} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: JESÚS ANTE EL SANEDRIN

lunes, 8 de noviembre de 2021

JESÚS ANTE EL SANEDRIN

 

 

Mar 14:53  Trajeron, pues, a Jesús al sumo sacerdote; y se reunieron todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas.

Mar 14:54  Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los alguaciles, calentándose al fuego.

Mar 14:55  Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte; pero no lo hallaban.

Mar 14:56  Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban.

Mar 14:57  Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:

Mar 14:58  Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano.

Mar 14:59  Pero ni aun así concordaban en el testimonio.

Mar 14:60  Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

Mar 14:61  Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

Mar 14:62  Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

Mar 14:63  Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos?

Mar 14:64  Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte.

Mar 14:65  Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: Profetiza. Y los alguaciles le daban de bofetadas.             

  

            Salomón nos dice en el libro del Eclesiastés, que había visto un gran mal bajo el sol, "el necio colocado en altas dignidades, y el rico sentado en lugar bajo."  Ecles. 10.6.

No podemos imaginar una aplicación más completa de estas palabras que los hechos que nos relata el pasaje que tenemos a la vista. Vemos al Hijo de Dios,  "en quien están encerrados todos los tesoros de sabiduría y ciencia," acusado como malhechor, "ante los príncipes de los sacerdotes, los ancianos, y los  escribas." Vemos a los hombres principales de la nación judía coligándose para matar a su Mesías, y juzgando al que un día vendrá en gloria a juzgarlos a ellos  y al género humano entero. Todo esto nos parece maravilloso, pero es verdadero.

Observemos en estos versículos cuan desalentadoramente los cristianos van a veces al encuentro de las tentaciones. Se nos dice que cuando se llevaron preso  a nuestro Señor, "Pedro lo siguió de lejos y aun hasta el palacio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados, y se calentó al fuego. ¡Que imprudente fue esa  conducta! Habiendo ya huido y abandonado a su Maestro, debió recordar su debilidad, y no exponerse de nuevo al peligro. Fue un acto arrebatado y  presuntuoso, pues puso su fe a nuevas pruebas, para las cuales no estaba preparado. Se mezcló con malas compañías, de las cuales no era posible que recabara  bien, sino daño. Abrió el camino a su trasgresión última y más grande, negar tres veces repetidas a su Maestro.

Pero la experiencia nos suministra un principio que nunca debe olvidarse, y es que cuando un creyente empieza a tropezar y pierde su fe primera, rara vez se  detiene en su primer mal paso. Raro es que dé tan solo un tropezón y que cometa solo una falta. Tal parece que su inteligencia se ciega; que se desprende del  sentido común y de la discreción, y que como un peñasco que rueda montaña abajo, cuanto más va pecando, más rápida y más decidida es su carrera. Como  David, podrá empezar por la pereza, y acabar por todos los crímenes posibles. Como Pedro, podía empezar por la cobardía, seguir después exponiéndose  neciamente a las tentaciones y al fin acabar por negar a Cristo.

Si tenemos alguna idea de lo que es la verdadera fe que salva, guardémonos de comenzar con tergiversaciones; es como dejar salida al agua, que primero  es una gota y después un torrente. Una vez desviados de la senda de la santidad, no se puede decir hasta donde llegaremos. Así que comenzamos a incurrir en  inconsecuencias por ligeras que sean, el día menos pensado nos encontraremos cometiendo toda clase de maldades. Mantengámonos siempre lejos del borde  del abismo del mal. No juguemos con candela; no nos imaginemos nunca que somos demasiado exigentes, estrictos y exactos en nuestra conducta. De las  peticiones en la oración dominical ninguna es más importante que la última "No nos dejes caer en tentación..

Observemos, en segundo lugar, en estos versículos, cuanto tuvo que sufrir nuestro Señor Jesucristo por los mentirosos, cuando fue entregado ante los  príncipes de los sacerdotes. Se nos dice que "dieron falsos testimonios contra El, pero sus testimonios no concertaban..

Fácilmente podemos concebir que este período de la pasión de nuestro bendito Salvador no fuera el menos terrible. Ser prendido injustamente como un  malhechor, y juzgado como un criminal, siendo inocente, es una aflicción severa; pero oír a los calumniadores inventar falsas acusaciones contra nosotros y  calumnias, oír la virulencia maligna de lenguas escandalosas desatarse para ultrajar y manchar nuestra reputación, y tener la conciencia que todo es falso, es  cargar, en verdad, con una cruz muy pesada. Salomón dice “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, Y penetran hasta las entrañas" Prov. 18.8. Y David dice: "Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, Y de la lengua fraudulenta.." Salmo_120:2. Y esto era tan solo una parte del cáliz que Jesús bebió por amor a nosotros. ¡Grande fue, en  verdad, el precio con que nuestras almas fueron redimidas! Que los verdaderos cristianos no se sorprendan si en este mundo se ven murmurados y sus actos mal interpretados. No deben esperar ser mejor tratados que su  Señor. Esperen, al contrario, ese tratamiento como cosa muy natural, y vean en él algo de esa cruz que todos tienen que echarse a cuestas así que se  convierten. Las mentiras y las falsas acusaciones son las armas más favoritas de Satanás. Cuando no pueden alejar a los hombres del servicio de Cristo, se  esfuerza en mortificarlos y en hacer desagradable ese servicio. Sufrámoslo pacientemente y no lo tengamos por extraño. Tengamos siempre en la memoria  estas palabras del Señor Jesús: "¡Ay de vosotros, si todos los hombres hablan en bien de vosotros!" Luc_6:26. "Bienaventurados seréis, cuando los hombres  por mi causa os maldijeren, y os persiguieren, y dijeren falsamente toda suerte de mal contra vosotros." Mat_5:11.

Observemos, últimamente, en estos versículos, que testimonio tan claro dio nuestro Señor de su carácter Mesiánico, y de su segunda venida en gloria. El sumo  sacerdote le dirige esta solemne cuestión, " ¿Eres tu él Cristo, el Hijo del Bendito?" y recibe al momento esta respuesta tan enfática, " Lo soy; y veréis al Hijo  de Hombre sentado a la diestra del poder de Dios y que viene en las nubes del cielo..

Recordemos de continuo estas palabras de nuestro Señor Los Judíos no pudieron decir después que esas palabras fueron pronunciadas, que no se les dijo  claramente que Jesús de Nazaret era el Cristo de Dios. Ante el concilio de los sacerdotes y ancianos declaró, "Yo soy el Cristo." Los judíos no pudieron decir  después que era una persona tan humilde y tan pobre que no era digno de crédito. Los apercibió muy claro de que su gloria y su grandeza eran futuras; las  defería y posponía hasta su segunda venida. Lo verían después revestido de poder real y de majestad, "sentado a la diestra del poder de Dios," descender  sobre las nubes del cielo, como Juez, Conquistador, y Rey. Si Israel fue incrédulo, no fue por no haberle dicho que debía creer.

Dejemos este pasaje con la firme convicción de la realidad y certeza de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo  afirmar poderosamente que vendrá otra vez a juzgar el mundo. Que esta sea una de las verdades cardinales de nuestro  Cristianismo personal. Vivimos recordando diariamente que nuestro Salvador volverá un día a este mundo; que el Cristo en  quien creemos no es solamente el Cristo que murió por nosotros y resucitó, Cristo que vive é intercede por nosotros, sino  el Cristo que volverá un día glorioso a reunir y premiar a su pueblo, y a castigar a todos sus enemigos.

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