1 Juan 5; 14-15
Y esta es la confianza que tenemos en
él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en
cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos
hecho.
La base de la
oración es el simple hecho de que Dios escucha nuestras oraciones. La palabra
que usa Juan para confianza es interesante. Es parrésía. En su origen, parrésía
quería decir libertad de palabra, la libertad para hablar ¡libremente que
existe en una verdadera democracia. Más tarde vino a denotar cualquier clase de
confianza. Con Dios tenemos libertad para hablar; Él está siempre a la escucha,
más dispuesto a oír de lo que nosotros estamos a orar. No tenemos que vencer
ninguna dificultad para llegarnos a Su presencia, ni que inducirle a prestarnos
atención. Él está esperando que nos dirijamos a Él.
Sabemos lo que
es a veces estar esperando la llegada del cartero o la llamada de teléfono que
nos traiga noticias de algún ser amado. Con toda reverencia podemos decir que
así está Dios esperando noticias nuestras.
El
principio de la oración es que para que sea contestada debe estar de acuerdo
con la voluntad de Dios. Tres veces establece Juan en sus escritos lo que
podría llamarse las condiciones de la oración
(a) Dice que la
obediencia es una condición de la oración. Recibimos lo que pidamos, porque
guardamos Sus mandamientos (1Jn_3:22 ).
(b) Dice que
permanecer en Cristo es una condición de la oración. Si habitamos en Él, y Sus
palabras habitan en nosotros, pediremos lo que necesitemos, y se nos concederá.
Cuanto más cerca vivamos de Cristo, más oraremos como es debido. Y cuanto más
correctamente oremos, mayor será la respuesta que recibamos.
(c) Dice que
orar en Su nombre es una condición de la oración. Si pedimos alguna cosa en Su
nombre, Él la hará (Jua_14:14 ). La prueba definitiva de cualquier petición es:
¿Podemos decirle a Jesús: «Dame esto por causa de Ti y en Tu nombre?»
La oración debe ser de
acuerdo con la voluntad de Dios. Jesús nos enseña a pedir: «Hágase Tu voluntad,»
y no: "Cámbiese Tu voluntad;» «Haz conmigo lo que Tú quieras,» y no lo que
yo quiero. Jesús mismo, en el momento de Su gran agonía y crisis, oro: «No como
Yo quiero, sino lo que Tú... Hágase Tu voluntad» (Mat_26:39; Mat_26:42 ).
Si sabemos que
Dios nos oye para concedernos las peticiones que le hayamos hecho, sabemos
también que nos las concede, aunque no necesariamente en la forma pedida. Sirve
de ejemplo de esto el caso de Pablo (2Co_12:7-10). Pablo pidió una cosa y Dios
le oyó pero no en la forma pedida. No obstante, después pudo Pablo aprobar la
forma en que Dios (siendo infinitamente más sabio) sí le contestó su petición.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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