¿Cuál fue nuestra
reacción la última vez que alguien nos acusó de hacer algo indebido? ¿Negar,
discutir y defendernos? La Biblia nos dice que el mundo permanece con la boca
cerrada y bajo el juicio de Dios poderoso. No cuenta con excusas ni argumentos.
¿Hemos llegado al punto con Dios en el
que estamos dispuestos a dejar de defendernos y esperar la decisión divina? Si
no es así, deténgámonos y reconozcamos el pecado delante de El.
La ley nos enseña que somos pecadores
desvalidos y debemos acudir a Jesucristo en busca de misericordia. El
código moral revelado en la ley nos puede guiar en nuestra forma de vivir
sosteniendo ante nosotros las normas morales de Dios. No ganamos la salvación
cumpliendo la Ley (nadie, excepto Cristo, cumplió o pudo cumplir la Ley a la
perfección), sino que agradamos a Dios cuando nuestras vidas se someten a su
voluntad revelada.
Después de
estas malas nuevas sobre nuestra pecaminosidad y la condenación de Dios, Pablo
nos da buenas nuevas. Hay una manera de declararnos inocentes: Cristo nos
limpia de pecados si confiamos en El. Confiar significa tener la seguridad de
que Cristo perdona nuestros pecados, nos hace justos delante de Dios y nos da
el poder para vivir como El quiere que lo hagamos. Esta es la solución de Dios
y está al alcance de todos a pesar de nuestros antecedentes o conducta pasada.
Algunos
pecados parecen ser mucho más grandes que otros porque sus consecuencias son
mayores. El homicidio, por ejemplo, nos parece que es peor que el odio, y el
adulterio al parecer es peor que la lujuria. Pero esto no significa que nos
merecemos la vida eterna porque nuestros pecados son de menor envergadura.
Cualquier pecado nos convierte en pecadores y nos aparta de nuestro Dios santo.
Cualquier pecado, por lo tanto, conduce a la muerte (porque nos incapacita para
vivir con Dios) por grande o pequeño que el pecado parezca. No minimicemos los
pecados "pequeños" ni valoremos con exceso los "grandes".
Todos nos separan de Dios, pero también todos pueden ser perdonados.
Justificado,
como ya hemos visto al inicio, significa declarados no culpables. Cuando en
la corte el juez declara inocente al acusado, se eliminan todos los cargos del
acta. Legalmente, es como si la persona jamás hubiera sido acusada. Cuando Dios
perdona nuestros pecados, limpia nuestros antecedentes penales. Desde su
perspectiva es como si nunca hubiéramos pecado.
Redención
se refiere a que Cristo libra a los pecadores de la esclavitud del pecado. En
los tiempos del Antiguo Testamento, a una persona con deudas podían venderla
como esclava. Luego el pariente más cercano podía redimirla comprando su
libertad. Cristo compró nuestra libertad. El precio fue su vida.
Cristo es
nuestro sacrificio expiatorio. En otras palabras, El murió en nuestro lugar por
nuestros pecados. El enojo de Dios con los pecadores es legítimo. Se rebelaron
contra El, se apartaron de su poder regenerador. Pero Dios declara que la
muerte de Cristo es el sacrificio designado y apropiado para nuestros pecados.
Cristo, pues, ocupó nuestro lugar, pagó la pena de muerte por nuestros pecados
y satisfizo a plenitud las demandas de Dios. Su sacrificio otorga perdón,
remisión y libertad.
¿Qué pasó
con los que vivían antes que Cristo viniera y muriera por el pecado? Si Dios
los condenó, ¿fue injusto? Si los salvó, ¿fue el sacrificio de Cristo
innecesario? Pablo muestra que Dios perdonó todo pecado humano en la cruz de
Jesús. Los creyentes del Antiguo Testamento por fe miraban a la futura venida
de Cristo y se salvaban aun sin saber el nombre de Jesús ni los detalles de su
vida terrenal. Nosotros ya sabemos que Dios amó de tal manera al mundo que dio
a su propio Hijo (Juan3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.).
¿Hemos
puesto nuestra confianza en El?
La mayoría
de las religiones prescriben ciertos deberes que deben cumplir quienes desean
que Dios los acepte. El cristianismo es único al enseñar que las buenas obras
no nos justifican ante Dios. No hay logro humano ni progreso en el desarrollo
personal que cierre la brecha que existe entre la perfección moral de Dios y
nuestra imperfecta conducta diaria. Las buenas obras son importantes, pero no
compran la vida eterna. Somos salvos solo por confiar en lo que Dios ha hecho
por nosotros (Efesios 2:8-10 Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie
se gloríe.
10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.).
¿Por qué
Dios nos salva solo por fe? La fe
elimina el orgullo del esfuerzo humano, porque la fe no es algo que hacemos. La fe
exalta lo que Dios ha hecho, no lo que la gente hace. La fe
reconoce que no podemos cumplir con la Ley ni medir las normas de Dios, y que
necesitamos ayuda. La fe se basa en nuestra relación con Dios, no
en lo que hagamos por Dios.
Para mayor claridad podemos examinar la
Palabra de Dios en la Biblia en:
Rom 3:23: Todos han
pecado.
Rom 6:23: La paga del
pecado es muerte.
Rom 5:8: Jesucristo
murió por el pecado.
Rom 10:8-10: Para que
nuestros pecados sean perdonados debemos creer y confesar que Jesús es el
Señor. La salvación se recibe a través de Jesucristo.
ELECCION Rom 9:10-13
La elección de Dios de un individuo o grupo para un propósito o
destino específico.
JUSTIFICACION Rom 4:25; Rom 5:18
El acto de Dios por el que se nos declara "sin culpa" de
nuestros pecados.
PROPICIACION Rom 3:25
La absolución del castigo de Dios por el pecado, gracias al sacrificio
perfecto de Jesucristo.
REDENCION Rom 3:24; Rom 8:23
Jesucristo pagó el precio y ahora somos libres. La paga del pecado es
muerte, Jesús pagó la deuda.
SANTIFICACION Rom 6:22; Rom 15:16
Ser cada vez más semejantes a Cristo mediante la obra del Espíritu
Santo en nuestro caminar diario, por medio de la obediencia a su Palabra.
GLORIFICACION Rom 8:18-19, Rom 8:30
Estado final del creyente que será semejante a Cristo después de la
muerte, cuando nos hallemos en su presencia(1Juan
3:2 Amados,
ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es.).