} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: MIRAD, VELAD Y ORAD

domingo, 26 de septiembre de 2021

MIRAD, VELAD Y ORAD


Mar 13:32  Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

Mar 13:33  Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.

Mar 13:34  Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

Mar 13:35  Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;

Mar 13:36  para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.

Mar 13:37  Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.

 

            El versículo 32 se refiere a la Segunda Venida y a la Nueva Era, no a la destrucción de Jerusalén. En el versículo 30 específicamente, Jesús se dirigió a esta generación. Es un versículo fuerte que intenta desanimar a los cristianos que intentaban fechar la Segunda Venida. Los ángeles tienen curiosidad por la manera cómo Dios trata a la Humanidad:

1ª de Corintios 4:9  Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.

Efesios 2:7  para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Efesios 3:10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,

1ª de Pedro 3:12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal

Los ángeles aunque están ante la presencia de Dios no comprenden a cabalidad sus planes. ¡En Cristo estos propósitos eternos se hacen evidentes!

La falta de información claramente evidencia la verdadera humanidad de Jesús, quien aunque es totalmente hombre, dejó parte de sus atributos divinos en el cielo al encarnarse (Filipenses 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;). La limitación se encuentra sólo en el efecto producido después de la ascensión. Jesús utilizaba el término “Hijo” para describirse y revelar su auto-entendimiento (ejemplo, YHWH es el Padre, él es el escogido, el Hijo mesiánico). Es un extraño uso del término “hijo”, porque implica “el hijo de un Padre”.

Generalmente, Jesús se refiere a sí mismo como “Hijo del Hombre”, pero esta frase pudo haber sido asimilada por sus seguidores como “el ser humano”, a menos que estuviesen familiarizados con su particular uso en Daniel 7:13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.. Pero el Judaísmo no enfatizaba este texto y título del Antiguo Testamento.

La frase “ni el Hijo” no aparece en Mateo 24:36 Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.  ni en algunos manuscritos griegos antiguos א ,K, L, W. Se incluye en la mayoría de las traducciones porque se encuentra en los manuscritos א ,B y D, la Diatessaron y los textos griegos conocidos por Ireneo, Orígenes, Crisóstomo y el antiguo manuscrito latino utilizado por Jerónimo. También pudo haber sido uno de los textos modificados por los escribas ortodoxos para acentuar la deidad de Cristo frente a los falsos maestros.

Aunque realmente la Segunda Venida será experiencia sólo de la última generación de creyentes, cada una vive la esperanza constante del retorno del Señor en cualquier momento. Esto explica por qué los Apóstoles y la Iglesia primitiva pensaban que el regreso era inminente. El retorno a los dos mil años sería sorprendente, pero Dios ama y desea que nadie perezca (1ª Timoteo 2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.; 1ª Pedro 3:9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición ). Tarda en venir para que la Iglesia pueda cumplir la Gran Comisión (Mateo 28:19-20 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,(B) bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.)

 Cuáles son los deberes prácticos de los verdaderos creyentes en la expectativa de la segunda venida de  Jesucristo. Nuestro Señor menciona tres cosas a que debe atender su pueblo. Les dice muy claro que volverá un día, con gran gloria y majestad; pero al mismo  tiempo agrega que la hora precisa y la fecha de su venida no son conocidas. ¿Qué tiene, pues, que hacer su pueblo? ¿Con que disposición de espíritu debe  vivir? Tienen que vigilar, que orar, y trabajar.

Tenemos que velar, y estar siempre en guardia. Debemos mantener nuestras almas vigilantes, despiertas y animadas, preparadas siempre a recibir a su Señor.

Tenemos que librarnos del letargo espiritual, del embotamiento, del sopor. Las compañías, el empleo del tiempo, la sociedad que puedan inducirnos a olvidar a Cristo y su segunda venida, deben marcarse, notarse, y evitarse. "Así pues no durmamos como los demás; antes velemos, y seamos sobrios." 1 Tesal. 5.6.

Debemos orar. Adquiramos el hábito de mantener con regularidad íntima comunión y relaciones con Dios. No permitamos que haya lejanía entre nosotros y  nuestro Padre que está en los cielos, sino hablémosle diariamente, para que estemos siempre dispuestos a mirarlo cara a cara. Además, debemos orar especialmente respecto a la segunda venida del Señor, para que seamos "hallados en paz, sin mancha ni faltas," para que nuestros corazones no se vean nunca  "sobrecargados" con los afanes de esta vida, y ese día nos coja desprevenidos. 2 Pedro 3.14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.  , y Lucas 21.34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.

Finalmente, debemos trabajar. Probemos que todos somos siervos de un gran Señor, que a cada hombre le ha señalado su tarea, y espera que sea hecha.

Esforcémonos en glorificar a Dios cada uno en la esfera de nuestra actividad y de nuestra influencia. Todos tenemos siempre algo que hacer. Tratemos cada  uno de nosotros, de brillar como una luz, de ser la sal de nuestra época y testigos fieles de nuestro Señor, honrándolo concienzuda y consecuentemente con  nuestra conducta diaria. Nuestro gran deseo debe ser que ese día no nos encuentre perezosos y dormidos, sino trabajando y haciendo algo.

Tales son los preceptos que nuestro Señor quiere que obedezcamos. Deberían excitar a todos los verdaderos cristianos a hacer un examen minucioso de sus  corazones y de sus conciencias, ¿Esperamos la vuelta del Salvador? ¿Podemos decir con sinceridad, Ven, Señor Jesús? ¿Vivimos como si realmente  creyéramos que Cristo volverá? Estas preguntas demandan una seria consideración. ¡Ojalá les consagremos la atención que merecen! ¿Nos exige nuestro Señor que descuidemos los deberes de la vida por esperar su vuelta? Nada de eso. No ordena al  labrador que abandone sus tierras, ni al mecánico su trabajo, ni al mercader sus negocios, ni al abogado sus clientes. Todo  lo que pide es que los que se han bautizado en su fe vivan como esta se los demanda: que vivan arrepentidos, que vivan  creyendo, que vivan como quienes saben que "sin santidad ningún hombre puede ver al Señor." Viviendo así, estamos  listos a encontrarnos con nuestro Señor; pero si así no lo hacemos, no estaremos preparados ni para la muerte, ni para el  juicio, ni para la eternidad. Vivir de esa manera es ser verdaderamente feliz, porque es estar en realidad dispuesto a todo lo  que pueda acontecer. No nos mostremos satisfechos con un Cristianismo práctico de un tipo inferior a este. Las últimas  palabras de la profecía son muy solemnes: "Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos, ¡Velad!" 

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