Mar
13:32 Pero de aquel día y de la hora
nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el
Padre.
Mar
13:33 Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
Mar 13:34 Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su
casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó
que velase.
Mar
13:35 Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la
casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;
Mar
13:36 para que cuando venga de repente,
no os halle durmiendo.
Mar
13:37 Y lo que a vosotros digo, a todos
lo digo: Velad.
1ª de Corintios 4:9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles
como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser
espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.
Efesios 2:7 para mostrar en los
siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús.
Efesios 3:10 para que
la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
1ª de Pedro 3:12 Porque
los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal
Los ángeles aunque están ante la presencia de
Dios no comprenden a cabalidad sus planes. ¡En Cristo estos propósitos eternos
se hacen evidentes!
La falta de información claramente evidencia
la verdadera humanidad de Jesús, quien aunque es totalmente hombre, dejó parte
de sus atributos divinos en el cielo al encarnarse (Filipenses 2:7 sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;). La limitación se encuentra sólo en el efecto
producido después de la ascensión. Jesús utilizaba el término “Hijo” para
describirse y revelar su auto-entendimiento (ejemplo, YHWH es el Padre, él es
el escogido, el Hijo mesiánico). Es un extraño uso del término “hijo”, porque
implica “el hijo de un Padre”.
Generalmente, Jesús se refiere a sí mismo como
“Hijo del Hombre”, pero esta frase pudo haber sido asimilada por sus seguidores
como “el ser humano”, a menos que estuviesen familiarizados con su particular
uso en Daniel 7:13 Miraba yo en la visión de la noche,
y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino
hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.. Pero
el Judaísmo no enfatizaba este texto y título del Antiguo Testamento.
La frase “ni el Hijo” no aparece en Mateo 24:36
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles
de los cielos, sino sólo mi Padre. ni
en algunos manuscritos griegos antiguos א ,K, L, W. Se incluye en la mayoría de
las traducciones porque se encuentra en los manuscritos א ,B y D, la
Diatessaron y los textos griegos conocidos por Ireneo, Orígenes, Crisóstomo y
el antiguo manuscrito latino utilizado por Jerónimo. También pudo haber sido
uno de los textos modificados por los escribas ortodoxos para acentuar la
deidad de Cristo frente a los falsos maestros.
Aunque realmente la Segunda Venida será
experiencia sólo de la última generación de creyentes, cada una vive la
esperanza constante del retorno del Señor en cualquier momento. Esto explica
por qué los Apóstoles y la Iglesia primitiva pensaban que el regreso era
inminente. El retorno a los dos mil años sería sorprendente, pero Dios ama y desea
que nadie perezca (1ª Timoteo 2:4 el cual quiere que
todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.; 1ª
Pedro 3:9 no
devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición ). Tarda en venir para que la Iglesia pueda
cumplir la Gran Comisión (Mateo 28:19-20 Por tanto, id,
y haced discípulos a todas las naciones,(B) bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.)
Cuáles
son los deberes prácticos de los verdaderos creyentes en la expectativa de la
segunda venida de Jesucristo. Nuestro
Señor menciona tres cosas a que debe atender su pueblo. Les dice muy claro que
volverá un día, con gran gloria y majestad; pero al mismo tiempo agrega que la hora precisa y la fecha
de su venida no son conocidas. ¿Qué tiene, pues, que hacer su pueblo? ¿Con que
disposición de espíritu debe vivir?
Tienen que vigilar, que orar, y trabajar.
Tenemos
que velar, y estar siempre en guardia. Debemos mantener nuestras almas
vigilantes, despiertas y animadas, preparadas siempre a recibir a su Señor.
Tenemos
que librarnos del letargo espiritual, del embotamiento, del sopor. Las compañías, el empleo del tiempo, la
sociedad que puedan inducirnos a olvidar a Cristo y su segunda venida, deben
marcarse, notarse, y evitarse. "Así pues no
durmamos como los demás; antes velemos, y seamos sobrios." 1 Tesal.
5.6.
Debemos
orar. Adquiramos el hábito de mantener con regularidad íntima comunión y
relaciones con Dios. No
permitamos que haya lejanía entre nosotros y
nuestro Padre que está en los cielos, sino hablémosle diariamente, para que estemos siempre
dispuestos a mirarlo cara a cara. Además, debemos orar especialmente respecto a
la segunda venida del Señor, para que seamos "hallados en paz, sin mancha
ni faltas," para que nuestros corazones no se vean nunca "sobrecargados" con los afanes de
esta vida, y ese día nos coja desprevenidos. 2 Pedro 3.14 Por lo cual, oh amados, estando en
espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e
irreprensibles, en paz. , y Lucas 21.34 Mirad
también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería
y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros
aquel día.
Finalmente,
debemos trabajar.
Probemos que todos somos siervos de un gran Señor, que a cada hombre le ha
señalado su tarea, y espera que sea hecha.
Esforcémonos
en glorificar a Dios cada uno en la esfera de nuestra actividad y de nuestra
influencia. Todos tenemos siempre algo que
hacer. Tratemos cada uno de nosotros, de
brillar como una luz, de ser la sal de nuestra época y testigos fieles de nuestro
Señor, honrándolo concienzuda y consecuentemente con nuestra conducta diaria. Nuestro gran
deseo debe ser que ese día no nos encuentre perezosos y dormidos, sino
trabajando y haciendo algo.
Tales son los preceptos que nuestro Señor
quiere que obedezcamos. Deberían excitar a todos los verdaderos cristianos a
hacer un examen minucioso de sus
corazones y de sus conciencias, ¿Esperamos la vuelta del Salvador?
¿Podemos decir con sinceridad, Ven, Señor Jesús? ¿Vivimos como si
realmente creyéramos que Cristo volverá?
Estas preguntas demandan una seria consideración. ¡Ojalá les consagremos la
atención que merecen! ¿Nos exige nuestro Señor que descuidemos los deberes de
la vida por esperar su vuelta? Nada de eso. No ordena al labrador que abandone sus tierras, ni al
mecánico su trabajo, ni al mercader sus negocios, ni al abogado sus clientes.
Todo lo que pide es que los que se han bautizado en su fe
vivan como esta se los demanda: que vivan arrepentidos, que vivan creyendo, que vivan como quienes saben que
"sin santidad ningún hombre puede ver al Señor." Viviendo así,
estamos listos a encontrarnos con
nuestro Señor; pero si así no lo hacemos, no estaremos preparados ni para la muerte, ni
para el juicio, ni para la eternidad. Vivir de esa
manera es ser verdaderamente feliz, porque es estar en realidad dispuesto a
todo lo que pueda acontecer.
No nos mostremos satisfechos con un Cristianismo práctico de un tipo inferior a
este. Las últimas palabras de la
profecía son muy solemnes: "Lo que os digo a vosotros, se lo digo a todos,
¡Velad!"
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