Juan
6; 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me
envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Dios siempre toma la iniciativa en el llamamiento, elección, y en
atraer a los creyentes a Si mismo. Dios, no el hombre, juega el papel más activo en la salvación. Cuando
alguien decide creer en Jesucristo como Salvador, lo hace únicamente
respondiendo al mover del Espíritu Santo de Dios. Él pone en nosotros la
inquietud, nosotros decidimos si creer o no. Nadie puede creer en Jesús sin la
ayuda de Dios.
En este pasaje se nos enseña también cuan
inútil (espiritualmente hablando) es el hombre por naturaleza, y cuan incapaz
de arrepentirse o de creer. Nuestro
Señor dijo: "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le
trajere." Hasta que el Padre
atraiga a sí el corazón por medio de la gracia, el hombre no puede creer.
La sagrada verdad que estas palabras expresan
merece detenida consideración. Es en vano procurar negar que, sin la gracia de
Dios, ninguno puede hacerse verdadero cristiano. Estamos espiritualmente
muertos, y no tenemos poder para darnos
vida a nosotros mismos. Necesitamos que de lo alto se implante en
nuestro corazón un nuevo móvil de todos nuestros actos.
Pero, después de sentado todo esto, ocurre
preguntar: ¿en qué consiste esta incapacidad humana? ¿En cuál de las
facultades del alma tiene su asiento?
Este tema ha dado lugar a muchos y muy graves errores. Tengamos presente que la
voluntad del hombre es la facultad que
está viciada. Su incapacidad es moral y no física. No expresaríamos la verdad
al decir que el hombre tiene verdadero
deseo de acudir a Jesucristo, pero no puede. Nos expresaríamos con mayor
exactitud si dijésemos que no puede
porque no tiene deseo o anhelo de hacerlo. No es cierto que acudiría si
pudiera; mas sí que podría acudir si
quisiera.
Estos asuntos son profundos y misteriosos. Con
verdades como éstas Dios pone a prueba la fe y la paciencia de su pueblo.
¿Puede este creerle? ¿Puede esperar hasta el
último día para obtener una contestación más clara? Lo que sí podemos percibir al presente con toda claridad es que
el hombre es responsable por su propia alma.
Jesús ni por un momento se olvida de su misión
como el enviado del Padre. Nadie puede expresa una imposibilidad moral y
espiritual. Describe la disposición natural del hombre pecador, a menos que el
Padre… lo traiga. Como alguien ha dicho: “El pecador no busca a Dios por su
iniciativa por la misma razón que un criminal no busca a la policía”. La
iniciativa divina en la salvación del hombre es una de las doctrinas céntricas
de la Biblia. Calvino habla del movimiento eficaz del
Espíritu Santo, cambiando el carácter renuente e indispuesto en uno dispuesto.
Jesús repite tres veces la bendita promesa de Dios y esperanza cristiana: la
resurrección en el día final
La cita explica por lo menos uno de los
métodos que el Padre emplea para traer a los hombres: la enseñanza de su
Palabra. La experiencia del que escribe y de los creyentes a través de los
siglos es que la manera más eficaz para llevar a los incrédulos a los pies de
Jesús, y luego edificarlos en su gracia, es por la enseñanza fiel, sistemática
y comprensible de las Escrituras. Ellos, en esa ocasión, podrían haber oído y aprendido
del Padre por el Maestro por excelencia, si tan solamente hubieran abierto sus
mentes y corazones. La idea es que el oír y el aprender preceden en un espacio
indefinido de tiempo el venir a Jesús.
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