} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: “¿POR QUÉ DEJÉ EL CATOLICISMO?” Carta.

lunes, 11 de mayo de 2015

“¿POR QUÉ DEJÉ EL CATOLICISMO?” Carta.


Carta publicada en el prólogo, en su día por el más renombrado  y afamado  teólogo, psiquiatra y orador de su época en España, con motivo de la publicación de su libro: ¿Por qué dejé el Catolicismo?


 Esta pregunta muchísimos la formularán. Unos con amor; otros con desprecio; otros con la duda.
Con amor los menos. ¿Por qué los hombres serán así?
San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús, comienza su célebre libro de los Ejercicios Espirituales con un presupuesto que él considera esencial:
“Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo que a condenarla; y si no la puede salvar, inquiera cómo la entiende, y si no basta, busque todos los medios convenientes para que bien entendiéndola, se salve”
Esto quisiera que consideraran los que juzgarán mi decisión. Y que no olviden las palabras de Jesús: “No juzguéis y no seréis juzgados”.
Mis públicas actuaciones como predicador de grandes multitudes han hecho que mis amigos y conocidos se cuenten por millares. He dado público testimonio de una doctrina y he convencido a muchos que vivían alejados de ella.
¿He sido un hipócrita que predica lo que no cree?
¿He desviado a muchos del camino de la Verdad?
Prefiero que lo juzgue el Señor. Pero el hecho me obliga a dar alguna satisfacción a mis familiares, amigos, y no a marcharme como quien huye avergonzado de un delito cometido.
No. Puedo presentarme ante todos con la cabeza bien levantada, y lo haría públicamente si las leyes y las circunstancias de mi Patria lo permitieran.
No pudiendo ser así, lo hago por escrito, con este folleto que desearía leyeran todos los que me conocen, serenamente, sospesando las razones que en él escribo.
No es éste un escrito literario. No miren pues el estilo. Es como una carta que envío a todos los que amo, y deseo que brille en su alma a la luz que brilló en la mía.
No es un libro de teología ni un manual de apologética.
Los protestantes encontrarán que tiene todavía sabor de catolicismo.
Es natural. En él expongo las razones principales que me movieron a dar el paso que di. Cada capítulo será más adelante explanado en obras más profundas y más extensas. Aquí una simple enumeración.
Las respuestas que darán los más a la pregunta “¿Por qué dejé el Catolicismo?” la conozco bien. En otros casos parecidos han dicho lo mismo que dirán ahora: Unos que me he vuelto loco. Otro que me enamoré de alguna mujer. El católico convencido no puede creer haya otras razones por la que uno abandone la religión católica: locura o pasión.
Pero yerran los que así juzgan, como yerra casi siempre los que juzga deprisa sin profundizar el caso.
Los motivos que me decidieron no son uno, sino muchos.

Después de 43 años de vida sinceramente católica. 15 de profunda formación eclesiástica. 10 de sacerdote predicador de grandes multitudes y de públicos especializados y 23 de vida religiosa en la Compañía de Jesús, llego al convencimiento de que la Iglesia Católica Romana no es la verdadera Iglesia de Jesucristo. Y no lo es porque está llena de sofismas (pongo la traducción de sofisma: Silogismo vicioso o argumento capcioso con que se pretende hacer pasar lo falso por verdadero). Y no puede ser la Iglesia de Jesucristo la que no está apoyada únicamente y exclusivamente en la Verdad.
La Iglesia Católica está alejada de la verdad cristiana; y lo que es peor, no tiene posibilidad de volver a la pureza de la fe de Jesucristo.
Un corazón sincero y que de veras quiere conseguir su salvación ante el convencimiento de esta verdad, debe dar un nuevo rumbo a su vida.
Así lo hice, y al hacerlo estró en mi corazón una paz desconocida.
Trece años de estudio intenso de la apologética me han llevado a un convencimiento inquebrantable. Conozco los argumentos de ambas partes. Los he analizado y al hacerlo, unos se me han desmenuzado en mis manos como arena movediza, y otros se han robustecido como roca firme, capaz de sostener el formidable edificio de la fe.
Aquellos que mejoraron su vida oyendo mi predicación, que no vuelvan atrás. Fue cierto lo que les dije, recuerden que nunca les prediqué sobre la divinidad de la Iglesia Católica, ni sobre la infalibilidad del Pontífice Romano.
Acepten lo que les dije y den un paso más. Busquen, que el Señor está cerca. Al católico le es esencialmente difícil encontrar la Verdad religiosa, por los límites de la censura eclesiástica. Si no pueden comparar, le será difícil encontrar el Camino. Si hasta la Palabra de Dios, la Biblia, debe leerla con una interpretación impuesta por los hombres, difícil le será saber lo que dijo el Salvador:
“Buscad y encontraréis”
“Pedid y se os dará”
“Llamad y se os abrirá”
Nadie crea que abandono la Compañía de Jesús por disgustos con mis superiores. Desgraciadamente no siempre los superiores de las órdenes religiosas tienen entraña de Caridad y espíritu paternal. Pero quiero dejar claro aquí en este mi primer escrito después de mi conversión al Evangelio, mi más sincera gratitud y admiración al P.Provincial y al P.Superior de la Residencia.
Les he visto proceder siempre con espíritu sinceramente sobrenatural.
Siento en el alma tener que abandonar el Instituto Loyola que con tanta ilusión y tan sangrientos sacrificios fundé y sostuve durante cinco años. Pero como que la dirección de este instituto debe ser Católica, no puedo continuar en él mientras no se modifiquen los Estatutos del mismo. Agradezco la valiosa ayuda que me han presentado los amigos y bienhechores del mismo, y sepan que la labor se ha realizado tal como ellos deseaban.
A mi padre y demás parientes que en estos momentos estarán afligidos pensando que apostaté de la fe, que lean este folleto despacio, y pidan luz al Señor, y se convencerán de que no es apostatar de la religión cristiana el buscar el Evangelio en toda su pureza, libre de las añadiduras y tergiversaciones que con el transcurso de los años han acumulado los hombres.

Luis Padrosa