} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: SOMOS LLAMADOS (4)

jueves, 4 de noviembre de 2021

SOMOS LLAMADOS (4)

 

Rom 10; 8  Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

Rom 10:9  que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Rom 10:10  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Rom 10:11  Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Rom 10:12  Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

Rom 10:13  porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

 

    Pablo ha estado diciendo algunas cosas muy duras de los judíos; cosas que a ellos les resultaría desagradable oír, y más aún reconocer. Todo el pasaje de Romanos 9 al 11 es una condenación de la actitud religiosa de los judíos. Sin embargo, desde el principio hasta el fin no hay ira, sino anhelo y ansiedad cordiales. Lo que Pablo desea por encima de todo es que los judíos se salven.

Si vamos a llevar a Cristo a otras personas, esa debe ser nuestra actitud. Los grandes predicadores lo han reconocido. «No des palizas» -decía uno-. «Acuérdate de no chillar demasiado» -decía otro. Y un gran predicador de los tiempos presentes decía que predicar es «suplicar a las almas.» Eso era lo que decía también Pablo (2 Corintios 5-:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.). Y Jesús lloró por Jerusalén. Hay una manera de predicar que pretende aterrar al pecador con palabras airadas de condenación; pero Pablo decía la verdad con amor.

Pablo estaba totalmente dispuesto a admitir que los judíos tenían celo de Dios; pero ese celo estaba mal orientado. La religión judía estaba basada en una obediencia meticulosa a la Ley. Ahora bien: está claro que esa obediencia sólo se la podía proponer alguien que tomara la religión totalmente en serio. No era nada fácil. En muchas ocasiones llevaría a graves inconvenientes y haría la vida sumamente incómoda.

Tomemos como ejemplo la ley del sábado. Se establecía exactamente la distancia máxima que se podía andar; se prohibía llevar una carga superior al peso de dos higos secos; se prohibía cocinar en sábado; se fijaban los medios para evitar que un enfermo se pusiera peor, pero se prohibía curarle. Todavía hoy en día hay judíos ortodoxos estrictos que no encienden ni apagan una luz en sábado. Algunas familias judías acomodadas emplean a criados gentiles para que hagan las cosas imprescindibles los sábados -aunque, según Exo_20:10(mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.) y Deu_5:14 (mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú ) , la ley del sábado obligaba igualmente a los siervos y 'a  los forasteros gentiles.

Esto es algo que nos debe mover, no a la risa, sino a la admiración. La vida bajo la Ley no era fácil, era imposible de cumplir. Nadie se sometería a menos que lo tomara realmente en serio. Los judíos eran y son celosos. Pablo no tenía dificultad en reconocérselo, pero les advertía que aplicaban u orientaban mal su celo.

Los judíos estaban convencidos de que adquirían crédito con Dios mediante la obediencia a la Ley. Lo que mejor revela la actitud judía son las tres clases en que dividían la humanidad: Había personas que eran buenas, cuyo balance era positivo; había otros que eran malos, cuya vida arrojaba un balance de deuda, y había quienes estaban en medio, que serían buenos si hicieran una buena obra más. Todo era cuestión de ley y mérito. A esto contesta Pablo: «Cristo es el final de la Ley», lo que quiere decir que es el final del legalismo. La relación entre Dios y el hombre ya no es la que existe entre un acreedor y un deudor, entre un asalariado y un patrono o entre un juez y un acusado. Gracias a Jesucristo, el hombre ya no está en la posición de tener que satisfacer la justicia divina; sólo tiene que aceptar Su amor. Ya no tiene que merecer el favor de Dios, sino solamente tomar la Gracia y el amor y la misericordia que Dios le ofrece gratuitamente.

Para demostrar su argumento Pablo cita dos pasajes del Antiguo Testamento. En primer lugar, Levítico 18 , donde se dice que el que obedezca meticulosamente los mandamientos de Dios encontrará la vida. Es verdad, pero nadie ha podido. Luego cita Deu_30:12  s. Dice Moisés que la Ley de Dios no es inasequible o imposible: está en la boca, en la mente y en el corazón del hombre. Pablo toma ese pasaje en sentido alegórico. No fue nuestro esfuerzo el que trajo al mundo a Cristo o Le resucitó. No es nuestro esfuerzo lo que nos reconcilia con Dios. Dios lo ha hecho por nosotros, y no tenemos más que aceptarlo y recibirlo.

Los versículos 9 y 10 son de suprema importancia. Contienen la base del primer credo cristiano.

(i) Hay que confesar que Jesucristo es el Señor. La palabra para Señor es Kyrios. Es la palabra clave del cristianismo primitivo. Su significado pasa por cuatro etapas:

(a) Es el título normal de respeto, como en español señor, en inglés sir, en francés monsieur y en alemán Herr.

(b) Era el título que se aplicaba al Emperador romano.

 (c) Era el título de los dioses griegos y Romanos, que se colocaba antes del nombre; por ejemplo: Kyrios Serapis.

(d) En la traducción al griego del Antiguo Testamento, Kyrios es la traducción normal del nombre divino Yahweh o Jehová.

 Los primeros cristianos iban a la muerte con tal de no confesar que el César era Kyrios, porque sólo aplicaban ese título a Jesucristo. Cuando llamaban a Jesús Kyrios, no sólo le confesaban como el Señor supremo de su vida, y Le estaban equiparando al Emperador o a los dioses griegos, sino con el Dios único y verdadero, al Que se debía absoluta obediencia y culto reverente. Llamar Kyrios a Jesús era reconocer y confesar su divinidad. Lo primero para ser cristiano es el sentimiento de qué Jesucristo es supremamente único.

 

(ii) Hay que creer que Jesucristo ha resucitado. La Resurrección de Jesucristo era una parte esencial del credo cristiano. El cristiano cree, no solamente que Cristo vivió, sino también que vive. No sólo debe saber de Cristo, sino conocerle personalmente. No se limita a estudiar un personaje histórico, por muy grande que fuera; sino que vive con una Presencia real. No sólo debe saber de Cristo el Mártir: debe también conocer a Cristo el Vencedor.

(iii) Pero el cristiano no sólo debe creer en su corazón, sino también confesar con sus labios. Ser cristiano es creer y confesar; como se dice en muchas declaraciones de fe evangélica, " Creemos y testificamos.» El creer supone testificar ante los demás. No es suficiente que Dios sepa de qué parte estamos, sino que hace falta que también lo sepa la gente.

A un judío le resultaría difícil creer que el acceso a Dios no era por medio de la Ley; este camino de la confianza y la aceptación era algo revolucionario e increíblemente nuevo para él. Además, le resultaría sumamente difícil creer que el acceso a Dios estaba abierto a todo el mundo. Le parecía que los gentiles no podían estar en la misma posición que los judíos. Así es que Pablo concluye su argumento citando dos pasajes del Antiguo Testamento como última demostración. Cita en primer lugar Isa_28:16  : " Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure..» No se dice nada de la Ley; todo se basa en la fe. Y en segundo lugar cita Joel_2:32 ; « Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado..» No hay limitación aquí; la promesa es para todos; por tanto no hay diferencia entre judíos y gentiles.

En esencia, este pasaje es una apelación a los judíos para que abandonen el camino del legalismo y acepten el de la Gracia. Es una apelación para que reconozcan que su celo está descarriado, y para que presten atención a los profetas que declararon hace mucho tiempo que la fe es el único camino de acceso a Dios, y que está abierto a todo el mundo.

 

 

Rom 10; 8  Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

Rom 10:9  que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Rom 10:10  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Rom 10:11  Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Rom 10:12  Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

Rom 10:13  porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

 

    Pablo ha estado diciendo algunas cosas muy duras de los judíos; cosas que a ellos les resultaría desagradable oír, y más aún reconocer. Todo el pasaje de Romanos 9 al 11 es una condenación de la actitud religiosa de los judíos. Sin embargo, desde el principio hasta el fin no hay ira, sino anhelo y ansiedad cordiales. Lo que Pablo desea por encima de todo es que los judíos se salven.

Si vamos a llevar a Cristo a otras personas, esa debe ser nuestra actitud. Los grandes predicadores lo han reconocido. «No des palizas» -decía uno-. «Acuérdate de no chillar demasiado» -decía otro. Y un gran predicador de los tiempos presentes decía que predicar es «suplicar a las almas.» Eso era lo que decía también Pablo (2 Corintios 5-:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.). Y Jesús lloró por Jerusalén. Hay una manera de predicar que pretende aterrar al pecador con palabras airadas de condenación; pero Pablo decía la verdad con amor.

Pablo estaba totalmente dispuesto a admitir que los judíos tenían celo de Dios; pero ese celo estaba mal orientado. La religión judía estaba basada en una obediencia meticulosa a la Ley. Ahora bien: está claro que esa obediencia sólo se la podía proponer alguien que tomara la religión totalmente en serio. No era nada fácil. En muchas ocasiones llevaría a graves inconvenientes y haría la vida sumamente incómoda.

Tomemos como ejemplo la ley del sábado. Se establecía exactamente la distancia máxima que se podía andar; se prohibía llevar una carga superior al peso de dos higos secos; se prohibía cocinar en sábado; se fijaban los medios para evitar que un enfermo se pusiera peor, pero se prohibía curarle. Todavía hoy en día hay judíos ortodoxos estrictos que no encienden ni apagan una luz en sábado. Algunas familias judías acomodadas emplean a criados gentiles para que hagan las cosas imprescindibles los sábados -aunque, según Exo_20:10(mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.) y Deu_5:14 (mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú ) , la ley del sábado obligaba igualmente a los siervos y 'a  los forasteros gentiles.

Esto es algo que nos debe mover, no a la risa, sino a la admiración. La vida bajo la Ley no era fácil, era imposible de cumplir. Nadie se sometería a menos que lo tomara realmente en serio. Los judíos eran y son celosos. Pablo no tenía dificultad en reconocérselo, pero les advertía que aplicaban u orientaban mal su celo.

Los judíos estaban convencidos de que adquirían crédito con Dios mediante la obediencia a la Ley. Lo que mejor revela la actitud judía son las tres clases en que dividían la humanidad: Había personas que eran buenas, cuyo balance era positivo; había otros que eran malos, cuya vida arrojaba un balance de deuda, y había quienes estaban en medio, que serían buenos si hicieran una buena obra más. Todo era cuestión de ley y mérito. A esto contesta Pablo: «Cristo es el final de la Ley», lo que quiere decir que es el final del legalismo. La relación entre Dios y el hombre ya no es la que existe entre un acreedor y un deudor, entre un asalariado y un patrono o entre un juez y un acusado. Gracias a Jesucristo, el hombre ya no está en la posición de tener que satisfacer la justicia divina; sólo tiene que aceptar Su amor. Ya no tiene que merecer el favor de Dios, sino solamente tomar la Gracia y el amor y la misericordia que Dios le ofrece gratuitamente.

Para demostrar su argumento Pablo cita dos pasajes del Antiguo Testamento. En primer lugar, Levítico 18 , donde se dice que el que obedezca meticulosamente los mandamientos de Dios encontrará la vida. Es verdad, pero nadie ha podido. Luego cita Deu_30:12  s. Dice Moisés que la Ley de Dios no es inasequible o imposible: está en la boca, en la mente y en el corazón del hombre. Pablo toma ese pasaje en sentido alegórico. No fue nuestro esfuerzo el que trajo al mundo a Cristo o Le resucitó. No es nuestro esfuerzo lo que nos reconcilia con Dios. Dios lo ha hecho por nosotros, y no tenemos más que aceptarlo y recibirlo.

Los versículos 9 y 10 son de suprema importancia. Contienen la base del primer credo cristiano.

(i) Hay que confesar que Jesucristo es el Señor. La palabra para Señor es Kyrios. Es la palabra clave del cristianismo primitivo. Su significado pasa por cuatro etapas:

(a) Es el título normal de respeto, como en español señor, en inglés sir, en francés monsieur y en alemán Herr.

(b) Era el título que se aplicaba al Emperador romano.

 (c) Era el título de los dioses griegos y Romanos, que se colocaba antes del nombre; por ejemplo: Kyrios Serapis.

(d) En la traducción al griego del Antiguo Testamento, Kyrios es la traducción normal del nombre divino Yahweh o Jehová.

 Los primeros cristianos iban a la muerte con tal de no confesar que el César era Kyrios, porque sólo aplicaban ese título a Jesucristo. Cuando llamaban a Jesús Kyrios, no sólo le confesaban como el Señor supremo de su vida, y Le estaban equiparando al Emperador o a los dioses griegos, sino con el Dios único y verdadero, al Que se debía absoluta obediencia y culto reverente. Llamar Kyrios a Jesús era reconocer y confesar su divinidad. Lo primero para ser cristiano es el sentimiento de qué Jesucristo es supremamente único.

 

(ii) Hay que creer que Jesucristo ha resucitado. La Resurrección de Jesucristo era una parte esencial del credo cristiano. El cristiano cree, no solamente que Cristo vivió, sino también que vive. No sólo debe saber de Cristo, sino conocerle personalmente. No se limita a estudiar un personaje histórico, por muy grande que fuera; sino que vive con una Presencia real. No sólo debe saber de Cristo el Mártir: debe también conocer a Cristo el Vencedor.

(iii) Pero el cristiano no sólo debe creer en su corazón, sino también confesar con sus labios. Ser cristiano es creer y confesar; como se dice en muchas declaraciones de fe evangélica, " Creemos y testificamos.» El creer supone testificar ante los demás. No es suficiente que Dios sepa de qué parte estamos, sino que hace falta que también lo sepa la gente.

A un judío le resultaría difícil creer que el acceso a Dios no era por medio de la Ley; este camino de la confianza y la aceptación era algo revolucionario e increíblemente nuevo para él. Además, le resultaría sumamente difícil creer que el acceso a Dios estaba abierto a todo el mundo. Le parecía que los gentiles no podían estar en la misma posición que los judíos. Así es que Pablo concluye su argumento citando dos pasajes del Antiguo Testamento como última demostración. Cita en primer lugar Isa_28:16  : " Por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure..» No se dice nada de la Ley; todo se basa en la fe. Y en segundo lugar cita Joel_2:32 ; « Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado..» No hay limitación aquí; la promesa es para todos; por tanto no hay diferencia entre judíos y gentiles.

En esencia, este pasaje es una apelación a los judíos para que abandonen el camino del legalismo y acepten el de la Gracia. Es una apelación para que reconozcan que su celo está descarriado, y para que presten atención a los profetas que declararon hace mucho tiempo que la fe es el único camino de acceso a Dios, y que está abierto a todo el mundo.

 

 

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