Mar 14:32 Vinieron, pues, a un lugar que se llama
Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
Mar 14:33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a
angustiarse.
Mar 14:34 Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí
y velad.
Mar 14:35 Yéndose un poco
adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella
hora.
Mar 14:36 Y decía: Abba, Padre,
todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
Mar 14:37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes?
¿No has podido velar una hora?
Mar 14:38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.
Mar 14:39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.
Mar 14:40 Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos
estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle.
Mar 14:41 Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y
descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
Mar 14:42 Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.
La historia de la agonía de
nuestro Señor en el jardín, de Getsemaní es uno de los pasajes profundos y
misteriosos de las Escrituras. Contiene cosas que los más sabios teólogos no pueden explicar
satisfactoriamente. Sin embargo se descubren en ella verdades obvias y
sencillas que son de la mayor importancia. Este es un pasaje que casi nos da
miedo leer, porque nos introduce en la agonía privada de Jesús.
Haberse quedado en el aposento alto habría
sido peligroso. Con las autoridades en Su búsqueda, y con Judas decidido a
traicionarle, el aposento alto podía haber sido una encerrona. Pero Jesús tenía
otro lugar al que retirarse. En hebreo, Getsemaní significa “fábrica de
aceite”. Aparentemente era un jardín privado fuera de los límites de la ciudad
de Jerusalén, en el Monte de los Olivos. Era ilegal tener jardines dentro del perímetro
urbano ya que el abono necesario para las plantas hacía al lugar
ceremonialmente impuro. Tal vez Jesús iba al jardín con mucha frecuencia, y aún
es probable que pernoctara allí con sus discípulos en la Semana de Pascua;
Judas conocía muy bien el lugar. Pero algunos de los ricos tenían jardines
privados en el monte de los Olivos, adonde se retiraban a descansar. Jesús
tiene que haber tenido algún amigo suficientemente acomodado que Le permitía
usar su jardín por la noche.
Cuando
Jesús fue a Getsemaní había dos cosas que necesitaba perentoriamente. Necesitaba
la compañía humana, y necesitaba la compañía de Dios. «No es bueno que el
hombre esté solo,» había dicho Dios en el principio Gen_2:18). En momentos de
angustia queremos tener a alguien con nosotros. No es que queramos que haga
nada en particular, ni que queramos decirle nada ni que nos hable. Simplemente
que esté con nosotros. Así Le pasaba a Jesús.
Observemos,
en primer lugar, cuan agudamente sintió
el Señor la carga de los pecados del mundo. Está escrito que " comenzó
a atemorizarse, y a angustiarse en gran
manera; y les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte," y que
"se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella
hora... ¡Jesús se encontraba en un estado de profunda
ansiedad! Son términos fuertes en griego. Como lectores modernos estamos en
terreno muy santo al adentrarnos en el Jardín y ver al Hijo de Dios en el que
quizás sería su momento más vulnerable. Jesús debió compartirlo con sus
discípulos después de la resurrección. Posiblemente su intención fuese ayudar a
quienes enfrentaban tentación, y para quienes buscaban entender la agonía y el
costo de la experiencia de Jesús en el Calvario.
Una sola es la explicación razonable que puede
darse de esas expresiones. No las arrancó de los labios de nuestro Señor el
miedo a los sufrimientos físicos de la
muerte; fue la convicción de la humana maldad, cuyo peso empezó en aquel
momento a agobiarlo de una manera especial; fue la conciencia del peso indecible de nuestros pecados, que entonces
comenzó a oprimirlo. Fue "hecho maldición en lugar nuestro." Se cargó
con nuestros dolores y se echó sobre sus
hombros nuestros pesares para cumplir la promesa que lo trajo a la
tierra. Iba "a ser pecado por nosotros cuando El no conoció el
pecado." Su santa naturaleza sentía
de una manera exquisita la carga asquerosa que se había echado encima. Estas
eran las razones de su angustia extraordinaria.
Debemos ver en la agonía de nuestro Señor en
Getsemaní la horrible criminalidad del pecado. Es un modismo del Antiguo Testamento (véase Salmos 42:5) que expresa
la tremenda intensidad contenida en la redención de la Humanidad pecadora. Todo
el Salmo 42 transmite el rechazo y muerte de Jesús, al igual que el Salmos 22.
Algo de esta confrontación puede ser intuida en el paralelo de Lucas 22:43-44 donde se narra que un ángel vino a ministrarle
y sudó grandes gotas de sangre. La victoria sobre el Maligno fue ganada en el jardín.
Punto es este en que las apreciaciones de los que se llaman cristianos se quedan muy lejos de lo que
debieran. La manera ligera e indiferente con que se habla de pecados tales como
jurar, violar el día del Señor, mentir,
y otros semejantes, es una prueba muy triste de la pobre condición en
que se encuentran los sentimientos morales de los hombres. Que el recuerdo
de Getsemaní produzca en nosotros un
afecto santificante. Hagan otros lo que
les plazca, pero no nos permitamos nosotros hablar del pecado en tono de
chanza.
“Abba” Significa “papito”, y es un término
arameo y familiar que los niños utilizaban para dirigirse a sus padres. “Abbí” Padre mío. Jesús tenía una intimidad
familiar con YHWH (Hebreos 1:2; 3:6; 5:8; 7:28), y su muerte la hará extensiva
a nosotros. En este contexto es la única vez que Jesús usa la palabra aramea
(ejemplo en el texto griego). También revela la intensidad de la lucha que
afrontaba en ese momento de tentación carnal (ejemplo cuando expresa la
intensidad de sus emociones cayéndose al suelo y orando tres veces). Aquí se
jugaba su suerte, era su oportunidad de modificar la opinión del Padre sobre el
Calvario. ¡Clamó a YHWH con el término más íntimo y familiar!, pese a lo cual
toda oración finalizaba con el “no sea mi voluntad sino la tuya”. Dios Padre
demostró su amor para la Humanidad caída al no satisfacer la voluntad expresa
de Jesús.
¡Tenía que haber un supremo sacrificio para
eliminar el pecado, lo cual no era fácil y tenía un alto costo emocional y
físico para Jesús y el Padre!
Jesús nos conoce porque entiende todas las
tentaciones humanas (aún sin tener pecado). ¡El temor, el terror y el fracaso
no son pecados! ¡La victoria se ganó en el Getsemaní!
- “Padre” En el Evangelio de Marcos utiliza
generalmente palabras y frases arameas lengua que bien pudo hablar Jesús y los
discípulos. Marcos traduce cada una de ellas, lo que demuestra que no escribía
para lectores judíos, sino para gentiles, y probablemente romanos, porque se
encuentran muchos términos y frases latinas.
Notemos, en
segundo lugar, el ejemplo que el Señor nos da de la importancia de la oración
en época de angustia. En la hora de sus agonías lo vemos emplear este gran remedio. Dos veces se nos dice que cuando sentía su alma muy triste,
"oraba...
Nunca hallaremos una prescripción mejor para
el paciente que la aflicción abruma. A Dios debemos dirigirnos ante todo en
nuestras angustias. La primera queja
debe ser en forma de plegaria. Posible es que no recibamos una respuesta
inmediata; que no se nos conceda de momento el alivio que necesitamos; que el dolor que nos pone a prueba no se remueva
ni desaparezca; pero el acto tan solo de desahogar nuestro corazón, y abrir
nuestro pecho ante el trono de la
gracia, nos hará un gran bien. Muy sabio y muy profundo es el consejo de
Santiago: " ¿Está alguien afligido? Que ore." Santiago_6:13.
Notemos, en
tercer lugar, el ejemplo tan notable que el Señor nos da del sometimiento de la
voluntad a la voluntad de Dios. Aunque su humana naturaleza sentía profundamente la presión de los
crímenes del mundo, ora, sin embargo, y, pide que "si fuera posible"
pasase de El aquella hora. "Aparta de mí este cáliz: empero no lo que yo quiero, sino lo
que tú...
No podemos imaginar un grado de perfección más
alto que el que aquí se nos presenta. Aceptar pacientemente lo que Dios nos
envía, no agradarnos sino lo que a Dios
agrada, no desear otra cosa que lo que Dios aprueba, preferir el dolor, si a
Dios le place enviarlo, al placer, si Dios no cree conveniente concederlo, someterse sufrido a lo que Dios ordena, y no
conocer otra voluntad sino la Suya, este es el grado más elevado a que podemos
aspirar, y la conducta de nuestro Señor
en Getsemaní es el modelo más perfecto de esa elevación moral.
Luchemos y trabajemos por tener "la idea
que Cristo tenía" respecto a este particular. Procuremos adquirir el poder de mortificar nuestra voluntad independiente, y pidámoslo así diariamente en
nuestras oraciones. Seremos felices si así lo hacemos; que nada produce en el
mundo más disgustos que dar rienda
suelta a nuestros deseos. Pedir
esa facultad en nuestras oraciones es la prueba mejor de tener gracia.
Ciencia, dones, convicciones, sentimientos y
deseos, son evidencias inciertas, que suelen a menudo hallarse en
personas no convertidas. Pero el aumento progresivo de esa disposición a
someter nuestras voluntades a la
voluntad de Dios, es un signo muy saludable; muestra que estamos verdaderamente
"creciendo en gracia, y en el conocimiento de Jesucristo...
Notemos,
finalmente, en estos versículos, cuanta debilidad puede encontrarse aun en los
mejores cristianos. Tenemos una comprobación lamentable de este aserto en la conducta de Pedro, de Santiago y
de Juan. Se durmieron
cuando debían haber estado velando y orando; se durmieron aunque nuestro Señor
los invitó a que velasen con El; se
durmieron aunque poco tiempo antes se les habla apercibido del peligro que se
acercaba, y de que su fe iba a flaquear; se
durmieron, aunque acababan de salir de la mesa del Señor, en que habían
tenido lugar escenas tan tiernas y tan solemnes. Nunca se habían tenido
antes pruebas más convincentes de que
los mejores de los hombres no son más que hombres, y que, mientras que los
santos viven en la tierra, están sujetos a
muchas flaquezas.
Estas
cosas se han escrito para nuestra enseñanza; en nuestra mano está que no se
hayan escrito en vano. Estemos siempre en guardia contra una disposición indolente, perezosa, inerte en religión, que
nos es muy natural a todos, especialmente en todo el que se refiere a oraciones
privadas. Cuando sintamos que ese
espíritu se va apoderando de nosotros, recordemos a Pedro, a Santiago, a
Juan en el jardín, y tengamos cuidado.
El consejo que con tanta solemnidad dirige
nuestro Señor a sus discípulos debería estar resonando siempre en nuestros oídos,
"Velad, y orad, no sea que caigáis
en tentación. El espíritu está en verdad pronto, pero la carne es débil." Este es el
lema que debería adoptar el cristiano desde el momento de su conversión hasta la hora de la muerte.
¿Somos verdaderos cristianos? ¿Deseamos
mantener nuestras almas despiertas? No olvidemos que tenemos una doble
naturaleza interna; un "espíritu" pronto y una "carne" débil, una naturaleza
carnal inclinada al mal, y una naturaleza espiritual inclinada al bien. Estas
dos son contrarias. Gal_5:17. El pecado y el
diablo encontrarán siempre cómplices en nuestros corazones; y si no
crucificamos y dominamos la carne, ella nos gobernará a menudo y nos cubrirá
de vergüenza.
¿Somos verdaderos cristianos y queremos
mantener nuestras almas despiertas? Pues no olvidemos nunca "velar y
orar." Velemos como soldados, que
estamos en país enemigo, y tenemos que estar siempre en guardia. Tenemos que
combatir diariamente y diariamente
guerrear. El reposo del cristiano es aún futuro. Oremos, pues, sin cesar, de
una manera regular, habitual y
cuidadosa, y en períodos marcados. Debemos orar y vigilar, y vigilar lo mismo
que orar. Velar sin orar es presunción y
confianza necia. Orar sin velar es fanatismo y entusiasmo. Aquel que conoce su
debilidad, y conociéndola vela y ora,
ese es el que será sostenido y no se le permitirá caer.
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