} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: VIVIR PARA AL SEÑOR JESUCRISTO

sábado, 16 de mayo de 2015

VIVIR PARA AL SEÑOR JESUCRISTO


Mateo 28:19  Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
Mateo 28:20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

REFLEXIÓN:

Un testimonio eficaz salva a las personas del juicio de Dios. A algunos testificamos mediante la compasión y la amabilidad; a otros, como si estuviéramos rescatándolos del fuego eterno, aborreciendo"la ropa contaminada por su carne" significa que debemos odiar el pecado, pero tenemos que ser testigos y amar a los pecadores. Los incrédulos, por mucho éxito que parezcan tener en las normas mundanas, están perdidos y necesitan salvación. No debemos dar poca importancia al testimonio. Es cuestión de vida o muerte.
Al procurar un punto de coincidencia con quienes tratamos de ganar para Cristo, debemos tener mucho cuidado de no caer en las arenas movedizas de la transigencia. Cuando les hablamos a otros, debemos estar seguros de que nuestro fundamento sea firme y seguro. Cuidemonos de no parecernos tanto a los incrédulos que nadie pueda decir quiénes somos o qué creemos. Influyamos en ellos para que busquen a Cristo. ¡No permitamos que ellos influyan en nosotros para hacernos pecar!

Todos los que miramos al Señor Jesús con los ojos de la fe, lo adoraramos. Pero la fe  sincera puede ser muy débil e inestable. Pero Cristo nos dio pruebas tan convincentes de su resurrección, para hacer que nuestra fe triunfara sobre las dudas. Ahora encarga solemnemente a los apóstoles y a sus ministros que vayan a todas las naciones. La salvación que iban a predicar es salvación común; quien la quiera, que venga y tome el beneficio; todos son bienvenidos a Cristo Jesús.
El cristianismo es la religión de un pecador que pide salvación de la merecida ira y del pecado; recurre a la misericordia del Padre por medio de la expiación hecha por el Hijo encarnado y por la santificación del Espíritu Santo, y se entrega a ser adorador y siervo de Dios, como Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas, pero un solo Dios, en todas sus ordenanzas y mandamientos.
El bautismo es una señal externa del lavamiento interno o santificación del Espíritu, que sella y demuestra la justificación del creyente. Examinémonos si realmente poseemos la gracia espiritual interna de la muerte al pecado y el nuevo nacimiento a la justicia, por los cuales los que eran hijos de ira llegan a ser los hijos de Dios.
Los creyentes tendremos siempre la presencia constante de nuestro Señor; todos los días, cada día. No hay día, ni hora del día en que nuestro Señor Jesús no esté presente en sus iglesias y con sus ministros; si lo hubiera, en ese día, en esa hora, ellos serían deshechos. El Dios de Israel, el Salvador, es a veces un Dios que se esconde, pero nunca es un Dios lejano. A esas preciosas palabras se añade el Amén. Aun así, Señor Jesús, sé con nosotros y con todo tu pueblo; haz que tu rostro brille sobre nosotros, que tu camino sea conocido en la tierra, tu salud salvadora entre todas las naciones.
La resurrección de Jesús es lo fundamental en la fe cristiana. ¿Por qué?: "Como dijo", Jesús resucitó de la muerte. Podemos tener la más absoluta seguridad de que cumplirá sus promesas.   La resurrección corporal de Jesús demuestra que el Cristo viviente es soberano en el reino eterno de Dios, no un falso profeta ni un impostor.   Podemos estar seguros de nuestra resurrección porque El resucitó. La muerte no es el final: hay una vida futura.   El poder que hizo volver a la vida a Jesús está a nuestro alcance para dar vida a nuestra espiritualidad muerta.   La resurrección es la base del testimonio de la Iglesia al mundo. Jesús es más que un líder humano: El es el Hijo de Dios.

Cuando alguna persona está muriendo o a punto de partir, sus últimas palabras son importantes. Jesús dejó a sus discípulos estas últimas instrucciones: estaban bajo su autoridad, debían hacer más discípulos, bautizarlos y enseñarles que hay que obedecerlo a El; El estaría con ellos siempre. En misiones previas Jesús había dicho a sus discípulos que fueran sólo a los judíos. A partir de ese momento su misión tendría alcances mundiales. Jesús es Señor de la tierra y murió por los pecados de toda la humanidad.
Debemos salir -sea a la próxima puerta o a otro país- y hacer discípulos. Esta no es una opción sino un mandato para todos los que consideramos a Jesús como "Señor". No todos somos evangelistas, en el sentido formal, pero todos hemos recibido dones que podemos usar para el cumplimiento de la Gran Comisión. Al obedecer somos confortados en el conocimiento que Jesús siempre está con nosotros.

  Las palabras de Jesús afirman la realidad de la Trinidad. Algunas personas acusan a los teólogos de inventar el concepto de la Trinidad. Como vemos aquí, el concepto viene directamente de Jesús. No dijo que debíamos bautizar en los nombres sino en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La palabra Trinidad no está en las Escrituras pero describe muy bien la naturaleza tres en uno del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

  Los discípulos debían bautizar personas porque el bautismo une al creyente con Jesús en su muerte por el pecado y su resurrección a una vida nueva. El bautismo muestra sumisión a Cristo y disposición a vivir en la forma que Dios quiere.

  ¿De qué manera está Jesús entre nosotros? Con los discípulos estuvo cara a cara hasta que ascendió al cielo, y luego por medio del Espíritu Santo (Hechos 1:4). El Espíritu Santo vendría a ser la presencia de Jesús que nunca los abandonaría (Juan 14:26). Jesús continúa estando con nosotros hoy por medio del Espíritu Santo.
  Como el tema de Mateo es Cristo en su condición de Rey, no sorprende que la comisión final de Jesús a sus discípulos refleje la dimensión global de su reinado. Al instruir sobre la vida y los principios del reino, Jesús insta a sus seguidores a pensar, vivir y orar para que su reino venga a toda la tierra.   Jesús les dijo que predicaran en todas partes: «El reino de Dios se ha acercado». Por último, en vísperas de su ascensión, el Rey dio la Gran Comisión. En este importantísimo mandamiento de ir por todas las naciones ordenaba que con sus enseñanzas y mensaje procuraran llevar las naciones a Su reino. El Señor predijo, en términos proféticos, que el fin vendría únicamente cuando «este evangelio del reino» fuera predicado «en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones» «comunidades, grupos humanos o etnias»: Hoy existen cerca de 22.000 sobre nuestro planeta.
   Si rechazamos servirle fielmente como Rey, somos súbditos desleales, dignos de ser desterrados del Reino. Debemos dar a Jesús el lugar de Rey en nuestra vida y adorarle como nuestro Señor, Rey y Salvador.
  Ahora bien: ¿Tenía esto que ser hecho por los Once hombres más cerca de él, y no por la multitud que entonces rodeaba al Señor resucitado? Imposible. En aquel grupo Jesús virtualmente se dirigió a todos los que, en cada siglo, habían de encargarse de efectuar la misma obra. El Cristo resucitado, quien es la cabeza del cristianismo, podía ver en la persona de sus once discípulos a todos sus siervos en todos los siglos y todos ellos recibieron la comisión de parte de Él en aquel momento. La comisión incluye, pues, poner el sello visible de discipulado, “bautizándolos en el nombre”, es decir, en toda la plenitud de la gracia, “del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, la cual pertenece a los que creen en Cristo. Y después de haber cumplido con el ministerio misionero de nuestra obra, el cual es de una naturaleza temporal, éste tiene que ser absorbido en otro, que es permanente: “Enseñándoles”; enseñando a estos miembros bautizados de la iglesia visible, “que guarden todas las cosas que os he mandado”, a vosotros mis discípulos, durante los tres años que habéis estado conmigo.
Cristo está con nosotros hasta el fin del mundo. Esto no es magia, ni futurista, es la vida real. Cuando tienes una relación personal con Cristo, la gracia de su Espiritu, te transforma cada día, y bulle en tu corazón un fuego, una pasión que te hace testificar y hablar de cómo Cristo ha cambiado tu vida, la de tu familia y ansías que otras personas también puedan conocerle.
Callar sería de cobardes y denotaría nada menos que Jesús no es el dueño de tu corazón. Y obedezcamos, como decía el Apóstol Pablo a Timoteo:
2Ti 4:1  Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
2Ti 4:2  que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.