} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EVIDENCIAS DE NUESTRA SALVACIÓN

martes, 19 de octubre de 2021

EVIDENCIAS DE NUESTRA SALVACIÓN

 

 

Filipenses 2:12  Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,

 13  porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

 

                Pablo exhorta a los Filipenses mucho más que a vivir en unidad en una situación dada; los exhorta a vivir una vida que conduzca a la salvación de Dios en el tiempo y en la eternidad.

En ningún otro lugar del Nuevo Testamento se presenta la obra de la salvación de una manera tan sucinta como aquí. Como la antigua versión Reina-Valera ponía los versículos 12 y 13: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.» Como siempre, Pablo escoge también aquí sus palabras cuidadosamente.

Ocupaos en vuestra salvación; la palabra que usa para ocupaos es katergázesthai, que contiene siempre la idea de llevar a su culminación. Es como si Pablo dijera: «¡No os paréis a mitad de camino! Seguid adelante hasta que la obra de vuestra salvación se realice plenamente en vosotros.» Ningún cristiano debería conformarse con nada menos que los beneficios totales del Evangelio. Ocupaos aquí tiene el sentido de procurar cumplimiento, no de ocuparse para  la salvación. Jamás podríamos hacerlo. La palabra salvación (rescate) significa que no podemos salvarnos a nosotros mismos (Juan 15:4, 5 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 5  Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.; 1 Cor. 15:10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.; Ef. 2:5, 9 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo  (por gracia sois salvos), 6  y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7  para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8  Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  9  no por obras, para que nadie se gloríe.  ), pero sí podemos y debemos vivir vidas que muestren el poder salvífico de Dios del que nos hemos apropiado.

" Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad.» La palabra que usa Pablo para obrar y hacer es la misma, el verbo energuein. Hay aquí dos cosas significativas; siempre se usa de la acción de Dios, y de una acción efectiva. La obra de Dios no se puede frustrar, ni quedarse a medias; tiene que ser efectiva y completa. Tenemos nuestra parte en esto, pero lo que lo hace posible es el obrar de Dios en nosotros. Dios nos da tanto el deseo como la fuerza para hacer lo que le agrada a él.

 

Como hemos dicho, este pasaje presenta perfectamente la obra de la salvación.

(i) La salvación es cosa de Dios:

 (a) Es Dios Quien obra en nosotros el deseo de ser salvos. Es verdad que " nuestros corazones están inquietos hasta que encuentran el reposo en Él," y también lo es que «no habríamos podido ni siquiera empezar a buscarle si no fuera porque Él ya nos ha encontrado.» (Agustín). El deseo de la salvación de Dios no lo alumbra ninguna emoción humana, sino Dios mismo. El principio del proceso de nuestra salvación lo despierta Dios.

(b) La continuación de ese proceso depende de Dios. Sin Su ayuda no podemos progresar en la bondad, ni conquistar ningún pecado, ni lograr ninguna virtud.

(c) El final del proceso de nuestra salvación está en Dios, porque es la amistad con Dios, cuando somos Suyos y Él es nuestro. La obra de nuestra salvación empieza, prosigue y termina en Dios.

(ii) Esto tiene otra cara. La salvación es cosa del ser humano. «Ocupaos de vuestra propia salvación,» pide Pablo. Sin la cooperación de la persona, hasta Dios es incapaz. Es un hecho que uno tiene que recibir un beneficio o un regalo. Uno puede estar enfermo, y el médico receta las medicinas que le pueden sanar; pero si no se las aplica y rechaza testarudamente toda ayuda, no tiene remedio. Así sucede con la salvación. Dios nos la ofrece; si no, no la conseguiríamos de ninguna manera. Pero nadie puede recibir la salvación a menos que responda al ofrecimiento de Dios y tome lo que Dios le da.

 

No puede haber salvación aparte de Dios; pero lo que Dios ofrece, el ser humano lo tiene que recibir. No es nunca Dios el que retiene la salvación, sino la persona la que se priva de ella.

 

Cuando examinamos la línea de pensamiento de este pasaje vemos que Pablo establece lo que podemos llamar cinco señales de la salvación.

(i) Está la evidencia de la acción efectiva. El cristiano debe dar evidencia constante en su vida diaria de que está ocupándose realmente de su propia salvación; día a día debe ir cumpliéndose más plenamente. La gran tragedia de muchos de nosotros es que no adelantamos nada nunca. Seguimos siendo víctimas de los mismos hábitos y esclavos de las mismas tentaciones y culpables de los mismos fracasos. Pero la verdadera vida cristiana debe ser un progreso continuo, porque es un viaje hacia Dios.

(ii) Está la evidencia del temor y temblor. No se trata del terror y del temblor del esclavo que tiene le tiene un miedo cerval a su amo, ni tampoco del miedo y el temblor ante la perspectiva del castigo. Procede de dos cosas:

 En primer lugar, de un sentimiento de nuestra propia criaturidad y de nuestra propia impotencia para enfrentarnos triunfalmente con la vida. Es decir: no es el temor y temblor que nos hace escondernos de Dios, sino más bien el temor y temblor que nos impulsa a arrojarnos en Sus brazos, con la seguridad de que sin Su ayuda no podemos enfrentarnos efectivamente con la vida.

 Procede, en segundo lugar, del horror de ofender a Dios. Cuando amamos de veras a una persona, no tememos el mal que nos pueda hacer, sino el que le podamos hacer nosotros. El gran temor del cristiano es el crucificar a Cristo otra vez.

(iii) Está la señal de la serenidad y la certeza. El cristiano lo hace todo sin murmuraciones ni discusiones. La palabra que usa Pablo para murmuraciones es poco corriente, gonguysmós. En el griego de las Sagradas Escrituras tiene una conexión especial. Es la palabra que se usa para las murmuraciones rebeldes de los israelitas durante su peregrinación por el desierto. El pueblo murmuró contra Moisés (Exo_15:24 ; Exo_16:2 ; Num_16:41 ). Gonguysmós es una palabra onomatopéyica: describe el murmullo en voz baja, amenazador, descontento, de una multitud que desconfía de sus dirigentes y que está al borde de la rebelión. La palabra que usa Pablo para discusiones es- dialoguismós, que describe las disputas inútiles, y a veces malintencionadas. La vida cristiana tiene la serenidad y la certeza de la perfecta confianza.

(iv) Está la señal de la pureza. Los cristianos, como dice la versión Reina-Valera, han de ser irreprochables, sencillos y sin mancha. Cada una de estas palabras hace una contribución a la idea de la pureza cristiana.

(a) La palabra traducida por irreprochables es amemptós, y expresa lo que es el cristiano para el mundo. Su vida es de tal pureza que no hay nadie que pueda encontrar en ella nada que reprochar. A menudo se dice en los tribunales de justicia que los procedimientos no sólo deben ser justos, sino también parecerlo, es decir, que se vea que lo son. El cristiano no solo debe ser puro, sino que la pureza de su vida debe estar a la vista de todo el que quiera ver.

(b) La palabra traducida por sencillo es akéraios, que expresa lo que el cristiano es en sí mismo. Akéraios quiere decir literalmente sin mezcla, no adulterado. Se usa, por ejemplo, del vino o la leche a los que no se les ha añadido agua, o del metal que no tiene aleaciones. Cuando se usa de las personas implica que no tienen motivos bastardos. La pureza cristiana debe desembocar en una sinceridad total de pensamiento y carácter.

(c) La palabra traducida por sin mancha es ámómos, que describe lo que es el cristiano a los ojos de Dios. Esta palabra se usa especialmente en relación con los sacrificios que son aptos para ofrecerse en el altar de Dios. La vida cristiana debe ser tal que se pueda ofrecer como sacrificio sin mancha a Dios.

La pureza cristiana es irreprochable a los ojos del mundo, sincera para consigo y apta para soportar el escrutinio de Dios.

(v) Está la señal del esfuerzo misionero. El cristiano ofrece a todos la palabra de vida, es decir, la palabra que da la vida. Este esfuerzo misionero tiene dos aspectos. (a) Es la proclamación del ofrecimiento del Evangelio con palabras claras e inconfundibles. (b) Es el testimonio de una vida que es absolutamente recta en un mundo retorcido y pervertido. Es el ofrecimiento de la luz en un mundo tenebroso. Los cristianos debemos ser luces en el mundo. La palabra que se usa para luces (fóstéres) es la misma que se usa en la historia de la Creación del Sol y de la Luna, que Dios colocó en el firmamento de los cielos para que iluminaran la Tierra Gen_1:14-18. El cristiano ofrece y muestra rectitud en un mundo retorcido y luz en un mundo tenebroso.

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