Mar 14:66 Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de
las criadas del sumo sacerdote;
Mar 14:67 y cuando
vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: Tú también estabas con Jesús el
nazareno.
Mar 14:68 Mas él
negó, diciendo: No le conozco, ni sé lo que dices. Y salió a la entrada; y
cantó el gallo.
Mar 14:69 Y la
criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: Este es de
ellos.
Mar 14:70 Pero él
negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro:
Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es
semejante a la de ellos.
Mar 14:71 Entonces él
comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis.
Mar 14:72 Y el gallo
cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le
había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y
pensando en esto, lloraba.
Un naufragio es un espectáculo melancólico,
aun cuando no se pierda ninguna vida. Es triste pensar en la destrucción de
propiedad y en la pérdida de las
esperanzas que son sus consecuencias. Penoso es contemplar los
sufrimientos y las fatigas a que tienen exponerse las tripulaciones de los
buques en su lucha para evitar ahogarse.
Pero ningún naufragio es ni con mucho tan melancólico como las tergiversaciones
y caídas de un verdadero cristiano. Mucho pierde con la caída aunque sea de nuevo alzado por fe
misericordia de Dios y librado finalmente del infierno. Los versículos que
acabamos de leer han evocado ante
nuestra mente ese espectáculo. Se nos narra en ellos esa historia tan
dolorosa y tan instructiva, como Pedro negó a su Señor.
Aprendemos, en primer lugar, en
esos versículos, cuan completa y vergonzosamente puede un gran santo caer. Sabemos que Simón Pedro era un apóstol eminente de Jesucristo. Después de la noble
confesión que había hecho de Su carácter Mesiánico, recibió de los labios de
nuestro Señor una recomendación
especial: "Bendito eres, Simón Barjona :" "Yo te daré las
llaves del reino de los cielos." Había gozado de privilegios especiales, y
había sido el recipiente de mercedes
especiales. Sin embargo, vemos a ese mismo Simón Pedro dominado tan
completamente por el miedo que llegó a negar a su Señor. ¡Declara que no conoce al que había acompañado y con quien había
vivido por tres años! ¡Declara que no conoce a Aquel que había curado a su
suegra, que lo había llevado al monte de
la transfiguración, y que lo había salvado de ahogarse en el mar de Galilea! ¡Y
no niega a su Maestro una vez solamente, sino que lo hace tres veces! ¡Y no lo niega simplemente, sino que
"maldice y jura"! ¡Y sobre todo lo hace a pesar de apercibimientos
terminantes, y de sus clamorosas protestas, que antes de hacer cosa semejante, preferiría morir!
Estas cosas se han escrito para mostrar a la iglesia de Cristo lo que es la
humana naturaleza aun en el mejor de los hombres. Tienen por objeto enseñarnos, que aun después de la conversión y de la
renovación del Espíritu Santo, los creyentes estamos asediados de flaquezas y
expuestos siempre a caer. Han sido relatadas
para hacernos comprender la inmensa importancia de una vigilancia diaria
de la oración y de la humildad mientras permanezcamos en el cuerpo. "Que
el que piensa estar firme, tenga cuidado
no sea que caiga..
Recordemos
cuidadosamente que el caso de Simón Pedro no es único en su género. La palabra
de Dios contiene otros muchos ejemplos de las debilidades de verdaderos creyentes y que haríamos bien en
meditar. Las historias de Noé, Abrahán, David y Ezequías, nos suministrarán
pruebas lamentables, de que "la
infección del pecado continua aun en los regenerados " y que ningún
hombre es bastante fuerte para considerarse exento de todo peligro de caer. No
lo olvidemos; y marchemos humildemente
por los senderos de Dios. " Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que
endurece su corazón caerá en el mal."
Proverbios_28:14.
Aprendamos, en segundo lugar, en
estos versículos, como una pequeña tentación puede ser la causa de la caída
grave de un santo. El principio
de las pruebas de Pedro fue tan solo la
simple observación de una criada del sumo sacerdote: "Tú también estabas
con Jesús de Nazaret." No hay nada que pruebe que al decir eso tuviera ningún intento hostil. Por
lo que podemos juzgar, la criada no se propuso otra cosa sino manifestar que se
acordaba de que Pedro era un compañero
habitual de nuestro Señor. Pero esta simple observación fue bastante para echar
por tierra la fe de un apóstol eminente, y hacerlo que principiara a negar a su Maestro, y ¡El principal, el más
preeminente de los discípulos escogidos por nuestro Señor es vencido, no por
las amenazas de hombres armados, sino
por el dicho de una débil mujer!
Hay algo de muy instructivo en este
hecho. Debe enseñarnos que ninguna tentación es demasiado pequeña e indiferente
para vencernos, si no velamos y oramos
pidiendo sostén y ayuda. Si Dios está por nosotros podemos remover montañas y
triunfar de una horda de enemigos.
Dice Pablo" Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece.." Filip.
4.13. Si Dios nos retira su gracia, y nos abandona a nosotros mismos, quedamos
como una ciudad sin puertas y sin murallas,
presa fácil del primer enemigo que se presente, por débil y despreciable
que sea.
Guardémonos
de mirar con ligereza las tentaciones porque nos parezcan insignificantes y
pequeñas. Nada de lo que se refiere a nuestras almas es pequeño.
Un
poco de levadura hace fermentar toda la masa. Una pequeña centella enciende un
gran fuego, y una vía de agua por pequeña que sea puede hacer zozobrar un gran bajel. Una provocación insignificante
puede desarrollar en nuestros corazones una gran corrupción, y terminar por
turbar profundamente nuestras almas.
Aprendamos, finalmente, en estos
versículos, que las tergiversaciones producen a los santos grandes pesares. La conclusión del pasaje afecta mucho.
"Pedro recordó las palabras que
Jesús le había dicho, Antes que el gallo cante me negarás tres veces."
¿Quién puede pretender describir los sentimientos que debieron agitar el alma del apóstol? ¿Quién puede
concebir su vergüenza, su confusión, las reconvenciones qué se dirigió, y los
amargos remordimientos que atormentaron
su alma? ¡Haber caído tan criminalmente! ¡Haber reincidido en la caída! Todos
estos debieron ser para él agudos pensamientos; debieron entrar en su alma como una punta acerada. ¡Que
significación tan profunda y tan solemne en esa simple expresión que a él se
refiere--"cuando pensó en ello, lloró!" Pedro experimentó tan solo lo que sienten todos los siervos de Dios que
ceden a las tentaciones. Lot y Sansón, David y Josafat en la historia
bíblica; todos han dejado pruebas evidentes, como Pedro, de que " De sus caminos será hastiado el necio de
corazón; Pero el hombre de bien estará
contento del suyo. Proverbios. 14.14.
Como Pedro erraron gravemente; y como Pedro se arrepintieron de corazón: pero
como Pedro encontraron que habían recogido una
cosecha muy amarga en este mundo. Como Pedro fueron graciosamente
perdonados; pero como Pedro derramaron muchas lágrimas.
Al
dejar este pasaje tengamos la firme convicción que el pecado conduce con toda
seguridad al pesar, y que el camino de la
santidad es siempre el camino de la mayor felicidad. El Señor Jesús ha decretado en
su misericordia que nunca pueda ser
provechoso a sus siervos marchar descuidados y ceder a las tentaciones.
Si le volvemos la espalda estemos seguros que de ello nos doleremos Aunque nos perdone, nos
hará sentir la locura de nuestros pasos Los que sigan al Señor más decididamente, esos lo seguirán con más
reposo. " Se
multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No
ofreceré yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomaré sus nombres." Salmo 16.4.
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