} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA MEJOR RIQUEZA

viernes, 5 de diciembre de 2014

LA MEJOR RIQUEZA



En la Palabra de Dios en la Biblia podemos leer dos versículos que me hacen recordar el pasado, para tenerlo presente y con la ayuda de Dios no volver a caer. Estos versículos están en 1ª Timoteo 6:9-10:

 9  Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
 10  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Debemos anhelar irnos a aquel mundo donde reinan por siempre la santidad y el amor, y donde no habrá violencia ante nosotros. Dios tiene buenas razones para ser paciente con los malos y de reprender a los hombres buenos. Llegará el día en que el clamor del pecado será oído contra los que hacen el mal, y el clamor de la oración de quienes sufren el mal.
  Pero la mayoría de los hombres presumen de la continuada prosperidad o que las calamidades no llegarán en su tiempo. Ellos vencerán a todo el que se les oponga. Pero darse la gloria a uno mismo es una gran ofensa y ofensa corriente del pueblo orgulloso.

Sean como sean las cosas, Dios es el Señor, nuestro Dios, nuestro Santo. Gran consuelo es que, cualquiera sea la maldad que conciban los hombres, el Señor concibe el bien, y estamos seguros de que su consejo resistirá. Aunque la maldad pueda prosperar por un rato, Dios es santo y no aprueba esa maldad. Como Él mismo no puede hacer iniquidad, así sus ojos son muy puros como para contemplarla con aprobación. Por este principio debemos guiarnos, aunque las dispensaciones de su providencia puedan, por un tiempo, en algunos casos, parecernos que no concuerdan con eso.
Sabemos de la paciencia de Dios y como la sentencia contra las malas obras y malos obreros no es ejecutada velozmente, sus corazones están más plenamente dispuestos para hacer el mal. A algunos los toman como con anzuelo, uno por uno; otros, son tomados en las aguas bajas como con red y los reúne en su red, que todo lo encierra. Ellos admiran su propia destreza y capacidad inventiva, hay una gran proclividad en nosotros para adueñarnos de la gloria de la prosperidad externa.  
Dios terminará pronto los robos espléndidos y exitosos. La muerte y el juicio harán que los hombres cesen de ser predadores del prójimo, y serán sus propias presas. Recordemos que sin importar las ventajas que poseamos, debemos dar toda la gloria a Dios.

No debe contar como nuestro, más de lo que tenemos, de lo que obtenemos honestamente. Las riquezas no son sino barro, fango espeso; ¿qué son el oro y la plata, sino tierra amarilla y blanca? Los que pasan por el barro espeso son obstaculizados y ensuciados en su jornada; así son quienes pasan por el mundo en medio de la abundancia de riqueza. Qué necios los que se cargan con el cuidado continuo de ello; con muchísima culpa por conseguirla, ahorrarla y gastarla, ¡y con una pesada cuenta que deben rendir otro día! Se sobrecargan con este barro espeso y, así, se hunden en la destrucción y la perdición. Lo que se consigue del prójimo por la violencia, será quitado con violencia por otros.
La codicia ocasiona inquietud e incomodidad a la familia; el que ambiciona ganancia perturba su propia casa; lo que es peor, se acarrea la maldición de Dios para todos los asuntos de ella. Hay ganancia lícita que, por la bendición de Dios puede ser consuelo para una casa, pero lo que se obtiene por fraude e injusticia, traerá pobreza y ruina a una familia. Pero eso no es lo peor: Tú has pecado contra tu propia alma, la has puesto en peligro. Los que hacen mal a sus vecinos hacen un daño mucho más grande a sus propias almas. Si el pecador piensa que ha manejado con arte e ingenio sus engaños y su violencia, las riquezas y posesiones que haya amontonado, darán testimonio en su contra. No hay esclavos más grandes en el mundo que los que son esclavos de las puras empresas mundanas. ¿Y qué resulta de eso? Se hallan desilusionados de eso y desilusionados en eso; reconocerán que es peor que la vanidad, sea aflicción de espíritu. Dios manifiesta y magnifica su gloria manchando y hundiendo la gloria terrenal, y llena la tierra con el conocimiento de ella, tan abundantemente como las aguas cubren el mar, que son profundas y se esparcen lejos y ampliamente.
Caridad es dar un trago al que está necesitado, al que tiene sed y es pobre, o al viajero agotado o al que está listo para perecer; pero es maldad dar un trago al vecino, que puede dejarlo desnudo, descubrir preocupaciones secretas o arrastrarlo a un mal negocio, o para cualquiera de tales propósitos. Ser culpable de este pecado, complacerse en esto, es hacer lo que podemos para asesinar el alma y el cuerpo.  
   
Debemos estar en guardia contra las tentaciones de ser impacientes cuando estamos inquietos y confundidos con dudas sobre los métodos de la providencia. Cuando hemos derramado quejas y peticiones ante Dios, debemos observar las respuestas que Dios da por su palabra, su Espíritu, y providencia, lo que el Señor dirá a nuestro caso. Dios no desilusionará las expectativas de fe de los que esperan oír lo que Él les dirá. Todos son aludidos en las verdades de la palabra de Dios.
Aunque el favor prometido sea largamente postergado, al final llegará y nos recompensará abundantemente por esperar. El pecador humilde, de corazón quebrantado y arrepentido, solo busca obtener un interés en esta salvación. Descansará su alma en la promesa y en Cristo, en quién y por medio del cual le es dada. Así, pues, anda, trabaja, y vive por fe, persevera hasta el fin y es exaltado a la gloria; en cambio, los que desconfían de, o desprecian la absoluta suficiencia de Dios, no andarán rectamente con Él. El justo vivirá por la fe en estas preciosas promesas mientras se difiera su cumplimiento. Sólo los que son hechos justos por la fe, vivirán, serán felices aquí y para siempre.

Destruid las vides y las higueras y haréis que cese todo el gozo carnal. Pero los que disfrutaban a Dios en todos cuando estaban llenos, ahora vacíos y pobres, pueden disfrutar todo en Dios. Pueden sentarse sobre la pila de ruinas de sus consuelos humanos, y aun entonces alabar al Señor, como el Dios de su salvación, la salvación del alma, y regocijarse en Él como tal, en sus angustias más grandes. El gozo en el Señor es especialmente oportuno cuando nos topamos con pérdidas y cruces en el mundo. Aunque estén cortadas las provisiones, para demostrar que el hombre no vive solamente de pan, podemos ser abastecidos por la gracia y la consolación del Espíritu de Dios. Entonces seremos fuertes para la obra y la guerra espiritual, y con el corazón ensanchado podemos correr por el camino de sus mandamientos, y superar nuestros problemas. Y seremos exitosos en las empresas espirituales.
  Y así la fe en Cristo prepara para todo acontecimiento. El nombre de Jesús, cuando podemos hablar de él como nuestro, es bálsamo para toda herida, un cordial para toda preocupación. Es un ungüento derramado, que difunde fragancia a través de toda el alma. Con la esperanza de una corona celestial, soltemos todas las posesiones y comodidades terrenales, y soportemos alegremente cuando estemos debajo de las cruces. Aún un poquito y el que ha de venir vendrá y no tardará; donde Él esté, nosotros también estaremos.
Que demos la bienvenida a su salvación y que le adoremos en sus templos terrenales por medio de Cristo Jesús, y por la influencia del Espíritu Santo.