} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL ARRESTO DE JESÚS EN EL HUERTO

lunes, 25 de octubre de 2021

EL ARRESTO DE JESÚS EN EL HUERTO

 

 

Jn 18;1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.

Jn18:2  Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.

Jn 18:3  Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.

Jn 18:4  Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?

Jn 18:5  Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.

Jn 18:6  Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.

Jn 18:7  Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús nazareno.

Jn 18:8  Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;

Jn 18:9  para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.

Jn 18:10  Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.

Jn 18:11  Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa(A) que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?  

 

 

           Cuando terminaron la última cena, y Jesús acabó de hablar con Sus discípulos y de orar a Su Padre, salieron del aposento alto. Se dirigieron al Huerto de Getsemaní. Saldrían por una cancela, bajarían el empinado valle y cruzarían el canal del arroyo Cedrón. Allí tiene que haber sucedido algo simbólico. Todos los corderos pascuales se mataban en el templo, y su sangre se derramaba sobre el altar como ofrenda a Dios. El número de corderos que se sacrificaban en la Pascua era inmenso. En una ocasión, treinta años después de esta escena, se hizo un censo que dio por resultado el total de 256,000 corderos. Podemos figurarnos cómo estarían de sangre los atrios del templo cuando se echaba toda aquella sangre sobre el altar. Desde este había un canal hasta el torrente Cedrón, y era por donde se drenaba la sangre. Cuando Jesús cruzó el torrente, estaría todavía rojo de la sangre de los corderos que se habían sacrificado; y Él pensaría en Su propio Sacrificio, que habría de consumarse a las pocas horas.

Después de cruzar el canal del Cedrón, llegaron al Monte de los Olivos. En una de sus laderas estaba el Huerto de Getsemaní, que quiere decir «de la almazara», donde se molerían las aceitunas que producían los olivos del monte. Bastantes familias acomodadas tenían allí sus chalés. En la ciudad no había sitio para casas de recreo; y, además, había prohibiciones ceremoniales de usar estiércol en el recinto de la ciudad santa.

Hasta el día de hoy se enseña a los turistas un jardincillo que cuidan amorosamente los franciscanos en el que hay ocho viejos olivos de tal fuste que más parecen rocas que árboles, como decía el famoso viajero de las Tierras de la Biblia H. V. Morton. Su edad se remonta, de seguro, hasta antes de la conquista musulmana de Palestina, y es posible que sean descendientes de los que presenciaron la agonía de Jesús en Getsemaní. De todas maneras, aquellos senderos zigzagueantes fueron los que recorrió Jesús en Sus paseos.

Así es que Jesús fue a aquel huerto. Es probable que algún amigo de Jesús de buena posición Le diera la llave de la cancela y Le permitiera retirarse allí cuando estaba en Jerusalén. Jesús y Sus discípulos solían ir allí en busca de un poco de paz y tranquilidad. Judas sabía que allí podía encontrar a Jesús y sería de lo más fácil perpetrar Su arresto.

Hay algo sorprendente acerca de la fuerza que se movilizó para arrestar a Jesús. Juan dice que era una compañía de soldados, además de algunos agentes de los principales sacerdotes y de los fariseos. Esos agentes pertenecerían a la policía del templo. Las autoridades tenían una especie de cuerpo de policía privada para mantener el orden en el templo, y el sanedrín también tenía guardias a sus órdenes. Los agentes, por tanto, serían policías judíos; pero también había una compañía de soldados Romanos. La palabra es speira, que, si se usa correctamente y estamos en lo cierto, puede tener tres significados. Es la palabra griega para designar la cohorte romana, que solía constar de seiscientos hombres. Si era una cohorte de soldados auxiliares, la speira tendría mil hombres, doscientos cuarenta de los cuales serían de caballería, y los otros setecientos sesenta de infantería. A veces, en raras ocasiones, esta palabra designa un destacamento de hombres que se solía llamar un manípulo («cada una de las treinta unidades tácticas en que se dividía la antigua legión romana», D R.A E.), que estaría formado por doscientos hombres.

Aunque tomemos la palabra en este último sentido, ¡qué expedición se mandó para arrestar a un carpintero galileo desarmado! En los días de la Pascua siempre había soldados extra en Jerusalén, acuartelados en la Torre Antonia que daba al templo, así es que habría hombres disponibles. ¡Qué importancia le daban al poder de Jesús! Cuando las autoridades decidieron arrestarle, mandaron casi un ejército.

Pocas escenas evangélicas nos revelan las cualidades de Jesús tan bien como la de Su arresto en el huerto.

(i) Nos muestra Su valor. En la Pascua había luna llena, y se veía de noche casi como de día, pero los enemigos de Jesús habían venido con teas y antorchas. ¿Por qué? No las necesitaban. Tienen que haber pensado que tal vez tendrían que buscar entre los árboles o por las cuevas del monte. Pero, lejos de esconderse, Jesús les salió al encuentro. «¿A quién estáis buscando?» -les preguntó. "¡A Jesús de Nazaret!» -Le contestaron. Y Jesús a ellos: "¡Yo soy!» El que pensaban que tendrían que buscar entre los árboles y por las cuevas estaba delante de ellos. Aquí tenemos el valor de un Hombre que da la cara.

Durante la Guerra Civil española, una ciudad estaba sitiada. Había algunos que se querían rendir; pero surgió un líder que dijo: "Es mejor morir de pie que vivir de rodillas.»

(ii) Nos muestra Su autoridad. Allí estaba un Hombre solo y desarmado. Tenía enfrente centenares de hombres de guerra, armados y equipados. Sin embargo, cara a cara con Él, retrocedieron y cayeron por tierra. Fluía de Jesús una autoridad que Le hacía más fuerte que el poder de los ejércitos.

(iii) Nos muestra que Jesús eligió morir. De nuevo está claro que podría haber conservado la vida si hubiera querido. Podría haber pasado por en medio de ellos y haberse marchado, pero no lo hizo. Hasta ayudó a Sus enemigos a que Le arrestaran. No rehuyó, sino eligió morir.

(iv) Nos muestra Su amor protector. No pensó en Sí mismo, sino en Sus amigos. " Aquí Me tenéis. Yo soy el que buscáis. Así que prendedme a Mí, y dejad que estos se vayan.» Entre las muchas historias inmortales de la Segunda Guerra Mundial resalta la del misionero   Tarrawa, Alfred Sadd. Cuando llegaron los japoneses a su isla, le pusieron en una fila con otros veinte, casi todos soldados de Nueva Zelanda que había formado parte de la guarnición. Los japoneses pusieron la bandera británica en el suelo y mandaron a Sadd que la pisoteara. Él marchó hacia la bandera y, al llegar, dio media vuelta a la derecha. Le mandaron otra vez que la pisara, y esta vez torció hacia la izquierda. La tercera vez le obligaron a llegar a la bandera, y él cuando llegó, la tomó en sus brazos y la besó. Cuando los japoneses los sacaron a todos para fusilarlos, muchos eran muy jóvenes y tenían miedo, pero Alfred Sadd les dio ánimo. Se pusieron en fila, con él en medio; pero, de pronto, él salió de la fila, se puso delante de los demás y les dirigió palabras de aliento. Cuando terminó, volvió atrás, pero se quedó un poco por delante de los demás, para ser el primero en morir. Alfred Sadd tenía más presentes los problemas de los otros que los suyos. El amor protector de Jesús abrazó a Sus discípulos hasta en Getsemaní.

(v) Nos muestra Su total obediencia. " ¿Es que no voy a beber el cáliz que Me ha asignado el Padre?» Esa era la voluntad de Su Padre, y con eso bastaba. Jesús fue fiel hasta la muerte a Su misión y al Que Le había enviado.

Hay un personaje en esta escena al que tenemos que hacer justicia, y es Pedro. Él, uno solo, desenvainó la espada contra centenares. Muy pronto Pedro había de negar a Su Maestro; pero en aquel momento estaba dispuesto a enfrentarse solo contra centenares por Cristo. Es muy fácil hablar de la cobardía y del fallo de Pedro; pero no debemos olvidar el sublime valor que desplegó en este momento.

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