} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: DIOS DESVARATA LOS PLANES DE LOS HOMBRES PARA SU GLORIA

martes, 28 de septiembre de 2021

DIOS DESVARATA LOS PLANES DE LOS HOMBRES PARA SU GLORIA

 

 Mar 14:1  Dos días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura; y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle.

Mar 14:2  Y decían: No durante la fiesta para que no se haga alboroto del pueblo.

 

             Vemos primeramente en estos versículos como puede Dios hacer fracasar los designios de los impíos, y convertirlos en su propia gloria.

Se deduce claramente de las palabras de S. Marcos, y del pasaje paralelo en S. Mateo, que los enemigos de nuestro Señor no tenían la intención de que su  muerte fuese un acto público. "Trataban de apoderarse de él con astucia." Decían, "No en el día de la fiesta, no sea que el pueblo se alborote." En una palabra,  tal parece que su plan primitivo era no hacer nada hasta que no hubiera pasado la fiesta de la Pascua, y que los concurrentes a ella hubieran vuelto a sus casas.

El poder providencial de Dios trastornó completamente estos planes de su astuta política. La entrega de nuestro Señor tuyo lugar antes de lo que se esperaban  los príncipes de los sacerdotes, y la muerte de nuestro Señor aconteció en el día en que Jerusalén estaba más concurrida, y la fiesta de la Pascua en su apogeo.

Loa designios de estos malvados se vieron de todos modos frustrados. Creyeron que iban a poner término para siempre al reino espiritual de Cristo; y en  realidad estaban ayudando a establecerlo. Creían que iban a envilecerlo y a hacerlo despreciable crucificándolo, y en realidad iban a glorificarlo. Creían que  podrían darle muerte privadamente y sin ser observados; y muy al contrario se iban a ver compelidos á crucificarlo en público, á vista de toda la nación  judaica. Creyeron que reducirían al silencio a sus discípulos, y harían terminar su enseñanza; y en lugar de eso, les iban a suministrar un texto y un tema que  durarían eternamente. (Ciertamente la ira del hombre te alabará; Tú reprimirás el resto de las iras. Salmo 76.10.)

Todo esto es muy consolador para los verdaderos cristianos. Vivimos en un mundo turbulento agitados por la ansiedad de loa acontecimientos públicos.

 

 El último, denso acto de la vida de Jesús estaba ya a punto de empezar.

La fiesta de la Pascua y la de los Panes sin Levadura eran realmente dos cosas diferentes. La fiesta de la Pascua caía el 14 de Nisán, es decir, a mediados de abril. La fiesta de los Ázimos, o de los Panes sin Levadura, consistía en siete días a partir de la Pascua. La Pascua misma era una de las mayores fiestas, y se guardaba como un sábado; la de los Panes sin Levadura se consideraba una festividad menor y, aunque no se podía empezar durante ella ningún trabajo nuevo, se permitía hacer cualquier trabajo «que fuera necesario ara el interés público, o para proveer el mantenimiento, o para remediar o evitar alguna pérdida privada.» El día realmente grande era el de la Pascua.

La Pascua era una de las tres grandes fiestas de guardar. Las otras dos eran Pentecostés y Tabernáculos. A estas fiestas estaban obligados a acudir a Jerusalén todos los varones judíos adultos que vivieran en un radio de 25 kilómetros.

La Pascua tenía un doble significado.

(a) Tenía una significación histórica (Éxodo 12). -Conmemoraba la liberación de los israelitas de la cautividad de Egipto. Dios había enviado a Egipto una plaga tras otra, y, cuando se producía cada una, el Faraón prometía dejar salir al pueblo; pero, en cuanto remitía la plaga, endurecía el corazón y se volvía atrás de lo dicho. Finalmente llegó una terrible noche cuando el ángel de la muerte había de pasar por toda la tierra de Egipto matando a los primogénitos de todos los hogares. Los israelitas tenían que matar un cordero o cabrito de un año, y usando un manojo de hisopo, untar el dintel y los lados de las puertas con su sangre para que, cuando el ángel de la muerte viera la puerta así marcada, pasara por alto aquella casa, cuyos ocupantes estarían a salvo. Antes de ponerse en camino hacia la libertad, los israelitas tenían que cenar cordero asado y pan sin leudar. Era aquel «pasar por alto» -que es lo que quiere decir la palabra pesaj, pascua-, aquella liberación y aquella última cena lo que el pueblo de Israel conmemoraba y conmemora la fiesta de la Pascua.

 

(b) Tenía un significado agrícola. Marcaba la recolección de la cosecha de la cebada. Se mecía delante del Señor una gavilla de cebada (Lev_23:9-12 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 10  Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. 11  Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá :12  Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová. ). Hasta que se había hecho eso no se podía vender en las tiendas ni comer el pan hecho con la harina de la nueva cosecha.

Se hacían todos los preparativos imaginables para la Pascua. Con un mes de antelación se exponía su significado en las sinagogas, y se enseñaba diariamente en las escuelas. El objetivo era que nadie ignorara o no estuviera preparado para la fiesta. Todas las carreteras se ponían en orden, y se reparaban los puentes. Y se hacía otra cosa muy especial. Entonces era muy comun enterrar los muertos a la orilla de la carretera. Ahora bien: si un peregrino tocaba, aunque fuera sin darse cuenta, una de esas tumbas, quedaba en estado de impureza legal como si hubiera tocado un cadáver, y no sería apto para tomar parte en la fiesta. Así que, antes de la Pascua, todas las tumbas al borde de la carretera se enlucían para que se vieran, y los peregrinos las pudieran evitar. Los Salmos 120 a 134 se llaman Cánticos graduales, porque estos eran los Salmos que cantaban los peregrinos al ascender a Jerusalén para la fiesta para hacer más ligera la marcha. Se dice que el Salmo 122 era el que se cantaba precisamente al escalar la colina del Templo en la última etapa del viaje.

Como ya hemos visto, era obligatorio para todos los varones judíos adultos que vivieran en un radio de 25 kilómetros el ir a la Pascua; pero venían muchos más que esos. Era la ambición suprema de todos los judíos de la diáspora el comer la pascua en Jerusalén por lo menos una vez en la vida. Por tanto, los peregrinos fluían desde todos los países del mundo a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Durante ese tiempo el alojamiento era gratuito. Está claro que Jerusalén sola no podía albergar en su seno tales multitudes; así es que, en los pueblos cercanos, entre los que se encontraban Betania y Betfagué, se alojaban muchos de aquellos peregrinos.

Un pasaje de Josefo nos da una idea del número de peregrinos que acudían. Nos cuenta que Cestio, gobernador de Palestina alrededor del año 65 d C., tenía alguna dificultad para persuadir a Nerón de la gran importancia que tenía la religión judía. Para impresionarle, le pidió al entonces sumo sacerdote que hiciera un censo de los corderos que se mataban para la Pascua. El número, según Josefo, fue 256,500. La Ley establecía que debía haber un mínimo de diez personas por cada cordero; así que tiene que haber habido como 3,000,000 de personas en Jerusalén aquel año.

Ahí era donde tenían problemas las autoridades judías. Durante la Pascua todos los sentimientos se exacerbaban. El recuerdo de la antigua liberación de Egipto hacía que la gente anhelara la liberación de Roma. En ningún otro tiempo de año era tan intenso el sentimiento nacionalista. El cuartel general romano de Judasa no estaba en Jerusalén. Era en Cesarea donde el gobernador tenía su residencia y estaban acuartelados los soldados. Durante el tiempo de la Pascua se enviaba un destacamento especial a Jerusalén que se alojaba en la torre Antonia, que miraba al Templo. Los romanos sabían que cualquier cosa podía suceder en Pascua, y no querían correr riesgos innecesarios. Las autoridades judías sabían que, en una atmósfera inflamable como esa, el arresto de Jesús podía provocar disturbios. Por eso buscaban alguna estratagema secreta para arrestarle y tenerle en su poder antes de que el populacho se enterara de nada.

El último acto de la vida de Jesús había de representarse en una ciudad abarrotada de judíos que habían llegado de todos los fines de la Tierra para conmemorar el acontecimiento de la liberación de la esclavitud de Egipto mucho tiempo atrás. Fue en esa misma época del año cuando el Libertador de la humanidad concluyó en la Cruz la Obra que el Padre Le había encargado que hiciera.

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