} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL ARRESTO DE JESÚS EN EL HUERTO (segunda parte)

lunes, 25 de octubre de 2021

EL ARRESTO DE JESÚS EN EL HUERTO (segunda parte)


Mat 26:47  Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

Mat 26:48  Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.

Mat 26:49  Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó.

Mat 26:50  Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.

Mat 26:51  Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.

Mat 26:52  Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.

Mat 26:53  ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

Mat 26:54  ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

Mat 26:55  En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Cómo contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.

Mat 26:56  Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

            

    El cáliz de los sufrimientos de nuestro Señor empezaba a rebosar. Uno de sus discípulos lo traiciona, los demás lo abandonan, y sus encarnizados enemigos lo  hacen prisionero. Ningún pesar podrá jamás igualarse al suyo.


Notemos, en primer lugar, cuán grande era la complacencia de nuestro Señor en sus relaciones con sus discípulos.

Cuando Judas Iscariote se encargó de guiar la multitud al lugar donde estaba nuestro Señor, le dio una señal para que lo pudiesen distinguir de sus discípulos a  la escasa luz de la luna. Le dijo: "Al que yo besare, aquel es. “Así fue que cuando se acercó a Jesús lo saludó y lo besó. Ese hecho sencillo manifiesta el trato  franco y afectuoso que reinaba entre Jesús y sus discípulos. Es una costumbre universal en los países orientales que cuando dos amigos se encuentren se  saluden con un beso. Exo_18:7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.  ; 1Sa_20:41 Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David del lado del sur, y se inclinó tres veces postrándose hasta la tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro; y David lloró más. . El beso fraternal se reserva para los amigos y hermanos espirituales más íntimos, expresando aprecio y afecto sincero. La hipocresía llegó a su colmo cuando Judas empleó la señal de amistad como señal de identificación para entregar a su mejor amigo a los enemigos, sabiendo que querían matarlo. Habrá sido uno de los momentos más tristes para Jesús que uno de los doce que él había escogido, uno que había caminado a su lado durante tres años, lo entregara. Mateo identifica a Judas otra vez como uno de los doce. Parece que quiere decir: “Aunque parezca imposible, uno de los doce fue el que lo entregó.

El beso:  Entre los orientales el beso es una costumbre muy antigua. Puede expresar respeto y afecto. También se besaba el suelo, o la barba, como el caso que se menciona en 2 Samuel 20:9 cuando Joab toma la barba de Amasa para besarla y clava su daga. Era (y todavía es) común hacerlo entre parientes, padres e hijos. Entre los paganos se besaban las imágenes e ídolos, tal cual hoy besan en algunas religiones. En la iglesia primitiva los hermanos se besaban fraternalmente, pero esta costumbre casi ha desaparecido. Hasta el día de hoy se discute la intención del beso de Judas. Al parecer, Judas lo hizo repetidamente, como no dejando lugar a dudas de que estaba señalando a quién se debía arrestar. También se interpreta que lo hizo en forma de despedida. Lo cierto es que no hay beso tan histórico como éste. Pues si bien algunos a veces pagan por un beso, Judas pagó con su vida.

Judas no solamente entregó a Jesús con un beso, sino que le besó con afecto. En la expresión al que yo bese... ( v. 48), el verbo griego es filéso, expresión del amor de un amigo. Pero en la expresión y le besó... (v. 49) el verbo griego es katefílesen , que tiene el prefijo perfectivo kata que sirve para intensificar el significado del verbo. Y le besó con afecto capta este énfasis, o según el comentarista Vincent: Le abrazó y le besó (Luc. 15:20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. ; Hech. 20:37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban,  ).

Dos cosas más se destacan en este encuentro entre Judas y Jesús. Judas le saludó con el título Rabí (v. 49), que significa “Maestro”, cuando los otros discípulos normalmente lo llamaban “Señor”. Por otro lado, ¡Te saludo! (v. 49) es una expresión derivada del verbo griego jaíro  y significa “me gozo”. El saludo es un verbo de presente activo imperativo de segunda persona y se traduce “gózate”, o mejor, “sigue gozándote”. De modo que, tanto el beso como el saludo estuvieron cargados de hipocresía.

La respuesta de Jesús, por el contrario, está llena de compasión y disposición, aun en esta hora, de perdonarle. Amigo (v. 50) traduce un término  que se usa solamente tres veces en el NT y significa “compañero”, o “camarada”. Las tres veces que se emplea se refiere a uno que había hecho mal al que habla. La RVR de 1960 traduce la siguiente expresión elíptica como pregunta: ¿A qué vienes? (v. 50). Puede ser una pregunta o un mandato. La traducción literal del texto griego sería a lo que vienes. Si se sobreentiende el verbo “haz”, resulta como traduce nuestra versión: Haz lo que viniste a hacer.

 

Juan agrega un detalle importante al describir la reacción espontánea de los soldados del sumo sacerdote cuando Jesús se identificó con la expresión Yo soy (Juan 18:5). Dice que se apartaron hacia atrás y cayeron a tierra (Juan 18:6; trad. del autor). ¿No sería éste un anticipo simbólico de la victoria final de Jesús sobre las fuerzas del mal?

 

Advirtamos, en segundo lugar, cómo nuestro Señor imprueba la conducta de los que emplean la fuerza en defensa de Él y de su causa.

Uno de los que estaban con Jesús... (v. 51) es la expresión que los tres sinópticos emplean para referirse a Pedro, quien sacó su espada y cortó la oreja de uno de los siervos del sumo sacerdote. Solo Juan, habiendo escrito su Evangelio después de la muerte de Pedro, lo identificó por nombre a él y al siervo, Malco, al que hirió (Juan 18:10), cuando ya las autoridades no podían hacerle nada. Percíbase esto en el hecho de haber reprendido a uno de sus discípulos porque hirió a un siervo del sumo sacerdote, mandándole que volviese la espada a su  lugar, y añadiendo estas palabras de valor imperecedero: "Todos los que tomaren espada a espada perecerán...

Jesús mandó a Pedro guardar la espada y le dio tres razones para el mandato:

(1) El que toma la espada se pone en peligro,

 (2) Jesús mismo tenía recursos para defenderse, si hubiera querido usarlos

 (3) el uso de la espada para evitar el arresto impediría el plan establecido por Dios.

El mandato no debe considerarse como regla general impuesta a todos los creyentes en toda circunstancia, como tampoco es cierto que todos los que toman la espada mueren por ella. Significa, sí, que hay un peligro real de morir por “la espada” si uno toma espada u otra arma de violencia. Es un milagro que no hayan matado a Pedro en el acto. Seguramente el milagro de Jesús, de restaurar la oreja sana al siervo, lo evitó (Luc. 22:51) si no hubiera sido por estas palabras y esta acción de Cristo; y más especialmente si no hubiera sido debido a la poderosa influencia que Cristo tuvo sobre los espíritus de estos hombres, con toda probabilidad, Pedro y el resto de los apóstoles habían sido todos destruidos a la vez.

Jesús rechazó el uso de armas para defenderse. Tenía acceso a recursos espirituales poderosos: doce legiones de ángeles (v. 53); siendo cada legión de 6.000. No fue forzado a ir a la cruz, sino que se entregó voluntariamente. Tampoco su reino se propaga ni se defiende con la espada de coacción, sino con la espada del Espíritu (Ef. 6:17 ).

  El uso de la espada impide el cumplimiento del plan de Dios. Las Escrituras... (v. 54) es una expresión que se refiere a los libros del AT. ¿Cómo se cumplirían las Escrituras...? (v. 54) se refiere a todas las profecías acerca del Mesías, especialmente acerca de su muerte en la cruz por los pecados del pueblo (Sal. 22; Isa. 53).

La espada tiene su uso legítimo. Puede empleársela lícitamente en defensa de los pueblos contra la opresión. Y algunas veces es absolutamente necesaria  empuñarla para impedir los disturbios, el saqueo y la rapiña. Más jamás debe emplearse para difundir y sostener el Evangelio. El Cristianismo no es una  religión que deba imponerse por medio de la fuerza y de la violencia. ¡Bien habría sido para la iglesia el haber recordado esto con más frecuencia! Pocos han  sido los países de la cristiandad donde no se haya cometido el error de querer cambiar las opiniones de los hombres por medio de la coacción, de la tortura, de  la prisión y de la muerte. ¿Y con qué resultados? Las páginas de la historia podrán decirlo. ¡Ningunas guerras han sido tan sangrientas como las que han sido  engendro de divergencias religiosas!


Observemos, en tercer lugar, cómo nuestro Señor se dejó aprehender por su propia voluntad.

No fue porque no pudiera escapar que lograron hacerlo preso. Fácil habría sido para él el hacer desaparecer a sus enemigos, si hubiera querido. "¿Piensas que  no puedo ahora orar a mi Padre," dijo a uno de sus discípulos, "y él me daría más de doce legiones de ángeles?

Reparemos en esto, porque es muy consolador. Aquel que espontáneamente sufrió, espontáneamente salva. Confiemos en él y no temamos.


Notemos, en último lugar, cuan poco conocen los cristianos la debilidad de su propio corazón hasta que no se les somete a prueba.

De esta verdad dieron los apóstoles un triste ejemplo. Los versículos de que venimos tratando concluyen con estas palabras: "Entonces todos los discípulos  huyeron, dejándole. “Se olvidaron así de las enérgicas aseveraciones que habían hecho unas pocas horas antes. Se olvidaron que habían dicho que estaban  prontos a morir por su Maestro. Se olvidaron de todo menos del peligro que los amenazaba. El temor de la muerte los hizo cejar.

Y cuántos de los que se titulan cristianos no han hecho lo mismo. ¡Cuántos en el acaloramiento de un momento no han  prometido que jamás se ruborizarán de dar a conocer sus creencias religiosas! Después de haber participado de la  comunión o de haber oído un sermón notable, han regresado al hogar llenos de celo y amor, y protestando ruidosamente  que jamás apostatarán de su religión. Y sin embargo, en el transcurso de unos pocos días sus emociones se entibian y  desvanecen. Bien luego una calamidad les sobreviene, y caen, y abandonan a Jesucristo.

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