} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿ESTAR EN CRISTO O SER DE CRISTO?

lunes, 1 de noviembre de 2021

¿ESTAR EN CRISTO O SER DE CRISTO?

 


 

2Co 5:17  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2Co 5:18  Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

2Co 5:19  que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

2Co 5:20  Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

 

     El mundo secular evalúa a algunas personas por su apariencia externa, la cultura, la inteligencia, las posesiones, la habilidad de manipular las circunstancias, y a otra gente por beneficio propio. La reconciliación descrita en los capítulos 5 y 6 demanda una vida diferente y nueva.

   El estar en Cristo es muy diferente a pretender que “seamos de Cristo”. A veces los que declaran “ser de Cristo” son como los corintios mencionados en la primera carta, que pretendían ser del partido de Cristo. 1 Cor. 1; 12  Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo.

Estar “en Cristo”  es un concepto mucho más profundo; representa una relación íntima, y Pablo lo expresa con el término “nueva criatura es”. Una nueva creación era la manera tradicional para describir a un nuevo judío prosélito. Dicho concepto tomó un sentido mucho más profundo en la encarnación de Jesucristo

Pablo llega, como acostumbraba, de una situación concreta y determinada a un principio básico de toda la vida cristiana: Cristo murió por todos. Para Pablo, un cristiano es, en su frase favorita, una persona en Cristo; y por tanto, la vieja personalidad del cristiano murió con Cristo en la Cruz y resucitó con Él a una nueva vida, de forma que ahora es una nueva persona, tan nueva como si Dios la acabara de crear. Pablo enfáticamente declara que toda la vida y la perspectiva desde la cual vemos la vida cambia “de aquí en adelante”. En esta novedad de vida, el cristiano ha adquirido una nueva escala de valores. Ya no aplica a las cosas el baremo del mundo. Hubo un tiempo en el que Pablo mismo había juzgado a Cristo según su tradición, y se había propuesto eliminar Su recuerdo del mundo. Pero ya no. Ahora tenía una escala de valores diferente. Ahora, el Que había tratado de borrar era para él la Persona más maravillosa del mundo, porque le había dado la amistad de Dios que había anhelado toda la vida.

Por otro lado, Pablo no se estaba basando en los escritos seculares, sino que se refería a sí mismo cuando hablaba de que todas las cosas viejas ya habían pasado, y todo era nuevo. Él mismo era nuevo en el evangelio, su testimonio era: “Las cosas viejas pasaron”. El concepto de la salvación por obra de la ley cambió para incluir a todos “por gracia” (Efe._2:4-5 4  Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5  aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)  ). El sistema de adorar a Dios a través de ritos y sacrificios cambió también; ahora los adoradores tienen libre acceso a Dios, siendo personas renacidas con nuevas actitudes y un espíritu nuevo. En realidad “todas [las cosas] son hechas nuevas”.

Los cristianos somos nuevas criaturas desde nuestro interior. El Espíritu Santo nos da vida nueva y ya no seremos los mismos jamás. No hemos sido reformados, rehabilitados o reeducados; somos una nueva creación, viviendo en unión vital con Cristo. Convertirnos no es meramente dar la vuelta a una hoja nueva, sino empezar una vida nueva bajo un nuevo Maestro.

El hombre renovado actúa sobre la base de principios nuevos, por reglas nuevas, con finalidades nuevas y con compañía nueva. El creyente es creado de nuevo; su corazón no es sólo enderezado; le es dado un corazón nuevo. Es hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras. Aunque es el mismo como hombre, ha cambiado su carácter y conducta. Estas palabras deben significar más que una reforma superficial. El hombre que antes no veía belleza en el Salvador para desearlo, ahora le ama por sobre todas las cosas.

Estar en Cristo es estar ya participando de la nueva creación. Es cierto que por ahora todavía persiste lo viejo y que lo nuevo no se ha manifestado plenamente (Rom. 8:18-25 ,18  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19  Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20  Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21  porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22  Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23  y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24  Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25  Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.

Gál. 5:16-26  16  Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17  Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.18  Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19  Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20  idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21  envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24  Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25  Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26  No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.).

 Pero en este pasaje es la novedad de vida en Cristo ahora lo que se subraya, no la tensión propia de participar de la nueva creación mientras seguimos viviendo como parte de la vieja.

Efe. 2; 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Efe. 4; 22-24  22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23  y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24  y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Colos. 3; 10-11 10 revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, 11  donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.

El corazón del que no está regenerado está lleno de enemistad contra Dios, y Dios está justamente ofendido con él. Pero puede haber reconciliación. Nuestro Dios ofendido nos ha reconciliado consigo por Jesucristo.

Y todo esto proviene de Dios” (v. 18). En los versículos anteriores Pablo describió en pocas palabras la maravilla de la salvación; Dios se encarnó en Cristo para que todos también tuvieran la oportunidad de “estar en Cristo” como nueva creación del Señor; ya el mundo antiguo pasó y, por Cristo, Dios ha creado un nuevo género entre la humanidad en un mundo nuevo que ha de venir. Todo lo anterior no vino de sorpresa o por las maquinaciones del hombre, sino por el diseño y el plan predeterminado de Dios. Él es el autor de la salvación; todo vino de Dios y no del hombre.

 

El impacto de la obra de Dios fue la reconciliación (v. 18). A menudo se llega a pensar que la reconciliación se efectúa cuando el ser humano toma la decisión de reconciliarse con Dios. Sin embargo, el verdadero significado de la reconciliación es que Dios tomó la iniciativa para recibir al hombre, a pesar de sus delitos, sus faltas, su hostilidad, su rebelión y su pecado. La iniciativa siempre la tomó Dios. El mundo se había alejado de él, pero él no podía aguantar dicho distanciamiento; ni la ley ni los profetas ni el sistema de sacrificios podían efectuar la reconciliación del hombre, Dios la efectuó por medio del sacrificio de su Hijo amado. No había manera de que el hombre pudiera culpar a Dios por la separación. Cuando el hombre experimenta la reconciliación con Dios, es natural que se reconcilie con los hombres; él no puede gozar de la reconciliación efectuada por Dios y rehusar la reconciliación con los hombres; es más, Dios “nos ha dado el ministerio de la reconciliación”. Somos portadores y agentes con la obligación de efectuar la reconciliación entre los hombres y Dios, luego, como consecuencia, la reconciliación se hace posible y necesaria entre los hombres.

 

En la reconciliación el perdón es esencial “no tomándoles en cuenta sus transgresiones”; Dios toma la iniciativa para perdonar. El vislumbre del perdón por Cristo se encuentra en Isa_1:18 (Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.)  cuando Dios llama a Israel, y les ofrece el perdón. La validez de la obra de reconciliación de Dios se reafirma en el NT, contrastando ampliamente el ineficaz sistema judaico con la obra eficaz de Cristo.

 

Nuestra misión es aludida en la frase: “encomendándonos… la palabra” ; Dios ha puesto en nuestras manos la palabra de reconciliación y espera que seamos sus mensajeros (1Co_1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.; Rom_1:15 Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.).

 

La reconciliación no es iniciativa nuestra; más bien es algo que Dios efectuó por la muerte de Cristo. El Señor hizo a un lado todo lo que significaba distanciamiento por su parte para que pudiera venir y proclamar la paz espiritual. Lo que hizo necesario el evangelio es la condenación del mundo y del pecado. Por otro lado, Dios hizo todo lo necesario a través de Cristo; cuando la obra de Cristo se cumplió, la reconciliación del mundo se hizo posible, y a nosotros nos queda aceptarla y proclamarla. El evangelio no es solamente un buen consejo; es una buena noticia. Dios asumió toda la responsabilidad por medio de la reconciliación y se hace efectiva para nosotros cuando la aceptamos. Cuando lo hacemos, entonces “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Rom_8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.). Lo que Dios ha hecho en la reconciliación merece y debe proclamarse a toda la humanidad.

 

Pablo nos lleva a la cumbre del ministerio cristiano con su declaración: “somos embajadores de Cristo”; el papel del embajador es único porque él está apoderado por la entidad que lo mandó. Solemos pensar en el pastor, el evangelista o el líder cristiano como un embajador, pero en realidad cada creyente es un embajador; él es el mejor, si no el único, testigo por medio del cual Dios puede exhortar a ciertas personas. No es difícil definir nuestra esfera como embajadores cuando comprendemos el concepto de “círculos concéntricos”, comenzando con nuestros familiares y extendiéndonos a nuestros vecinos, a las personas con las que convivimos diariamente y aun hasta nuestros contactos casuales o inesperados. En cada contacto Dios nos asigna una obra como embajadores.

 

¿Qué podemos decir de los que van “en nombre de Cristo” ? Deben tener la dignidad, la autoridad, la presencia y el poder de representar eficazmente al Dios que ha reconciliado al mundo consigo mismo. Hay dos maneras de identificar la reconciliación. En primer lugar se suele pensar que la reconciliación se aplica a los incrédulos, pero aquí en 2 Corintios Pablo estaba hablando a creyentes, diciéndoles que se reconciliaran con Dios. Si estudiamos los dos énfasis de la reconciliación, es cierto que cuando se predica el evangelio se invita o apela a los oyentes a reconciliarse con Dios. Por medio del arrepentimiento y por la fe en Cristo Jesús, Dios perdona el pecado y da el don de la vida eterna. Pero en segundo lugar, la reconciliación es algo perenne en la vida del creyente, cuando surge la rebelión o el pecado en la vida de uno, hay necesidad de reconciliarse, así que la invitación es para los creyentes en cualquier época de su vida y en cualquier etapa de su experiencia. Cuando hay un desacuerdo o una tendencia de rechazar el evangelio y la gracia de Dios, hay que volver a reconciliarse con Dios y con lo que Dios ha hecho en Cristo Jesús.

 

“Rogamos”  es la súplica con la que nos acercamos a los no creyentes, pidiendo que ellos dejen su rebelión y alejamiento para aceptar la oferta de perdón y paz que Dios ofrece por medio Cristo Jesús.

 

El mensaje invitación siempre es igual: “¡Reconciliaos con Dios!” . Aquí Pablo combina la proclamación evangelística con el ministerio pastoral que tanto se necesitaba en Corinto. Hay también otro motivo para la apelación de Pablo y es que su relación con los corintios a estas alturas no estaba del todo clara y estable; el anhelo de él era que los corintios tomaran pasos para reconciliarse con él. En la vida de ellos, y en la nuestra, la reconciliación tiene que ser no solamente un concepto teológico, sino una realidad práctica y personal en nuestras relaciones humanas.

1 comentario:

  1. Creo que segun La Biblia, ambos conceptos estan juntos, jamas separados. Yo soy de Cristo, porque el me compro con su preciosa Sangre, ÉL es mi Dueño, mi Amo y Señor,¡No somos nuestros! Pero el estar "EN" Cristo es maravilloso, pues estoy escondido, sumergido y bautizado por Dios en Su Amado Hijo. O sea que en todo lo leido estoy plenamente de acuerdo. Gracias y perdón.

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