Hebreos 4:12-13 Porque la Palabra de Dios es viva y
eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos; y que alcanza hasta
partir el alma y el espíritu, y las coyunturas, y los tuétanos; y que
discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Y no
hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están
desnudas y abiertas a sus ojos, de lo cual hablamos.
(Biblia Casiodoro de Reina
1569)
El
pueblo de Israel durante el éxodo cayó muerto en el desierto y no entraron en
el reposo de Canaán, porque no prestaron atención a la palabra de Dios. Nadie
debe, pues, tener en poco la Palabra de Dios. No
piense nadie que Dios no cumplirá con las promesas de su Palabra, ni que no
castigará al desobediente o incrédulo. Es tan viva como Dios; por eso cumplirá
según declara. ¡Es poderosa su Palabra para cumplir!
Dios habló antes por los profetas, ahora ha hablado por su Hijo. Que
nadie tenga en poco Su Palabra considerándola como mera palabra y no como obra.
¿A un mundo que, por cierto, no puede quejarse por falta de palabras ,incluso,
y sobre todo, de palabras hermosas, buenas, elevadas y devotas, no tiene Dios
otra cosa que ofrecerle que su palabra? Cierto que Dios no se ha contentado
sólo con hablar: calló en la muerte de su propio Hijo, pero este callar
sangriento «habla más elocuentemente que la sangre de Abel, y así se nos remite
de nuevo a la palabra, flaca e impotente desde el punto de vista humano.
Sólo la fe sabe qué fuerza, qué vida reside en la Palabra de Dios, y
sabe que esta palabra es el poder decisivo de este mundo. Aunque mil veces sea
desoída, ignorada, no se le haga el menor caso y se cometan acciones que la
dejen en mal lugar, alguna vez llega para cada cual la hora de la verdad,
cuando la palabra humillada y despreciada viene a pedirle cuentas.
La Palabra está llena de energía y poder de Dios, para llevar a cabo
sus declaraciones. ¿Cómo puede el hombre creer que está sujeta la Palabra de
Dios a sus opiniones y puntos de vista? La espada denota el poder de la Palabra
de Dios para descubrirle al hombre su caso verdadero y castigarle completamente
si no se arrepiente.
El alma es la vida que el
espíritu da al cuerpo, mientras van juntos los dos. Es la vida animal, la sede
de lo que pertenece y concierne a la vida en la carne. El espíritu es el
principio vital que anima al cuerpo; es la parte inmortal del hombre, dada por
Dios. Pablo, en 1Ts_5:23, hace esta distinción.
En 1Co_2:14-15 vemos que el hombre natural
se distingue del hombre espiritual. La
Palabra de Dios expone lo más interior de nuestra vida terrestre y la condición
de nuestro espíritu. Todo nuestro ser es expuesto por la Palabra de Dios y ella
declara la condición de él. Nos revela el hombre natural y también el
espiritual.
La Palabra de Dios penetra a los rincones más íntimos e interiores del
hombre. Es en vano tratar de escondernos de la investigación de la Palabra de
Dios.
La Palabra de Dios no es simplemente la colección de palabras suyas,
un medio de comunicar ideas; es viviente, cambia la vida y es dinámica al obrar
en nosotros. Con la agudeza del bisturí de un cirujano, revela lo que somos y
lo que no somos. Penetra la médula de nuestra moral y vida espiritual.
Discierne lo que está dentro de nosotros, tanto lo bueno como lo malo. No solo
debemos oír la Palabra sino que también debemos permitir que moldee nuestra
vida.
La Palabra de Dios juzga nuestros pensamientos y propósitos de
corazón. El verbo discierne, en el texto griego, es más bien un adjetivo
que describe a la Palabra. Dice el texto que la Palabra es kritikos. En español
tenemos la palabra crítico. ¡La Palabra de Dios critica! ¡Tomen nota de
esto, los que "critican" a la iglesia de Cristo de no hacer nada sino
criticar! En realidad, la palabra criticar quiere decir, no hablar mal
de otro, sino juzgar o discernir. Muchos, para escapar el juicio de este
Juez (la Palabra de Dios), tratan de destronarle. Niegan la autenticidad de la
Biblia (la revelada Palabra de Dios) y la desacreditan todo lo posible.
Pero esa Palabra vive y permanece (1Pe_1:23), y
será la base del Juicio Final (Jn_12:48; Apo_20:12).
Como es poderosa la Palabra para juzgar, también la es para prever
y penetrar con omnisciencia. La aplicación aquí es que es imposible que el
hombre se esconda de Dios y del escrutinio de su Palabra. Los versículos 12 y
13 de este capítulo recuerdan al lector de lo serio del caso, pues toda
incredulidad y resistencia a la Voluntad de Dios es cosa bien sabida por él y
no escapará de su juicio y castigo.
Nada puede ocultarse de Dios. El ve todo lo que hacemos y tiene
conocimiento de todo lo que pensamos. Aun cuando estemos pasando por alto su
presencia, Él está allí. Cuando procuramos ocultarnos de Dios, Él nos ve. No
podemos tener secretos para El. Es consolador saber que, aunque nos conoce
íntimamente, sigue amándonos.
La Palabra de Dios
es efectiva. Es uno de los
Hechos innegables de la Historia que siempre que se ha tomado en serio la
Palabra de Dios han empezado a suceder cosas, ha transformado vidas. Así
sucedió en Europa en el siglo XVI: no tenemos más que abrir un libro de
Historia para darnos cuenta de lo que sucedió cuando se descubrió la Palabra de
Dios que había estado oculta. Y en una época mucho más cercana a nosotros, los
grandes cambios que se notan tienen sin duda una relación íntima con la
publicación de la Biblia en la lengua del pueblo y el florecimiento de los
estudios bíblicos. Cuando tomamos en serio la Palabra de Dios nos damos cuenta
en seguida de que no es solamente un libro que se puede leer y estudiar, sino una
Palabra viva que hay que poner por obra, obedecerla para que limpie nuestra
mente y la transforme al agrado de Dios Padre.
¡Maranatha!
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