Filipenses
4:8 Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad.
9 Lo que aprendisteis y
recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con
vosotros.
La forma de permanecer firmes
es poner nuestros ojos en Cristo, recordar que este mundo no es nuestro hogar,
y que Cristo tiene todas las cosas bajo control.
Es muy fácil desalentarse
frente a circunstancias que no son placenteras o tomar hechos sin importancia
como si lo fueran. Si no hemos disfrutado el gozo últimamente, quizá sea
porque no estamos mirando la vida desde la perspectiva correcta.
Tenemos que ser amables con los que no pertenecen a la iglesia y no
solo con los creyentes. Esto significa que no buscamos revancha contra aquellos
que nos tratan injustamente, tampoco debemos expresar demasiado nuestros
derechos personales.
Queremos preocuparnos menos? ¡Entonces oremos más! En el momento en
que empecemos a preocuparnos, detengámonos y oremos.
La paz de Dios es diferente a la paz del mundo. La paz verdadera no se
encuentra en el pensamiento positivo, en la ausencia de conflictos o en buenos
sentimientos. Ella es producto de saber que Dios está al control de todas las
situaciones, es el Soberano. Nuestra ciudadanía en el reino de Cristo está asegurada, nuestro
destino está determinado y podemos tener victoria sobre el pecado. Permitamos que
la paz de Dios guarde nuestro corazón de toda ansiedad.
Lo que
dejamos entrar en nuestras mentes determina lo que expresamos con las palabras
y acciones. Llenemos nuestras mentes con pensamientos verdaderos, honesto,
justos, puros, amables, de buen nombre, virtud, dignidad y alabanza. ¿Tenemos
problemas con pensamientos impuros y sueños ilusorios? Examinemos lo que
estamos dejando entrar en nuestra mente a través de la televisión, los libros,
la conversación, las películas y las revistas. Reemplacemos los materiales
dañinos con materiales útiles. Sobre todo, leamos la Palabra de Dios y oremos.
Pidámosle a Jesús que nos ayude a concentrarnos en lo que es bueno y puro.
Requiere práctica, pero puede lograrse con el auxilio del Espíritu Santo. Sé de
lo que hablo. Estoy experimentando el poder de la Palabra de Dios en la Biblia, en mi vida y en la de mi familia, por eso sé que lo que era imposible para mi, Dios me está modelando poco a poco; cada vez que obedezco, es un paso que avanzo hacia la madurez espiritual. Es lo más importante para mi vida aquí en esta tierra, en la que estoy de paso, sembrando para recoger la cosecha en la Patria Celestial.
No es
suficiente escuchar o leer la Palabra de Dios, ni incluso conocerla bien.
Debemos también ponerla en práctica. Qué fácil es escuchar un sermón y
olvidarnos de lo que dijo el predicador. Qué fácil es leer la Biblia y no
pensar en cómo vivir de una manera diferente. Qué fácil es discutir lo que significa
un pasaje y no vivir su significado. Exponernos a la Palabra de Dios no es
suficiente. Ella nos debe conducir a la obediencia, para poder experimentar un
cambio de actitud en nuestros pensamientos y en nuestro carácter; para que la
obra que Dios ha comenzado en nosotros sea finalizada ante la presencia del
Señor.