} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SANTIFICACIÓN, SALVACIÓN DE LA ESCLAVITUD DEL PECADO PRESENTE 2

viernes, 12 de diciembre de 2014

SANTIFICACIÓN, SALVACIÓN DE LA ESCLAVITUD DEL PECADO PRESENTE 2




  Podemos gozar de nuestra nueva vida en Cristo porque estamos unidos a El en su muerte y resurrección. Nuestros malos deseos, nuestra esclavitud al pecado y nuestro amor al pecado murieron con El. Ahora, unidos con El por fe en su resurrección, tenemos comunión inquebrantable con Dios y libertad para resistir el pecado.  

  El castigo del pecado y el poder que tenía sobre nuestras vidas murió con Cristo en la cruz. Nuestro "viejo hombre", lleno de pecado, murió de una vez por todas y ahora estamos libres de su poder. El "cuerpo del pecado" no es el humano, sino nuestra naturaleza rebelde amante del pecado heredada de Adán. A pesar de que nuestro cuerpo coopera voluntariamente con nuestra naturaleza pecaminosa, no debemos por ello considerarlo malvado. Lo que es malo es el pecado en nosotros. Y lo que se derrota es ese poder del pecado en acción en nuestros cuerpos. Pablo acaba de establecer que la fe en Cristo nos declara absueltos, "inocentes" ante Dios, enfatiza que ya no necesitamos una vida bajo el poder del pecado. Dios no nos saca del mundo ni nos convierte en robots. A veces sentiremos deseos de pecar y algunas veces lo haremos. La diferencia radica en que antes de ser salvos, éramos esclavos de nuestra naturaleza pecaminosa, pero ahora podemos elegir vivir para Cristo.
Fui fumador de cigarrillos, una cajetilla o dos a la semana desde los 18 años hasta los 31. Y sé la esclavitud que conlleva ese vicio. Cuando mi voluntad estaba dominada por la necesidad de nicotina, mi mente se sentía dominada y nada podía evitar que encendiera otro pitillo. Una persona, que conocía fumaba tres cajetillas diarias; vi como murió ahogado, axfisiado por falta de oxigeno; su aparato respiratorio fallaba, asma, tos, ahogos...vi como moría en vida.  Pedí ayuda al Señor para dejar aquella esclavitud, para limpiar su criatura. Y vaya si me ayudó. Recuerdo que ese día tenia un paquete en la mano, lo tiré a la papelera y desde entonces gracias a Dios, una esclavitud menos. Tuve que replantearme los habitos de vida; dejar de tomar café en lo bares, evitar zonas de fumadores, que en aquellos tiempos era permitido fumar menos en el quirófano creo que en todas partes. Según fueron pasando los días, mi naturaleza esclava del pecado fue cediendo a los impulsos de un cigarro, y fue sujetada, vencida, enterrada.
Así que nadie diga que no puede vencer una tentación, todo lo podemos con la ayuda del Espiritu Santo cuando estamos alimentándonos con la sana doctrina, cuando la obedecemos hasta desfallecer, cuando no podemos más, ahí sale el poder del Señor que suple aquellas fuerzas que no poseemos para que podamos continuar adelante, eliminando todo aquello que la Palabra de Dios en la Biblia refleja de nosotros y que no es compatible con la nueva criatura en Cristo Jesús.

Por la muerte y resurrección de Cristo, nosotros sus seguidores no tenemos por qué temer a la muerte. La seguridad que nos da nos permite disfrutar compañerismo con El y hacer su voluntad. Esto se reflejará en todas nuestras actividades: trabajo y adoración, distracción, estudio bíblico, meditación y servicio a otros. Cuando comprendo que no temo a la muerte, experimentaré un nuevo vigor en la vida, habré entendido la verdadera libertad que Cristo me ha ofrecido cuando lo acepté como Salvador y Señor. Debido a nuestra unión e identificación con Cristo, ya no estamos atados a esos viejos motivos, deseos y metas. Así que considerémonos según lo que Dios ha hecho en nosotros. Tenemos un nuevo comienzo y el Espíritu Santo nos ayudará a transformarnos cada día en lo que Cristo ha declarado que somos, nuevas criaturas; ahora que estamos unidos a Cristo, El es nuestro Señor y nos da poder para hacer lo bueno y evitar lo malo.

  En ciertos oficios, un aprendiz recibe instrucción de un "maestro" que lo prepara, modela y le enseña los secretos de su oficio. Todas las personas eligen un maestro y este lo moldea. Sin Jesús, no tendríamos opción; aprenderíamos a pecar y los resultados serían culpa, sufrimiento y separación de Dios. Gracias a Jesús, sin embargo, podemos ahora escoger a Dios como nuestro Maestro. Siguiéndole, disfrutaremos la nueva vida y aprenderemos los caminos del Reino. ¿Continuamos con nuestro primer maestro, el pecado? ¿O somos aprendices de Dios?
 Continúa...