} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: NUEVAS TODAS LAS COSAS

miércoles, 6 de mayo de 2015

NUEVAS TODAS LAS COSAS

   
Apocalipsis 21:5  Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
 6  Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente  de la fuente del agua de la vida.


  Kainos (καινός)  nuevo, de aquello que es no acostumbrado, desusado; no nuevo en tiempo, sino nuevo en forma o cualidad, de diferente naturaleza de aquello con lo que se contrasta como viejo.


REFLEXIÓN:

 Dios es el Creador. La Biblia empieza con la historia majestuosa de su creación del universo y concluye con su creación de un cielo y tierra nuevos. Esta es una esperanza maravillosa y es aliento para el creyente. Cuando estemos con El, con nuestros pecados perdonados y nuestro futuro asegurado, seremos como Cristo. Seremos perfectos como El.
Así como Dios terminó la obra de la creación (Génesis 2:1-3) y Jesucristo acabó la obra de redención (Juan 19:30), la Trinidad también terminará la totalidad del plan de la salvación al invitar a los redimidos a entrar en la nueva creación.

Cristo hará nuevas todas las cosas. El alma del hombre se redime por la regeneración del Espíritu Santo ahora; el cuerpo del hombre será redimido en la resurrección; la morada del hombre, su herencia, la tierra, será redimida perfectamente en la creación del nuevo cielo y la nueva tierra, los que excederán en gloria al primer Paraíso tanto cuanto el segundo Adán excede en gloria al primer Adán de antes de la caída, y cuanto el hombre regenerado en cuerpo y alma excederá al hombre como estaba en la creación.
Las cosas nuevas que el evangelio introduce para la presente obediencia y realización son: un nuevo pacto (Mateo 26:28 ); un nuevo mandamiento (Juan 13:34); un nuevo acto creativo (Gálatas 6:15); una nueva criatura (2 Corintios 5:17); un nuevo hombre, esto es, un nuevo carácter de humanidad, espiritual y moral, en conformidad a la pauta de Cristo (Efesios 4:24); un nuevo hombre, esto es,  la iglesia que es su Cuerpo (el de Cristo)  (Efesios 2:15).

 Las cosas nuevas que se han de recibir y disfrutar en el más allá son: un nombre nuevo, del creyente (Apocalipsis 2:17); un nuevo nombre, del Señor (Apocalipsis 3:12); un cántico nuevo (Apocalipsis 5:9); un cielo nuevo y una tierra nueva (Apocalipsis 21:1); la nueva Jerusalén (Apocalipsis 3:12 ; Apocalipsis 21:2); «Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Apocalipis 21:5).   

Si estamos dispuestos y deseosos de que el Redentor haga nuevas todas las cosas en nuestros corazones y naturaleza, Él hará nuevas todas las cosas acerca de nuestra situación hasta que nos lleve a disfrutar la felicidad completa.  Dios da todos sus títulos, Alfa y Omega, Principio y Fin, como señal del cumplimiento pleno, la certeza de su promesa. Los placeres pecaminosos y sensuales son aguas envenenadas y cenagosas; y los mejores consuelos terrenales son como el escaso aprovisionamiento de un cántaro; cuando se convierten en ídolos, se vuelven vasijas rotas y sólo rinden vejación. Pero los goces que imparte Cristo son las aguas que brotan de una fuente, puras, refrescantes, abundantes y eternas. Los consuelos santificadores del Espíritu Santo nos preparan para la dicha celestial; son corrientes que fluyen para nosotros en el desierto de esta vida.
Los que ignoran la Palabra de Dios en la Biblia no se atreven a enfrentarse con las dificultades de la fe, su miedo esclavizante viene de su incredulidad; pero los que fueron tan cobardes que no se atrevieron a tomar la cruz de Cristo, estaban, no obstante tan desesperados que se precipitaron a la maldad abominable. Las agonías y los terrores de la primera muerte conducirán a los terrores y agonías mucho mayores de la muerte eterna. Los que se pierden no son los pusilánimes en su fe ni los que algunas veces dudan, sino los que se apartan de Dios y ya no lo siguen. No son lo bastante valientes para luchar por Cristo; no son lo bastante humildes para aceptar su autoridad sobre sus vidas. Se ponen en la misma lista con los incrédulos, abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los mentirosos y los idólatras. Los vencedores son los que perseveran hasta el fin (Marcos 13:13). Ellos recibirán las bendiciones que Dios ha prometido:   comer del árbol de la vida (Marcos 2:7),   escapar del lago de fuego (la "segunda muerte", Marcos 2:11),  tener un nombre especial (Marcos 2:17),   tener poder sobre las naciones (Marcos 2:26),  ser incluidos en el libro de la vida (Marcos 3:5),   ser una columna en el templo espiritual de Dios (Marcos 3:12), y  sentarse con Cristo en su trono (Marcos 3:21). Los que soportan la prueba del mal y permanecen fieles serán premiados por Dios.

La nueva Jerusalén es donde Dios mora entre su pueblo. En lugar de que subamos para encontrarnos con Dios, El bajará para estar con nosotros, al igual que cuando Dios se hizo hombre en Jesucristo y vivió entre nosotros (Juan 1:14). Dondequiera que Dios reina, hay paz, seguridad y amor. Todo está tan seguro como si estuviese ya realizado, pues reposa en la palabra del Dios inmutable. Cuando sea la consumación, Dios se regocijará de la obra de sus propias manos, como en la primera creación vio Dios todo lo que había, hecho, y he aquí que era bueno.  
 En nuestro presente estado podemos beber del río, entonces beberemos de la Fuente.   Como es gratuito el odio del hombre hacia Dios, así es gratuito el amor de Dios al hombre: había toda razón en Cristo para que el hombre le amase, y con todo el hombre le aborreció; había toda razón en el hombre por qué (humanamente hablando) Dios lo aborreciera, y con todo Dios lo amó: todo lo contrario de lo que era de esperarse tuvo lugar en ambos casos. Aun en el cielo nuestro beber de la Fuente será el don gratuito de Dios.