Mar 15:29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la
cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas
el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
Mar 15:30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
Mar 15:31 De esta manera también los principales
sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros
salvó, a sí mismo no se puede salvar.
Mar 15:32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de
la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él
le injuriaban.
Cuando Jacobo y Juan pidieron lugares de honor
próximos a Jesús en su Reino, El les contestó: "No sabéis lo que
pedís" (Marcos 10.35-39). Aquí, como Jesús preparaba la inauguración de su
Reino a través de su muerte, los lugares a la derecha y a la izquierda lo
tomaron criminales moribundos. Como Jesús les explicó a sus dos discípulos
deseosos de poder, alguien que quiere estar cerca de Jesús debe estar preparado
a sufrir y morir como El. El camino del Reino es el de la cruz. Si queremos la
gloria del Reino, debemos tener la voluntad de permanecer unidos al Cristo
crucificado.
La
majestad de Jesús había sido escrita claramente para que todos lo vieran, en la
inscripción que fue clavada a la cruz por Pilato como su último desprecio a los
sacerdotes. Las multitudes, burlonamente, le llamaban el Mesías, el Rey de
Israel; sólo un gentil hablaría de un rey de los judíos. El desprecio sonoro de
los sacerdotes y del pueblo durante la crucifixión son las pruebas más fuertes
posibles de que Jesús en verdad se declaraba Rey, y Mesías, y Salvador. De otra
manera, la burla amarga no hubiera tenido sentido alguno. La señal que
demandaban (32) era imposible. Si Jesús iba a poder salvarnos, como el Mesías
sufriente, entonces no podría salvarse a sí mismo de la cruz. Cuando les dio
una señal mucho mayor, la de la resurrección, todavía no quisieron creer. Por
eso en tiempos anteriores de su ministerio Jesús había dado la respuesta que
dio a los fariseos. Las burlas que Le lanzaban a Jesús los que pasaban, las
autoridades judías y hasta los bandoleros que estaban crucificados con Él.
Todas las burlas se centraban en una cosa: La afirmación que Jesús había hecho,
y Su obvia indefensión en la Cruz. Precisamente en eso era en lo que más se
equivocaron los judíos. Estaban usando la gloria de Cristo como un objeto de
burla. "¡Baja de la Cruz -Le decían-, y creeremos en Ti!»
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