} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ¿PUEDE UN CRISTIANO PERDER LA SALVACIÓN?

viernes, 9 de junio de 2017

¿PUEDE UN CRISTIANO PERDER LA SALVACIÓN?


 Antes de responder a  esta pregunta debemos considerar lo que es ser un  “cristiano.” Un cristiano no es una persona que haya hecho  una oración, o pasado al frente ante un llamado, o que haya crecido en una familia cristiana. Tampoco lo es aquel  que lleva una Biblia bajo el brazo, o asiste con regularidad a cultos, conferencias y estudios bíblicos. Tampoco el hecho de cursar estudios teológicos es sinónimo de ser cristiano. Mientras que cada una de estas cosas  son  parte de la experiencia cristiana, no son éstas las que “hacen” a uno cristiano.
 Un cristiano es una persona que ha recibido por fe a Jesucristo y ha confiado totalmente en Él como su único y suficiente Salvador (Juan 3:16; Hechos 16:31; Efesios 2:8-9).
Así que, con esta definición en mente, ¿puede un cristiano perder la salvación? Quizá la mejor manera de responder a esta importante y crucial pregunta es examinando lo que la Biblia dice que ocurre en la salvación, y entonces estudiar lo que implicaría perder la salvación.
 Estos son algunos ejemplos que encontramos en la Palabra de Dios:

Un cristiano es una nueva criatura.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Cristo no ha de ser "conocido" (estimado, considerado) a base de consideraciones carnales. Aunque en la carne sea judío, o sea gentil, sea libre o sea esclavo, en Cristo es nueva criatura, con todas las consideraciones hechas nuevas en la vista de Dios. Las normas carnales no han de ser aplicadas a las criaturas espirituales, a los hijos de Dios. Que una de éstas sea judío, o sea gentil, no tiene nada que ver.   La nueva criatura ahora anda en "vida nueva" (Romanos 6:4), busca las cosas de arriba (Colosenses 3:1-4), se ocupa en las buenas obras preparadas por Dios (Efesios 2:10), y se encuentra en la única relación que vale, que es la nueva creación (Gálatas 6:15).   Las cosas viejas (consideraciones y normas carnales, prejuicios e discriminaciones, y sobre todo la relación que el pecador sostenía con Dios) ya pasaron.
Estos versículos  hablan de una persona que se ha convertido enteramente en una nueva criatura, como resultado de estar “en Cristo.” Para que un cristiano perdiera la salvación, la nueva creación tendría que ser revertida y cancelada.

Un cristiano es redimido.
 “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.” (1 Pedro 1:18-19).
El evangelio de Cristo no impone ninguna cultura en los demás; dirige solamente al que quiera ser salvo al abandonar la vana manera de vivir recibida de los padres, para andar en la santidad de Dios.
   La palabra “redimido” se refiere a una compra que ha sido hecha, a un precio que ha sido pagado. El precio de redención fue más grande en valor que el valor del oro y de la plata corruptibles. Como el cautivo redimido amará muchísimo al que le rescata, así los cristianos debemos amar con todo nuestro corazón al que nos redimió del pecado con el precio de su sangre, y hacer su voluntad, viviendo en santidad.
Para que un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que revocar su compra con  la que pagó con la preciosa sangre de Cristo. 

Un cristiano es justificado.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1). “Justificar” significa “declarar justo.” Todos los que reciben a Jesucristo como Salvador son “declarados justos” por Dios. Para que un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que desdecirse de lo dicho en su Palabra y retractarse de lo que Él declaró previamente. 

A un cristiano se le promete la vida eterna.
 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16). La salvación que Dios provee es condicional. Dios provee la salvación y el hombre la acepta. El hombre no podía ni puede hacer lo que Dios ha hecho, proveer la salvación, y Dios no puede hacer por el hombre lo que éste tiene que hacer por sí mismo (aceptar la salvación). La salvación es condicional. Todo aquel que en él cree es todo aquel que le obedece, como dice el versículo 36, "el que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él" (La Biblia de las Américas). Por eso, la palabra creer en este texto (y en muchos otros) significa obedecer. Toda la humanidad está dividida en solamente dos grupos: obedientes (salvos) y desobedientes (condenados).
El amor de Dios es tan ancho como para abarcar a toda persona que jamás ha vivido, que vive ahora y que ha de vivir. La vida eterna es una promesa de vida para siempre en el Cielo con Dios. Dios hace esta promesa - “cree, y tendrás vida eterna.” Para que un cristiano perdiera la salvación, la vida eterna tendría que ser retirada. Si a un cristiano se le ha prometido vivir para siempre, ¿cómo entonces puede Dios romper esta promesa, quitándole la vida eterna?

A un cristiano se le garantiza la glorificación.
 “Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.” (Romanos 8:30). El hombre es antes conocido (aprobado de antemano). Es aprobado (conocido) según su obediencia a Dios. Este hombre, así aprobado, es predestinado a ser hecho, después de la resurrección, conforme a la imagen de Cristo. Este hombre, así predestinado, es llamado por el evangelio (2Tesalonicenses 2:14). Obediente al evangelio este hombre llamado, es justificado o sea, perdonado por la sangre de Cristo. Este es el hombre que en el día final será glorificado. Todas las cosas ayudan al bien del cristiano para que este glorioso propósito de Dios en él se realice finalmente.
 Como vemos en Romanos 5:1, la justificación es declarada al momento por  la fe en Cristo. De acuerdo a Romanos 8:30, la glorificación está garantizada para todos aquellos a quienes Dios justifica. La glorificación se refiere a un cristiano recibiendo un  cuerpo perfecto y glorificado en el Cielo. Si un cristiano pudiera perder la salvación, entonces Romanos 8:30 sería un error, porque Dios no puede garantizar la glorificación para todos aquellos a quienes Él predestinó, llamó, y justificó. 

Podríamos compartir muchas más ilustraciones de lo que ocurre en la salvación. Sin embargo, aún estas pocas hacen de forma abundante y clara  que un cristiano no puede perder la salvación. La mayor parte, sino todo lo que la Biblia dice que ocurre a una persona cuando recibe a Jesucristo como Salvador, sería invalidado si la salvación pudiera perderse. La salvación no puede ser revertida. Un cristiano no puede ser des-creado como nueva criatura. La redención no puede ser deshecha. La vida eterna no puede perderse y seguir considerándose como eterna. Si un cristiano perdiera la salvación, Dios tendría que retractarse de su Palabra y cambiar de parecer – dos cosas que la Escritura nos dice que Dios jamás hace. 

No, un cristiano no puede perder la salvación. 

Nada puede separar a un cristiano del amor de Dios (Romanos 8: 38-39).  Nada puede  arrebatar a un cristiano de la mano de Dios (Juan 10:28-29). Dios quiere y tiene el poder para garantizar y mantener la salvación que Él nos ha dado. Judas 24-25 dice, “Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.”
¡Maranatha!


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