} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL CARÁCTER DEL CRISTIANO NACIDO DE NUEVO

lunes, 18 de mayo de 2015

EL CARÁCTER DEL CRISTIANO NACIDO DE NUEVO


Mateo 5:3  Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
 4  Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
 5  Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
 6  Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
 7  Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
 8  Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
 9  Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
 10  Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
 11  Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
  12  Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
 
 Makarios (μακάριος) bienaventurado. Se usa en las bienaventuranzas de Mateo 5  y de Lucas 6. De la raíz mak, que indica algo grande o de larga duración. Se trata de un adjetivo que denota felicidad, alguien muy bendecido, digno de ser congratulado. Es una palabra de gracia que expresa un regocijo y una satisfacción especiales, concedidos a la persona que experimenta la salvación. En las bienaventuranzas el Señor indica no solo los caracteres que reciben bendición, sino también la naturaleza de lo que es el mayor bien.

REFLEXIÓN:

Jesús empezó su sermón con palabras que aparentemente se contradecían. Pero la forma en que Dios quiere que vivamos muchas veces contradice la del mundo. Si quiere vivir para Dios debe estar dispuesto a decir y hacer lo que para el mundo parecerá raro. Deberá estar dispuesto a dar cuando otros desean quitar, amar cuando otros odian, ayudar cuando otros abusan. Al hacerlo, un día recibirá todo, mientras los otros terminarán sin nada.  
 En el Sermón del Monte, Jesús bosqueja los atributos primarios de la gente que recibe el Reino. Tenemos aquí la aplicación práctica de los principios, para los discípulos que escuchaban sentados, y para sus sucesores en todos los tiempos. El Señor, aunque comenzó declarando ciertos caracteres sin hacer referencia expresa a ninguno de sus oyentes, no cierra su exposición de las bienaventuranzas sin dar a entender que tales caracteres existían, y que allí estaban frente a él. Por lo tanto, de las características él pasa a las personas que las poseen, diciendo: “Bienaventurados sois cuando os vituperaren”, etc. Y ahora, continuando con su manera personal y directa de hablar a sus oyentes, sorprende a aquellos hombres humildes y desconocidos, declarándolos como los excelsos bienhechores de la especie humana.
Nueve referencias directas al «reino» aparecen en este sermón, y son: humildad, voluntad para sufrir persecución, atención sincera a los mandamientos de Dios, rechazo a sustituir falsa piedad por comportamiento genuinamente correcto, una vida de oración, dar prioridad a los valores espirituales sobre los valores materiales  y, por encima de todo, reconocer el señorío de Cristo obedeciendo la voluntad revelada de Dios.
Claramente, la autoridad que Cristo espera delegar a los suyos, está destinada a discípulos dispuestos a aceptar la renovación del alma y la conducta, así como a renacer mediante el perdón divino. Para estos, obviamente, el llamado a un vivir y un ministrar en el «reino» incluye la esperanza de que el fruto y los dones del Espíritu Santo se desarrollarán en el creyente. El mismo Espíritu que distribuye dones de poder para el servicio del reino, también trabaja en nosotros para producir cualidades reales de vida, amor y un carácter santo.
Multitudes numerosas seguían a Jesús; era el comentario del pueblo y todos querían verlo. Los discípulos, que eran personas bien cercanas a este hombre popular, se vieron tentados a sentirse importantes, orgullosos y a ser posesivos. Estar con Jesús les daba prestigio y una gran oportunidad para obtener riqueza.
La multitud estaba otra vez reunida, pero antes de dirigirse a ella, Jesús llamó a sus discípulos a un lado y les advirtió acerca de la tentación que enfrentarían como ayudantes suyos. No esperen fama y fortuna, les dijo Jesús, sino aflicción, hambre y persecución. Sin embargo, les aseguró que serían recompensados, aunque quizás no en esta vida. Habrá momentos en que seguir a Jesús traerá consigo gran popularidad. Si no vivimos tomando en cuenta las palabras de Jesús en este sermón, nos hallaremos usando el mensaje de Dios solo para promover nuestros intereses personales.

Estas Bienaventuranzas no pueden ser tomadas selectivamente. Uno no escoge lo que quiere y deja el resto, sino que deben tomarse como un todo. Describen lo que debemos ser como seguidores de Cristo.
Cada Bienaventuranza habla de cómo ser afortunado y feliz. Algunas versiones dicen felices o dichosos en vez de bienaventurados. Estas palabras no prometen carcajadas, placer ni prosperidad terrena. Jesús pone de cabeza el concepto terreno de la felicidad. Para Jesús, felicidad es esperanza y gozo, independientemente de las circunstancias externas. Para hallar esperanza y gozo, la forma más profunda de la felicidad, sigue a Jesús a cualquier costo. Cada bienaventuranza incluye una bendición, una descripción de quienes se consideran bendecidos, y una explicación de la bendición.  

Con el anuncio de Jesús de que el Reino se había acercado  naturalmente, la gente preguntaba: "¿Qué necesito hacer para ser parte del Reino de Dios?" Jesús dijo que en el Reino de Dios las cosas no son como en los reinos terrenales. Debían buscar beneficios y recompensas muy distintas de los que los fariseos y publicanos estaban buscando. Mucha gente busca felicidad pero esta fácilmente se desvanece. Muy pocos buscan el gozo de Dios que nunca se desvanece.

¿Son nuestras actitudes una copia del egoísmo, el orgullo y las ansias de poder del mundo, o reflejan el ideal al que Dios nos llamó?

  Jesús dijo que nos regocijáramos cuando somos perseguidos. La persecución puede ser provechosa porque: aparta nuestros ojos de las recompensas terrenas,  aleja a los creyentes superficiales,  fortalece la fe de los que permanecen, y  sirve como ejemplo a los que vendrán después de nosotros. Podemos ser confortados al saber que los grandes profetas de Dios sufrieron persecución (Elías, Jeremías, Daniel). La persecución demuestra nuestra fidelidad. Por ser fieles, en el futuro Dios nos premiará dejándonos entrar en su reino eterno, donde no hay más persecución.

Aquí nuestro Salvador da las características de la gente bienaventurada, o feliz, que para nosotros representan las gracias principales del cristiano:
  Los pobres en espíritu son bienaventurados. Los pobres en espíritu son los que reconocen su pobreza espiritual y, dejando a un lado toda autosuficiencia, buscan la gracia de Dios.Estos llevan sus mentes a su condición cuando es baja. Son humildes y pequeños según su propio criterio. Ven su necesidad, se duelen por su culpa y tienen sed de un Redentor. El reino de la gracia es de los tales; el reino de la gloria es para ellos. De modo que los pobres en espíritu se enriquecen con la plenitud de Cristo, que es el reino en sustancia; y cuando Él les diga desde su gran trono blanco: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros”, los invitará meramente al pleno goce de una herencia que ya poseían.