdades eternas!