} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: HÁGASE TU VOLUNTAD

lunes, 18 de octubre de 2021

HÁGASE TU VOLUNTAD

 

 

Mar 14:32  Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

Mar 14:33  Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.

Mar 14:34  Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.

Mar 14:35  Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora.

Mar 14:36  Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.

Mar 14:37  Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?

Mar 14:38  Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Mar 14:39  Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.

Mar 14:40  Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle.

Mar 14:41  Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.

Mar 14:42  Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.

 

       

                 La historia de la agonía de nuestro Señor en el jardín, de Getsemaní es uno de los pasajes profundos y misteriosos de las Escrituras. Contiene cosas que los  más sabios teólogos no pueden explicar satisfactoriamente. Sin embargo se descubren en ella verdades obvias y sencillas que son de la mayor importancia. Este es un pasaje que casi nos da miedo leer, porque nos introduce en la agonía privada de Jesús.

Haberse quedado en el aposento alto habría sido peligroso. Con las autoridades en Su búsqueda, y con Judas decidido a traicionarle, el aposento alto podía haber sido una encerrona. Pero Jesús tenía otro lugar al que retirarse. En hebreo, Getsemaní significa “fábrica de aceite”. Aparentemente era un jardín privado fuera de los límites de la ciudad de Jerusalén, en el Monte de los Olivos. Era ilegal tener jardines dentro del perímetro urbano ya que el abono necesario para las plantas hacía al lugar ceremonialmente impuro. Tal vez Jesús iba al jardín con mucha frecuencia, y aún es probable que pernoctara allí con sus discípulos en la Semana de Pascua; Judas conocía muy bien el lugar. Pero algunos de los ricos tenían jardines privados en el monte de los Olivos, adonde se retiraban a descansar. Jesús tiene que haber tenido algún amigo suficientemente acomodado que Le permitía usar su jardín por la noche.

    Cuando Jesús fue a Getsemaní había dos cosas que necesitaba perentoriamente. Necesitaba la compañía humana, y necesitaba la compañía de Dios. «No es bueno que el hombre esté solo,» había dicho Dios en el principio Gen_2:18). En momentos de angustia queremos tener a alguien con nosotros. No es que queramos que haga nada en particular, ni que queramos decirle nada ni que nos hable. Simplemente que esté con nosotros. Así Le pasaba a Jesús.  

  Observemos, en primer lugar, cuan agudamente sintió el Señor la carga de los pecados del mundo. Está escrito que " comenzó a atemorizarse, y a angustiarse  en gran manera; y les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte," y que "se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora... ¡Jesús se encontraba en un estado de profunda ansiedad! Son términos fuertes en griego. Como lectores modernos estamos en terreno muy santo al adentrarnos en el Jardín y ver al Hijo de Dios en el que quizás sería su momento más vulnerable. Jesús debió compartirlo con sus discípulos después de la resurrección. Posiblemente su intención fuese ayudar a quienes enfrentaban tentación, y para quienes buscaban entender la agonía y el costo de la experiencia de Jesús en el Calvario.

Una sola es la explicación razonable que puede darse de esas expresiones. No las arrancó de los labios de nuestro Señor el miedo a los sufrimientos físicos de  la muerte; fue la convicción de la humana maldad, cuyo peso empezó en aquel momento a agobiarlo de una manera especial; fue la conciencia del peso  indecible de nuestros pecados, que entonces comenzó a oprimirlo. Fue "hecho maldición en lugar nuestro." Se cargó con nuestros dolores y se echó sobre sus  hombros nuestros pesares para cumplir la promesa que lo trajo a la tierra. Iba "a ser pecado por nosotros cuando El no conoció el pecado." Su santa naturaleza  sentía de una manera exquisita la carga asquerosa que se había echado encima. Estas eran las razones de su angustia extraordinaria.

Debemos ver en la agonía de nuestro Señor en Getsemaní la horrible criminalidad del pecado. Es un modismo del Antiguo Testamento (véase Salmos 42:5) que expresa la tremenda intensidad contenida en la redención de la Humanidad pecadora. Todo el Salmo 42 transmite el rechazo y muerte de Jesús, al igual que el Salmos 22. Algo de esta confrontación puede ser intuida en el paralelo de Lucas 22:43-44  donde se narra que un ángel vino a ministrarle y sudó grandes gotas de sangre. La victoria sobre el Maligno fue ganada en el jardín. Punto es este en que las apreciaciones de los que se llaman  cristianos se quedan muy lejos de lo que debieran. La manera ligera e indiferente con que se habla de pecados tales como jurar, violar el día del Señor, mentir,  y otros semejantes, es una prueba muy triste de la pobre condición en que se encuentran los sentimientos morales de los hombres. Que el recuerdo de  Getsemaní produzca en nosotros un afecto santificante. Hagan otros lo que les plazca, pero no nos permitamos nosotros hablar del pecado en tono de chanza.

“Abba” Significa “papito”, y es un término arameo y familiar que los niños utilizaban para dirigirse a sus padres.  “Abbí” Padre mío. Jesús tenía una intimidad familiar con YHWH (Hebreos 1:2; 3:6; 5:8; 7:28), y su muerte la hará extensiva a nosotros. En este contexto es la única vez que Jesús usa la palabra aramea (ejemplo en el texto griego). También revela la intensidad de la lucha que afrontaba en ese momento de tentación carnal (ejemplo cuando expresa la intensidad de sus emociones cayéndose al suelo y orando tres veces). Aquí se jugaba su suerte, era su oportunidad de modificar la opinión del Padre sobre el Calvario. ¡Clamó a YHWH con el término más íntimo y familiar!, pese a lo cual toda oración finalizaba con el “no sea mi voluntad sino la tuya”. Dios Padre demostró su amor para la Humanidad caída al no satisfacer la voluntad expresa de Jesús.

¡Tenía que haber un supremo sacrificio para eliminar el pecado, lo cual no era fácil y tenía un alto costo emocional y físico para Jesús y el Padre!

Jesús nos conoce porque entiende todas las tentaciones humanas (aún sin tener pecado). ¡El temor, el terror y el fracaso no son pecados! ¡La victoria se ganó en el Getsemaní!

- “Padre” En el Evangelio de Marcos utiliza generalmente palabras y frases arameas lengua que bien pudo hablar Jesús y los discípulos. Marcos traduce cada una de ellas, lo que demuestra que no escribía para lectores judíos, sino para gentiles, y probablemente romanos, porque se encuentran muchos términos y frases latinas.

Notemos, en segundo lugar, el ejemplo que el Señor nos da de la importancia de la oración en época de angustia. En la hora de sus agonías lo vemos emplear  este gran remedio. Dos veces se nos  dice que cuando sentía su alma muy triste, "oraba...

Nunca hallaremos una prescripción mejor para el paciente que la aflicción abruma. A Dios debemos dirigirnos ante todo en nuestras angustias. La primera  queja debe ser en forma de plegaria. Posible es que no recibamos una respuesta inmediata; que no se nos conceda de momento el alivio que necesitamos; que  el dolor que nos pone a prueba no se remueva ni desaparezca; pero el acto tan solo de desahogar nuestro corazón, y abrir nuestro pecho ante el trono de la  gracia, nos hará un gran bien. Muy sabio y muy profundo es el consejo de Santiago: " ¿Está alguien afligido? Que ore." Santiago_6:13.

Notemos, en tercer lugar, el ejemplo tan notable que el Señor nos da del sometimiento de la voluntad a la voluntad de Dios. Aunque su humana naturaleza  sentía profundamente la presión de los crímenes del mundo, ora, sin embargo, y, pide que "si fuera posible" pasase de El aquella hora. "Aparta de mí este  cáliz: empero no lo que yo quiero, sino lo que tú...

No podemos imaginar un grado de perfección más alto que el que aquí se nos presenta. Aceptar pacientemente lo que Dios nos envía, no agradarnos sino lo  que a Dios agrada, no desear otra cosa que lo que Dios aprueba, preferir el dolor, si a Dios le place enviarlo, al placer, si Dios no cree conveniente concederlo,  someterse sufrido a lo que Dios ordena, y no conocer otra voluntad sino la Suya, este es el grado más elevado a que podemos aspirar, y la conducta de nuestro  Señor en Getsemaní es el modelo más perfecto de esa elevación moral.

Luchemos y trabajemos por tener "la idea que Cristo tenía" respecto a este particular. Procuremos adquirir el poder de mortificar nuestra voluntad  independiente, y pidámoslo así diariamente en nuestras oraciones. Seremos felices si así lo hacemos; que nada produce en el mundo más disgustos que dar  rienda suelta a nuestros deseos. Pedir esa facultad en nuestras oraciones es la prueba mejor de tener gracia. Ciencia, dones, convicciones, sentimientos y  deseos, son evidencias inciertas, que suelen a menudo hallarse en personas no convertidas. Pero el aumento progresivo de esa disposición a someter nuestras  voluntades a la voluntad de Dios, es un signo muy saludable; muestra que estamos verdaderamente "creciendo en gracia, y en el conocimiento de Jesucristo...

Notemos, finalmente, en estos versículos, cuanta debilidad puede encontrarse aun en los mejores cristianos. Tenemos una comprobación lamentable de este  aserto en la conducta de Pedro, de Santiago y de Juan. Se durmieron cuando debían haber estado velando y orando; se durmieron aunque nuestro Señor los  invitó a que velasen con El; se durmieron aunque poco tiempo antes se les habla apercibido del peligro que se acercaba, y de que su fe iba a flaquear; se  durmieron, aunque acababan de salir de la mesa del Señor, en que habían tenido lugar escenas tan tiernas y tan solemnes. Nunca se habían tenido antes  pruebas más convincentes de que los mejores de los hombres no son más que hombres, y que, mientras que los santos viven en la tierra, están sujetos a  muchas flaquezas.

Estas cosas se han escrito para nuestra enseñanza; en nuestra mano está que no se hayan escrito en vano. Estemos siempre en guardia contra una disposición  indolente, perezosa, inerte en religión, que nos es muy natural a todos, especialmente en todo el que se refiere a oraciones privadas. Cuando sintamos que ese  espíritu se va apoderando de nosotros, recordemos a Pedro, a Santiago, a Juan en el jardín, y tengamos cuidado.

El consejo que con tanta solemnidad dirige nuestro Señor a sus discípulos debería estar resonando siempre en nuestros oídos, "Velad, y orad, no sea que  caigáis en tentación. El espíritu está en verdad pronto, pero la carne es débil." Este es el lema que debería adoptar el cristiano desde el momento de su  conversión hasta la hora de la muerte.

¿Somos verdaderos cristianos? ¿Deseamos mantener nuestras almas despiertas? No olvidemos que tenemos una doble naturaleza interna; un "espíritu" pronto  y una "carne" débil, una naturaleza carnal inclinada al mal, y una naturaleza espiritual inclinada al bien. Estas dos son contrarias. Gal_5:17. El pecado y el  diablo encontrarán siempre cómplices en nuestros corazones; y si no crucificamos y dominamos la carne, ella nos gobernará a menudo y nos cubrirá de  vergüenza.

¿Somos verdaderos cristianos y queremos mantener nuestras almas despiertas? Pues no olvidemos nunca "velar y orar."  Velemos como soldados, que estamos en país enemigo, y tenemos que estar siempre en guardia. Tenemos que combatir  diariamente y diariamente guerrear. El reposo del cristiano es aún futuro. Oremos, pues, sin cesar, de una manera regular,  habitual y cuidadosa, y en períodos marcados. Debemos orar y vigilar, y vigilar lo mismo que orar. Velar sin orar es  presunción y confianza necia. Orar sin velar es fanatismo y entusiasmo. Aquel que conoce su debilidad, y conociéndola  vela y ora, ese es el que será sostenido y no se le permitirá caer.

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