1 Juan 2:20-21
Pero vosotros tenéis la unción del
Santo, y conocéis todas las cosas.
21 No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la
conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
En el versículo 20,
Juan pasa a recordarnos que todos los nacidos de nuevo poseemos conocimiento
revelado por el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios en la Biblia.
Los que habían
salido de nosotros (versículo 19) eran gnósticos, que pretendían que se les
había dado a ellos un conocimiento secreto, especial y avanzado, que no estaba
a disposición de los cristianos ordinarios. Juan nos recuerda que, en asuntos
de fe, el más humilde cristiano no tiene por qué tener ningún sentimiento de
inferioridad ante el investigador más erudito. Es verdad que hay asuntos de
investigación técnica, de lenguaje, de historia, que hay que reservarle al
experto; pero las cosas esenciales de la fe son posesión de cada uno.
En contraste con estos apóstatas están los fieles, que hemos recibido la
unción del Santo y poseemos el verdadero conocimiento, que nos permite
distinguir el error de la verdad. Y como la unción con óleo se llevaba a cabo
en los reyes, sacerdotes y profetas cuando eran elegidos o consagrados para
desempeñar su alta misión, de ahí que el óleo de la unción haya venido a tener
un valor simbólico. Por lo general, unción se refiere al derramamiento
de un aceite especial. El aceite se usaba para consagrar a los reyes y a las personas
especiales para el servicio (1Samuel 16:1, 1Samuel
16:13), y también se usa en la iglesia cuando alguien está enfermo (Santiago 5:14). "Pero vosotros tenéis la unción
del Santo" se podría leer: "Se le ha dado a usted el Espíritu Santo
por el Padre y el Hijo". Cuando una persona se entrega a Cristo recibe el
Espíritu Santo. Una de las formas en que el Espíritu Santo ayuda al creyente y
a la Iglesia es por comunicar la verdad. Jesucristo es la verdad (Juan 14:6) y el Espíritu Santo guía a los creyentes a
Él (Juan 16; 13). Los que están en contra de
Cristo también están en contra de la verdad, y el Espíritu Santo no obra en sus
vidas. Cuando somos guiados por el Espíritu podemos permanecer en contra de los
falsos maestros y del anticristo. Pidámosle al Espíritu que nos guíe cada día.
Esto condujo a Juan
al último punto de esta sección. Les escribe; no porque no conocieran la
verdad, sino porque la conocían. "El objetivo del apóstol al escribir no
era comunicar un conocimiento nuevo, sino sacar a un uso activo y decisivo el
conocimiento que ya poseían sus lectores.» La más grande defensa cristiana
consiste sencillamente en recordar lo que ya sabemos. Lo que nos hace falta no
es una nueva verdad, sino que la verdad que ya conocemos se convierta en activa
y efectiva en nuestra vida.
Este es un enfoque
que Pablo usa constantemente. Les escribe a los tesalonicenses: «Acerca del
amor fraternal no tenéis necesidad de que se os escriba, porque vosotros mismos
habéis aprendido de Dios a amaros unos a otros» (1Tesalonicenses 4:9). Lo que necesitaban no
era una nueva verdad, sino poner en práctica la verdad que ya conocían. Escribe
a los Romanos: "En cuanto a mí, estoy satisfecho por lo que respecta a
vosotros, hermanos míos, de que estéis llenos de bondad, henchidos de todo
conocimiento, y seáis capaces de instruiros mutuamente. Pero sobre algunas
cuestiones me he atrevido a escribiros, por la gracia de Dios que se me ha
concedido, para haceros recordar" (Romanos 15:14..). Lo que necesitaban
no era tanto que se les enseñara como que se les recordara.
Es un hecho
indiscutible de la vida cristiana que las cosas cambiarían inmediatamente
conque nosotros pusiéramos en práctica lo que ya sabemos. Eso no es decir que
no tenemos necesidad de aprender ninguna cosa nueva; pero sí es decir que, aun
como somos, tenemos suficiente luz para caminar en ella si estamos dispuestos a
usarla. El evangelio es acción, no inacción. Y muchos apagan el primer amor por
no obedecer la Palabra, su estilo de vida en nada se diferencia de los que son
del mundo; son simples oidores, carecen de la madurez para producir fruto del
Espíritu (Gálatas 5; 22-25)
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