El domingo, durante el culto
abierto a la participación de los hermanos en la Iglesia Evangélica Bonhome de
Ourense, expuse lo que el versículo 12 en el capítulo 3 del Génesis había
puesto en mi corazón. Para un hombre parco en palabras, expresarse en público
es un reto, un hándicap. Gracias a Dios que me ayuda en esos momento, pues
antes tenía un imán que me impedía
despegarme de mi asiento y ahora cuando me dice que hable, lo intento. Algún
día, si Dios quiere, las palabras escritas podrán ser oídas para dar Alabanza y
Gloria al Dios Creador en el nombre de mi Salvador y Señor Jesucristo.
Veamos lo que dice la Palabra
de Dios en Génesis 3:9-15.
9 Mas Jehová Dios llamó al
hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba
desnudo; y me escondí.
11
Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del
árbol de que yo te mandé no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio
del árbol, y yo comí.
13 Entonces Jehová Dios dijo a
la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
14 Y Jehová Dios dijo a la
serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y
entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás
todos los días de tu vida.
15 Y pondré enemistad entre ti
y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
REFLEXIÓN
Satanás atacó a nuestros primeros padres para llevarlos a pecar, la
tentación les resultó fatal. El tentador fue el diablo, en la forma y semejanza
de una serpiente. El plan de Satanás era arrastrar a nuestros primeros padres
al pecado y, así, poner separación entre ellos y Dios. De este modo el diablo
fue desde el comienzo un homicida y gran obrador de maldades. La persona
tentada fue la mujer: la táctica de Satanás fue entablar una conversación con
ella mientras estaba sola. Hay muchas tentaciones en las que el estar a solas
da gran ventaja al tentador; en cambio, la comunión de los santos cuida en gran
medida la fortaleza y seguridad de ellos. Satanás sacó ventaja de hallar a la
mujer sola cerca del árbol prohibido.
Satanás tentó a Eva para, a través ella, poder tentar a Adán. Su
táctica es enviar las tentaciones por medios que no sospechamos, y por quienes
tienen la mayor influencia sobre nosotros. Satanás puso en duda si era o no era
pecado comer de este árbol. No dejó al descubierto su designio al comienzo,
pero planteó una pregunta que parecía inocente. El que quiera estar a salvo
debe cuidarse de no hablar con el tentador. Citó mal el mandamiento. Él habló
en forma sarcástica. El diablo, así como es un mentiroso, es también un
escarnecedor desde el principio y los escarnecedores son sus hijos. El arte de
Satanás consiste en hablar de la ley divina como dudosa o irracional y, así,
atrae la gente al pecado; nuestra sabiduría consiste en mantener firme nuestra
creencia en el mandamiento de Dios y un elevado respeto por Él. ¿Conque Dios
dijo: ¿No mentiréis, no tomaréis su nombre en vano, no os emborracharéis, etc.?
Sí, estoy seguro que lo dijo, y está bien dicho, y, por su gracia, yo lo
cumpliré.
El entablar esta conversación con la serpiente fue debilidad de Eva,
por su pregunta debió notar que no tenía buenas intenciones, y por tanto, debió
retroceder. Satanás enseña primero a los hombres a dudar y, luego, a negar. Les
promete beneficios si comen de este fruto. Su objetivo es introducir el
descontento con su estado presente, como si no fuera tan bueno como pudiera y
debiera ser. Ningún estado por si mismo dará contento a menos que la mente sea
puesta en ello.
Satanás se arruinó a sí mismo
cuando deseó ser como el Altísimo, luego, procuró infectar a nuestros primeros
padres con el mismo deseo para arruinarlos también. El diablo sigue aún
atrayendo a la gente a su esfera de interés sugiriéndoles pensamientos malos
acerca de Dios y falsas esperanzas de lograr beneficios por medio del pecado.
Por tanto, pensemos siempre bien de Dios como el sumo bien y pensemos mal del
pecado como el sumo mal: así resistiremos al diablo y él huirá de nosotros.
Adán no tomó en cuenta el árbol de la vida del cual se le permitía
comer, y al comer el fruto que le ofreció Eva, del árbol del conocimiento, que estaba prohibido, Adán
claramente muestra su desdén por lo que Dios le ha otorgado, y su deseo por lo
que Dios consideró prudente no darle. Deseaba tener lo que quería y hacer lo
que le placiera. En una palabra su pecado fue la desobediencia, la
desobediencia a un mandato claro, simple y expreso. No tenía una naturaleza
pecaminosa que lo traicionara, en cambio tenía libertad de voluntad, con toda
su fuerza, no debilitada ni desequilibrada. Se apartó con mucha prontitud y arrastró
a toda su posteridad al pecado y a la miseria, con su decisión de desobedecer a
Dios. Ya era demasiado tarde, cuando
Adán y Eva vieron la necedad de comer la fruta prohibida. Vieron la felicidad
de la cual cayeron y la miseria en que se hundieron. Vieron a un Dios amante
irritado, y la pérdida de su gracia y su favor.
Vemos aquí qué deshonra y
trastorno produce el pecado, hace maldad doquiera se introduce y destruye todo
consuelo. Tarde o temprano acarrea la vergüenza, sea la vergüenza del
arrepentimiento verdadero, que termina en gloria, o la vergüenza y confusión
perpetua, en la cual despertarán los malos en el gran día. También vemos aquí
en qué consiste la necedad de quienes hemos pecado. Cuidamos más de salvar nuestro
crédito ante los hombres que obtener el perdón de Dios. Las excusas y disculpas
que damos los hombres para cubrir y restar importancia a nuestros pecados, son
vanas y frívolas, como los delantales de hojas de higuera que se hicieron, no
logran mejorar las cosas, muy al contrario no hacemos más que empeorarlas, al
culpar a otros de tales decisiones, creyendo que así podemos obtener la
compasión de quien escucha nuestro reproche. Para el culpable siempre son otros
los responsables de sus delitos, ellos pasaban circunstancialmente por allí.
Es cierto que a veces nos involucran y acusan injustamente, y pueda
dar la impresión que por nuestra reacción de esconder o escapar de esa
situación estemos dando la razón a quienes falsamente acusan.
Conozco un caso similar.
No obstante, todos tenemos la tendencia a cubrir nuestras
transgresiones como Adán. Antes de pecar ellos acogían con gozo humilde las
bondadosas visitas de Dios, ahora Él se convertía en un terror para ellos. Se
convirtieron en terror para sí mismos y se llenaran de confusión. Esto muestra
la falsedad del tentador y el fraude de sus tentaciones. Satanás prometió que
estarían a salvo. Pero ellos no pueden ni pensar que sea así, Adán y Eva eran,
ahora, consoladores desdichados el uno para el otro!
Cuando nos descarriamos de Dios
por el pecado debemos considerar seriamente donde estamos, lejos de todo bien,
en medio de nuestros enemigos, esclavizados a Satanás, y en el camino real a la
ruina total. Como oveja perdida hubiéramos vagado sin fin si el buen Pastor no
nos hubiera buscado y nos hubiera dicho que el lugar donde estábamos
descarriados, no podría ser fácil ni cómodo. Si los pecadores quisiéramos
considerar donde estamos, no descansaríamos hasta regresar a Dios.
Como Adán tenemos razón para tener miedo de
acercarnos a Dios si no estamos cubiertos y vestidos con la justicia de Cristo.
El pecado aparece más claro en el espejo del mandamiento, así que, Dios lo puso
ante Adán y en ese espejo debemos mirar
nuestro rostro. Pero en lugar de reconocer el pecado en toda su magnitud, y
asumir la vergüenza en ellos mismos, Adán y Eva justificaron el pecado y
cargaron la vergüenza y la culpa en otros. En quienes somos tentados existe una
extraña tendencia a decir que somos tentados por Dios; como si nuestro abuso de
los dones de Dios disculpara nuestra transgresión de las leyes de Dios. Los que
están raudos a aceptar el placer y ganancia del pecado son lentos para asumir
la culpa y la vergüenza de ello. Aprendamos entonces, que las tentaciones de
Satanás son todas seducciones; sus argumentos, todos engañosos; sus incentivos
son todos trampas; cuando habla bien, no hay que creerle. Es por el engaño del
pecado que el corazón se endurece. Romanos 7: 11 porque el pecado,
tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. Hebreos 3: 13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto
que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del
pecado. Aunque la sutileza de Satanás pudiera arrastrarnos al pecado, de
ninguna manera nos justifica que estemos en pecado. Aunque él es el tentador,
nosotros somos los pecadores. Que no disminuya nuestro pesar por el pecado el
que hayamos sido engañados; antes bien, que aumente nuestra indignación con
nosotros mismos por haber permitido ser engañados por un conocido tramposo y
enemigo jurado, que quiere la destrucción de nuestra alma.
Adán y Eva obtuvieron lo que querían: un conocimiento íntimo tanto del
bien como del mal. Pero lo obtuvieron a través del camino equivocado y el
resultado fue desastroso. A veces tenemos la ilusión que libertad es hacer lo
que a uno le place. Dios dice que la verdadera libertad proviene de la
obediencia y de saber lo que no debemos hacer. Las restricciones que Él
nos dio son para nuestro propio beneficio, ayudándonos a evitar el mal. Tenemos
la libertad de caminar de frente a un automóvil que viene hacia nosotros a alta
velocidad, pero no es necesario que seamos atropellados para darnos cuenta de
que si lo hacemos sería algo realmente tonto. No escuchemos las tentaciones de
Satanás. No es necesario que hagamos lo malo para obtener mayor experiencia y
aprender más acerca de la vida.
Satanás
utilizó un motivo sincero para tentar a Eva: "¡Llegarás a ser como
Dios!" No estaba mal que Eva quisiese ser como Dios. Parecerse más a Dios
es la meta suprema de la humanidad. Es lo que se supone que debemos hacer. Pero
Satanás engañó a Eva en lo que respecta al modo apropiado de lograr este
objetivo. Le dijo que ella podría parecerse más a Dios al desafiar su
autoridad, tomando su lugar y decidiendo por sí misma lo que era mejor para su
vida. En efecto, le dijo que se convirtiese en su propio dios. El deseo de alcanzar la sabiduría le pareció razonable a la mujer. Desafortunadamente, su
definición de la sabiduría era la autonomía humana, no la dependencia de Dios,
Pero llegar a ser como Dios no es lo mismo que tratar de ser Dios. Más
bien, es reflejar sus características y reconocer su autoridad sobre nuestra
vida. Al igual que Eva, a menudo tenemos una meta muy valiosa pero tratamos de
alcanzarla de un modo equivocado. Nos comportamos como un candidato político
que le paga al encargado del recuento de votos para ganar las elecciones.
Cuando hace esto, servir al pueblo deja de ser su meta principal. Queremos los
resultados ya, sin esperar y aceptar los planes de Dios. La impaciencia genera
desesperación y la desesperación ciega nuestra mente, nos obceca y parecemos
caballos desbocados que no ven el abismo en el cual se precipitarán en su
alocada carrera si no refrenan su instinto
salvaje.
La exaltación del yo conduce a la rebelión contra Dios. Tan pronto
como comenzamos a sacar a Dios de nuestros planes, cuando dejamos de depender
totalmente del Señor nos estamos colocando nosotros mismos por encima de Él.
Esto es exactamente lo que Satanás quiere que hagamos. Depender de nosotros
mismos.