} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿EL PORQUÉ RECHAZAMOS NUESTRA CULPA?

lunes, 8 de diciembre de 2014

¿EL PORQUÉ RECHAZAMOS NUESTRA CULPA?




El domingo, durante el culto abierto a la participación de los hermanos en la Iglesia Evangélica Bonhome de Ourense, expuse lo que el versículo 12 en el capítulo 3 del Génesis había puesto en mi corazón. Para un hombre parco en palabras, expresarse en público es un reto, un hándicap. Gracias a Dios que me ayuda en esos momento, pues antes tenía un imán que me  impedía despegarme de mi asiento y ahora cuando me dice que hable, lo intento. Algún día, si Dios quiere, las palabras escritas podrán ser oídas para dar Alabanza y Gloria al Dios Creador en el nombre de mi Salvador y Señor Jesucristo.
Veamos lo que dice la Palabra de Dios en Génesis 3:9-15.
 9  Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
 10  Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
 11  Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
 12  Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
 13  Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
 14  Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
 15  Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

REFLEXIÓN


Satanás atacó a nuestros primeros padres para llevarlos a pecar, la tentación les resultó fatal. El tentador fue el diablo, en la forma y semejanza de una serpiente. El plan de Satanás era arrastrar a nuestros primeros padres al pecado y, así, poner separación entre ellos y Dios. De este modo el diablo fue desde el comienzo un homicida y gran obrador de maldades. La persona tentada fue la mujer: la táctica de Satanás fue entablar una conversación con ella mientras estaba sola. Hay muchas tentaciones en las que el estar a solas da gran ventaja al tentador; en cambio, la comunión de los santos cuida en gran medida la fortaleza y seguridad de ellos. Satanás sacó ventaja de hallar a la mujer sola cerca del árbol prohibido.
Satanás tentó a Eva para, a través ella, poder tentar a Adán. Su táctica es enviar las tentaciones por medios que no sospechamos, y por quienes tienen la mayor influencia sobre nosotros. Satanás puso en duda si era o no era pecado comer de este árbol. No dejó al descubierto su designio al comienzo, pero planteó una pregunta que parecía inocente. El que quiera estar a salvo debe cuidarse de no hablar con el tentador. Citó mal el mandamiento. Él habló en forma sarcástica. El diablo, así como es un mentiroso, es también un escarnecedor desde el principio y los escarnecedores son sus hijos. El arte de Satanás consiste en hablar de la ley divina como dudosa o irracional y, así, atrae la gente al pecado; nuestra sabiduría consiste en mantener firme nuestra creencia en el mandamiento de Dios y un elevado respeto por Él. ¿Conque Dios dijo: ¿No mentiréis, no tomaréis su nombre en vano, no os emborracharéis, etc.? Sí, estoy seguro que lo dijo, y está bien dicho, y, por su gracia, yo lo cumpliré.
El entablar esta conversación con la serpiente fue debilidad de Eva, por su pregunta debió notar que no tenía buenas intenciones, y por tanto, debió retroceder. Satanás enseña primero a los hombres a dudar y, luego, a negar. Les promete beneficios si comen de este fruto. Su objetivo es introducir el descontento con su estado presente, como si no fuera tan bueno como pudiera y debiera ser. Ningún estado por si mismo dará contento a menos que la mente sea puesta en ello.  
 Satanás se arruinó a sí mismo cuando deseó ser como el Altísimo, luego, procuró infectar a nuestros primeros padres con el mismo deseo para arruinarlos también. El diablo sigue aún atrayendo a la gente a su esfera de interés sugiriéndoles pensamientos malos acerca de Dios y falsas esperanzas de lograr beneficios por medio del pecado. Por tanto, pensemos siempre bien de Dios como el sumo bien y pensemos mal del pecado como el sumo mal: así resistiremos al diablo y él huirá de nosotros.


Adán no tomó en cuenta el árbol de la vida  del cual se le permitía comer, y al comer el fruto que le ofreció Eva, del árbol del conocimiento, que estaba prohibido, Adán claramente muestra su desdén por lo que Dios le ha otorgado, y su deseo por lo que Dios consideró prudente no darle. Deseaba tener lo que quería y hacer lo que le placiera. En una palabra su pecado fue la desobediencia, la desobediencia a un mandato claro, simple y expreso. No tenía una naturaleza pecaminosa que lo traicionara, en cambio tenía libertad de voluntad, con toda su fuerza, no debilitada ni desequilibrada. Se apartó con mucha prontitud y arrastró a toda su posteridad al pecado y a la miseria, con su decisión de desobedecer a Dios.  Ya era demasiado tarde, cuando Adán y Eva vieron la necedad de comer la fruta prohibida. Vieron la felicidad de la cual cayeron y la miseria en que se hundieron. Vieron a un Dios amante irritado, y la pérdida de su gracia y su favor.
 Vemos aquí qué deshonra y trastorno produce el pecado, hace maldad doquiera se introduce y destruye todo consuelo. Tarde o temprano acarrea la vergüenza, sea la vergüenza del arrepentimiento verdadero, que termina en gloria, o la vergüenza y confusión perpetua, en la cual despertarán los malos en el gran día. También vemos aquí en qué consiste la necedad de quienes hemos pecado. Cuidamos más de salvar nuestro crédito ante los hombres que obtener el perdón de Dios. Las excusas y disculpas que damos los hombres para cubrir y restar importancia a nuestros pecados, son vanas y frívolas, como los delantales de hojas de higuera que se hicieron, no logran mejorar las cosas, muy al contrario no hacemos más que empeorarlas, al culpar a otros de tales decisiones, creyendo que así podemos obtener la compasión de quien escucha nuestro reproche. Para el culpable siempre son otros los responsables de sus delitos, ellos pasaban circunstancialmente por allí.
Es cierto que a veces nos involucran y acusan injustamente, y pueda dar la impresión que por nuestra reacción de esconder o escapar de esa situación estemos dando la razón a quienes falsamente acusan.
Conozco un caso similar.
No obstante, todos tenemos la tendencia a cubrir nuestras transgresiones como Adán. Antes de pecar ellos acogían con gozo humilde las bondadosas visitas de Dios, ahora Él se convertía en un terror para ellos. Se convirtieron en terror para sí mismos y se llenaran de confusión. Esto muestra la falsedad del tentador y el fraude de sus tentaciones. Satanás prometió que estarían a salvo. Pero ellos no pueden ni pensar que sea así, Adán y Eva eran, ahora, consoladores desdichados el uno para el otro!
Cuando nos descarriamos  de Dios por el pecado debemos considerar seriamente donde estamos, lejos de todo bien, en medio de nuestros enemigos, esclavizados a Satanás, y en el camino real a la ruina total. Como oveja perdida hubiéramos vagado sin fin si el buen Pastor no nos hubiera buscado y nos hubiera dicho que el lugar donde estábamos descarriados, no podría ser fácil ni cómodo. Si los pecadores quisiéramos considerar donde estamos, no descansaríamos hasta regresar a Dios.
  Como Adán tenemos razón para tener miedo de acercarnos a Dios si no estamos cubiertos y vestidos con la justicia de Cristo. El pecado aparece más claro en el espejo del mandamiento, así que, Dios lo puso ante Adán  y en ese espejo debemos mirar nuestro rostro. Pero en lugar de reconocer el pecado en toda su magnitud, y asumir la vergüenza en ellos mismos, Adán y Eva justificaron el pecado y cargaron la vergüenza y la culpa en otros. En quienes somos tentados existe una extraña tendencia a decir que somos tentados por Dios; como si nuestro abuso de los dones de Dios disculpara nuestra transgresión de las leyes de Dios. Los que están raudos a aceptar el placer y ganancia del pecado son lentos para asumir la culpa y la vergüenza de ello. Aprendamos entonces, que las tentaciones de Satanás son todas seducciones; sus argumentos, todos engañosos; sus incentivos son todos trampas; cuando habla bien, no hay que creerle. Es por el engaño del pecado que el corazón se endurece.   Romanos 7: 11  porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. Hebreos 3: 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Aunque la sutileza de Satanás pudiera arrastrarnos al pecado, de ninguna manera nos justifica que estemos en pecado. Aunque él es el tentador, nosotros somos los pecadores. Que no disminuya nuestro pesar por el pecado el que hayamos sido engañados; antes bien, que aumente nuestra indignación con nosotros mismos por haber permitido ser engañados por un conocido tramposo y enemigo jurado, que quiere la destrucción de nuestra alma.
Adán y Eva obtuvieron lo que querían: un conocimiento íntimo tanto del bien como del mal. Pero lo obtuvieron a través del camino equivocado y el resultado fue desastroso. A veces tenemos la ilusión que libertad es hacer lo que a uno le place. Dios dice que la verdadera libertad proviene de la obediencia y de saber lo que no debemos hacer. Las restricciones que Él nos dio son para nuestro propio beneficio, ayudándonos a evitar el mal. Tenemos la libertad de caminar de frente a un automóvil que viene hacia nosotros a alta velocidad, pero no es necesario que seamos atropellados para darnos cuenta de que si lo hacemos sería algo realmente tonto. No escuchemos las tentaciones de Satanás. No es necesario que hagamos lo malo para obtener mayor experiencia y aprender más acerca de la vida.

  Satanás utilizó un motivo sincero para tentar a Eva: "¡Llegarás a ser como Dios!" No estaba mal que Eva quisiese ser como Dios. Parecerse más a Dios es la meta suprema de la humanidad. Es lo que se supone que debemos hacer. Pero Satanás engañó a Eva en lo que respecta al modo apropiado de lograr este objetivo. Le dijo que ella podría parecerse más a Dios al desafiar su autoridad, tomando su lugar y decidiendo por sí misma lo que era mejor para su vida. En efecto, le dijo que se convirtiese en su propio dios. El deseo de alcanzar la sabiduría le pareció razonable a la mujer. Desafortunadamente, su definición de la sabiduría era la autonomía humana, no la dependencia de Dios,
Pero llegar a ser como Dios no es lo mismo que tratar de ser Dios. Más bien, es reflejar sus características y reconocer su autoridad sobre nuestra vida. Al igual que Eva, a menudo tenemos una meta muy valiosa pero tratamos de alcanzarla de un modo equivocado. Nos comportamos como un candidato político que le paga al encargado del recuento de votos para ganar las elecciones. Cuando hace esto, servir al pueblo deja de ser su meta principal. Queremos los resultados ya, sin esperar y aceptar los planes de Dios. La impaciencia genera desesperación y la desesperación ciega nuestra mente, nos obceca y parecemos caballos desbocados que no ven el abismo en el cual se precipitarán en su alocada carrera  si no refrenan su instinto salvaje.
La exaltación del yo conduce a la rebelión contra Dios. Tan pronto como comenzamos a sacar a Dios de nuestros planes, cuando dejamos de depender totalmente del Señor nos estamos colocando nosotros mismos por encima de Él. Esto es exactamente lo que Satanás quiere que hagamos. Depender de nosotros mismos.