} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CREACIÓN DE DIOS

sábado, 9 de mayo de 2015

LA CREACIÓN DE DIOS


Génesis 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
 2  Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
 3  Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
 4  Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
 5  Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.


REFLEXIÓN:

La simple afirmación de que Dios creó los cielos y la tierra es uno de los conceptos más desafiantes que enfrenta la mente moderna. La grandiosa galaxia en la que vivimos gira a la increíble velocidad de 784.000 km por hora. Pero incluso a esta velocidad vertiginosa, nuestra galaxia igualmente necesita 200 millones de años para hacer una rotación. Y existen más de 1000 millones de galaxias como la nuestra.
Algunos científicos dicen que el número de estrellas que hay en la creación es igual a todos los granos de todas las arenas de todas las playas del mundo. Aun así este complejo mar de estrellas giratorias funciona con un orden y una eficiencia sorprendentes. Decir que el universo "sólo apareció" o "evolucionó" requiere mucha más fe que creer que Dios está detrás de todas estas estadísticas asombrosas. Ciertamente Dios ha creado un universo maravilloso.
Dios no necesitaba crear el universo; El decidió crearlo. ¿Por qué? Dios es amor y el amor se expresa mejor hacia algo o hacia alguien, así que Dios creó al mundo y a la gente como una expresión de su amor. Debemos evitar reducir la creación de Dios a términos meramente científicos. Reccordemos que Dios creó el universo porque ama a cada uno de nosotros.
El primer versículo de la Biblia nos da un relato satisfactorio y útil del origen de la tierra y de los cielos. La fe del cristiano humilde entiende esto mejor que la fantasía de los hombres más doctos. De lo que vemos del cielo y la tierra aprendemos el poder del gran Creador. Que el hecho de ser creados y nuestro lugar como hombres, nos recuerden nuestro deber cristiano de mantener siempre el cielo a la vista y la tierra bajo nuestros pies.
El Hijo de Dios, uno con el Padre, estaba con Él cuando éste hizo el mundo; mejor dicho, a menudo se nos dice que el mundo fue hecho por Él y que sin Él nada fue hecho. ¡Oh, qué elevados pensamientos debiera haber en nuestra mente hacia el gran Dios que adoramos, y hacia ese gran Mediador en cuyo nombre oramos! Aquí, en el principio mismo del texto sagrado, leemos de ese Espíritu Divino cuya obra en el corazón del hombre se menciona tan a menudo en otras partes de la Biblia.
Observemos que, al principio nada deseable había para ver, pues el mundo estaba informe y vacío; era confusión y desolación. En manera similar, la obra de la gracia en el alma es una nueva creación: y en un alma sin gracia, que no ha nacido de nuevo, hay desorden, confusión y toda mala obra: está vacía de todo bien porque está sin Dios; es oscura, es las tinieblas mismas: este es nuestro estado por naturaleza, hasta que la gracia del Todopoderoso efectúa en nosotros un cambio.
Sin orden y vacía, y las tinieblas. Estas dos frases en hebreo son cláusulas circunstanciales, que describen la condición de la tierra antes de que Dios terminara su obra de creación. Sin orden, sin continentes, islas, o mares definidos; vacía, sin vida de ninguna clase: vegetal o animal; en tinieblas, la luz no había sido creada aún. El primer mandato divino da inicio al proceso de transformar el caos. Dijo Dios se repetirá diez veces en el capítulo 1 como medio de hacer surgir el orden y la vida.  
  Desde el principio, Dios se revela como autor de pactos. Jeremías se refirió a esa actividad de Dios en la creación (Jeremias 33:20  Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo), al hablar del «pacto con el día y la noche». Así se destaca el inalterable carácter de la naturaleza divina y representa su relación con lo creado como una unión inmutable bajo el soberano gobierno de Dios.
 La historia de la creación nos enseña mucho acerca de Dios y de nosotros mismos. Primero, aprendemos acerca de Dios:   El es creativo;   como Creador es diferente a su creación;  El es eterno y controla al mundo. También aprendemos de nosotros mismos: ya que Dios decidió crearnos, somos valiosos ante sus ojos;  somos más importantes que los animales.  

  ¿Exactamente cómo creó Dios al mundo?   Algunos dicen que hubo una repentina explosión y el universo apareció. Otros dicen que Dios inició el proceso y que el universo evolucionó a lo largo de miles de millones de años. Casi cualquier religión antigua cuenta con su propia historia para explicar cómo llegó a ser el mundo. Y casi todos los científicos tienen una opinión sobre el origen del universo. Pero sólo la Biblia muestra un Dios supremo que creó la tierra por su gran amor y que dio a toda la gente un lugar especial en él. Nunca sabremos todas las respuestas de cómo Dios creó al mundo. Pero la Biblia nos dice que Dios sí lo creó. Este hecho por sí solo da a los cristianos genuinos valor y dignidad.

  ¿Cuánto tiempo le tomó a Dios crear el mundo? Hay dos puntos de vista respecto de los días de la creación: (1) cada día fue un período literal de veinticuatro horas; (2) cada día representa un período indefinido (hasta millones de años).
La Biblia no aclara cuál teoría es la correcta. Pero la pregunta real no es cuánto tiempo le tomó a Dios, sino cómo lo hizo. Dios creó al mundo de una manera ordenada (no creó las plantas antes que la luz); y creó al hombre y a la mujer como seres singulares capaces de comunicarse con El. Ninguna otra parte de la creación puede reclamar ese maravilloso privilegio. El punto importante no es cuánto tiempo le tomó a Dios crear el mundo, ya sean unos pocos días o unos pocos miles de millones de años, sino que lo creó tal cual quiso hacerlo.