Mar 12:35 Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo
dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Mar 12:36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu
Santo:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga tus enemigos por estrado de
tus pies.(K)
Mar 12:37 David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es
su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.
Hemos visto, en la primera
parte de este capítulo, como los enemigos de nuestro Señor procuraron
"pescarlo en sus palabras." Hemos visto como los fariseos, los saduceos, y los escribas le propusieron
sucesivamente cuestiones difíciles, cuestiones que, no podemos menos de
decirlo, eran más apropiadas para
producir disputas y no edificación. El pasaje de que ahora nos ocupamos
principia con una cuestión de un carácter muy diferente. Es nuestro Señor quien
la propone. Dirige preguntas a sus
enemigos sobre Cristo y la significación de las Sagradas Escrituras. Tales
preguntas son siempre provechosas. Que gran bien seria para la iglesia que las discusiones
teológicas giraran menos sobre fruslerías, y se ocupasen más de materias de
peso, y de los puntos necesarios para
nuestra salvación.
Aprendamos, en primer lugar, en estos
versículos, cuanto se habla de Cristo en las Escrituras del Viejo Testamento.
Nuestro Señor desea hacer pública la
ignorancia de los maestros judíos respecto a la verdadera naturaleza del
Mesías; y lo consigue citando un pasaje del libro de los Salmos, y probando que
los escribas no lo entendían bien. Y al
hacerlo nos muestra que Cristo era el tema, sobre el cual David fue inspirado
por el Espíritu Santo para que escribiera. Jesús de nuevo puso al descubierto los motivos impuros de los líderes
religiosos. Estos no recibían paga y dependían solamente de la hospitalidad de
los judíos devotos. Algunos se valían de esta situación para explotar al
pueblo, engañaban a los pobres en todo lo que podían y se aprovechaban de los
ricos. Fingían espiritualidad para ganar prestigio, reconocimiento y respeto.
Sabemos, por las propias palabras de nuestro
Señor en otro lugar, que las Escrituras del Viejo Testamento " dan
testimonio de Cristo. “Juan 5.39. El objeto de
ellas fue enseñar a los hombres respecto a Cristo, por medio de tipos,
de figuras y profecías, hasta que El mismo apareciera en la tierra. Deberíamos
tener esto presente al leer el Antiguo
Testamento, pero más aún al leer los Salmos. No hay duda que encontramos a
Cristo por do quiera en la Ley y en los Profetas, pero en ninguna parte se le encuentra tanto como
en el libro de los Salmos. Lo que experimentó y sufrió en su primera venida al
mundo, su gloria futura y su segunda
venida, son los principales temas de muchos pasajes de esa parte maravillosa de
la palabra divina. Es un dicho muy verdadero que al leer los Salmos deberíamos esperar encontrarnos a Cristo
tanto como a David.
Guardémonos de rebajar el mérito del Viejo
Testamento ni de menospreciarlo. Considerado en el lugar que le corresponde, el
Antiguo Testamento es tan valioso como
el Nuevo. Probable es que hay en esa parte de la Biblia muchos pasajes muy
ricos que aún no han sido explorados por completo. Hay en él pensamientos muy profundos respecto a Jesús,
sobre los cuales muchos pasan como sobre minas de oro escondidas, sin saber los
tesoros que huellan bajo sus plantas.
Reverenciemos toda la Biblia, que toda ella es inspirada, y toda ella es
provechosa. Una parte da luz y la otra, y ninguna puede descuidarse sin perjuicio y daño de nuestras almas. Un
jactancioso desprecio de las Escrituras del Antiguo Testamento ha resultado
siempre ser el primer paso en el camino de
la incredulidad.
El castigo a los líderes religiosos sería grande porque,
como maestros y guías, cargaban sobre sus hombros la gran responsabilidad de
formar la fe de sus discípulos. Pero abrumaban a la gente con leyes
insignificantes mientras olvidaban al Dios que debían adorar, y con su
voracidad y motivos impuros llevaban a mucha gente por el mal camino.
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