1Co 1:26 Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
1Co 1:27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a
lo fuerte;
1Co 1:28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió
Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
1Co 1:29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
1Co 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús,
el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y
redención;
1Co 1:31 para que, como está escrito: El que se
gloría, gloríese en el Señor.
Pablo se siente orgulloso del hecho de que la mayor parte de los
miembros de la Iglesia fueran la gente más sencilla y humilde que se podía
encontrar en el mundo. No debemos creer que la Iglesia Primitiva estaba formada
exclusivamente por esclavos. En el Nuevo Testamento también se mencionan
convertidos que procedían de los estratos más elevados de la sociedad. Entre
ellos recordamos a Dionisio de Atenas (Hechos_17:34 ), Sergio Paulo, procónsul
de Creta (Hechos_13:6-12 ); las señoras de la nobleza de Tesalónica y Berea (Hechos_17:4;
Hechos_17:12 ), y Erasto, tesorero de la ciudad, posiblemente, de Corinto (Romanos_16:23
). En el tiempo de Nerón, Pomponia Grecina, la mujer de Plautio, el
conquistador de Britania, fue ejecutada por ser cristiana. En el tiempo de
Domiciano, la segunda mitad del siglo I, Flavio Clemente, que era primo del
Emperador, también fue un mártir cristiano. A finales del siglo II, Plinio, el
gobernador de Bitinia, le escribe al emperador Trajano que los cristianos
procedían de todas las clases sociales. Pero sigue siendo verdad que la gran
masa de cristianos era gente normal y corriente.
Allá por el año 178 d C., Celso escribió uno
de los ataques más amargos que se hayan escrito jamás contra el Cristianismo.
Era precisamente la atracción que ejercía el Cristianismo entre la gente sencilla
lo que más ridiculizaba. Denunciaba que el punto de vista cristiano era: "
¡Que no se acerque por aquí ninguna persona culta, ni inteligente, ni sensata,
porque todo eso es del diablo! Pero si hay algún ignorante, sin sentido ni
cultura, o algún idiota, ¡que venga sin miedo!» De los cristianos escribía:
" Los vemos en sus casas: tejedores, zapateros y abatanadores; la gente
más vulgar y analfabeta.» Decía que los cristianos eran «enjambre de mosquitos,
u hormigas saliendo a rastras de su hormiguero, o ranas celebrando un simposio
en un pantano, o gusanos en un conventículo de barro.»
Esa era precisamente la gloria del
Cristianismo. Había sesenta millones de esclavos en el imperio romano. A los
ojos de la ley, un esclavo no era más que «una herramienta viva,» es decir, no
una persona sino una cosa. Un amo podía tirar un esclavo viejo como si fuera
una azada o una hoz. Se podía divertir torturando a sus esclavos, o matándolos.
Para ellos no existía la posibilidad del matrimonio; y, si tenían hijos porque
al amo le convenía, eran propiedad del amo como los corderos del rebaño, que no
pertenecían a las ovejas sino al pastor. El
Cristianismo convirtió a gentes que eran cosas en hombres y mujeres de verdad;
más aún: en hijos e hijas de Dios. Dio a los indignos una dignidad propia;
a los que no tenían vida personal, la vida eterna. Les dijo a esas personas
que, si no importaban para la sociedad, sí Le importaban inmensamente a Dios. Les dijo que, si no tenían ningún valor a
los ojos del mundo, a Dios Le habían costado la sangre de Su Hijo y, por tanto,
tenían un valor incalculable. El Cristianismo era, y aún es, lo que redime y
eleva más a la persona en todo el universo.
La cita con la que Pablo termina esta párrafo
procede de Jer_9:23-24 Así dijo Jehová: No se alabe el
sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se
alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en
esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová,
que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas
quiero, dice Jehová. El
pecado fundamental es la autoafirmación, o el deseo de ser reconocido. La
verdadera religión empieza solamente cuando nos damos cuenta de que no podemos
hacer nada por nosotros mismos y que Dios es el Que puede hacer y lo hará todo.
El hecho alucinante de la vida es que son las personas que se dan cuenta de su
debilidad e ignorancia las que son fuertes y sabias a fin de cuentas. Es un
hecho de la experiencia que el que se cree que puede arrostrar la vida por sí
solo es el que suele sufrir naufragio.
Debemos fijarnos en las cuatro cosas en que
insiste Pablo que Cristo es para nosotros.
(i) Sabiduría.
Sólo siguiéndole a Él vamos por el buen camino, y sólo escuchándole a Él oímos
la verdad. Jesús es el experto en la vida.
(ii) Integridad.
En los escritos de Pablo, integridad (justicia) quiere decir la debida relación
con Dios. Por nuestro propio esfuerzo nunca podremos alcanzarla; solamente es
nuestra cuando nos damos cuenta por medio de Jesucristo de que no. es por lo
que nosotros podamos hacer por Dios, sino por lo que El ha hecho por nosotros.
(iii) Consagración.
Es solamente en la presencia de Cristo cuando la vida puede llegar a ser lo que
debe ser. Epicuro solía decirles a sus discípulos: " Vivid como si Epicuro
os estuviera viendo siempre.» No hay «como sí» en nuestra relación con Cristo.
El cristiano camina con Él, y sólo en Su compañía puede mantener su conducta
sin mancha de este mundo.
(iv) Liberación.
Diógenes solía quejarse de que la gente siempre esté yendo al oculista y al
dentista, pero nunca acude a la persona (quería decir el filósofo) que puede
curarle el alma. Jesucristo es el único que puede librarnos del pecado pasado,
de la impotencia presente y del miedo al futuro. Es el emancipador de la
esclavitud del pecado y del yo.
Pablo sigue enfatizando que la manera de
obtener salvación es tan simple que cualquier persona que lo desee lo puede
entender. La habilidad y la sabiduría no hacen que una persona entre al reino
de Dios, una fe sencilla sí lo hace. Dios lo planeó de esta manera para que
nadie se gloríe que sus logros le permitieron asegurar la vida eterna. No hay
nada que podamos hacer para ganar nuestra salvación, sólo necesitamos aceptar
lo que Jesús ya hizo por nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario