} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 23 junio LA BUENA SEMILLA

viernes, 23 de junio de 2017

23 junio LA BUENA SEMILLA

Éxodo 34; 6-7

“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;
que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.”

Moisés había pedido ver la gloria de Dios, y esta fue la respuesta de Dios.
¿Qué es la gloria de Dios?
Es su carácter, su naturaleza, su manera de relacionarse con sus criaturas. Entendamos que Dios no dio a Moisés una visión de su poder y majestad, sino más bien de su amor.
La gloria de Dios se revela en su misericordia, su gracia, su compasión, su fidelidad, su perdón y su justicia. El amor y la misericordia de Dios son verdaderamente maravillosos y nos beneficiamos de ellos. Podemos responder y dar gloria a Dios cuando nuestros caracteres se asemejan al de Él.

  ¿Por qué el pecado podría afectar a los nietos y biznietos?
Este no es un castigo arbitrario. Los hijos seguirían sufriendo debido a los pecados de los padres.
Por ejemplo, consideremos el maltrato a los niños o el alcoholismo. Aunque estos son obvios, los pecados tales como el egoísmo y la codicia pueden transmitirse de la misma manera.
Las consecuencias terribles del pecado no están limitadas a un miembro de la familia.
Cuidémonos de no tratar al pecado de manera indiferente, arrepintámonos y apartémonos de él. Puede que ahora sintamos un poco de dolor, pero más tarde el pecado puede cobrárnoslo en una de las áreas más sensibles de nuestra vida: nuestros  hijos y nuestros nietos.

Como señal abierta de su presencia y manifestación de su gloria, el Señor descendió en una nube y, desde allí proclamó su Nombre; esto es, las perfecciones y el carácter denotados por el nombre Jehová.
El Señor Dios es misericordioso: pronto para perdonar al pecador y socorrer al necesitado. Piadoso: bueno y dispuesto a conceder beneficios inmerecidos. Tardo para la ira, es longánime, concede tiempo para el arrepentimiento, y sólo castiga cuando es necesario. Él es grande en misericordia y verdad: hasta los pecadores reciben en abundancia las riquezas de su magnificencia aunque abusen de ella. Todo lo que Él revela es verdad infalible, todo lo que promete lo hace con fidelidad. Que guarda misericordia a millares: continuamente Él muestra misericordia a los pecadores hasta el fin del tiempo, y tiene tesoros que no se pueden agotar.
Que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado: su misericordia y bondad llegan al perdón pleno y gratuito del pecado. Y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado: la santidad y justicia de Dios son parte de su piedad y amor para con todas sus criaturas.

En los sufrimientos de Cristo se muestra la santidad y justicia Divina plenamente, y se da a conocer la maldad del pecado. La misericordia de Dios que perdona siempre va acompañada de su gracia que convierte y santifica. Nadie tiene perdón sino los que se arrepienten y abandonan la práctica intencional de todo pecado; ninguno que abuse, descuide o desprecie esta gran salvación podrá escapar.

Moisés se inclinó y adoró con reverencia. El creyente puede invocar cualquier perfección del nombre de Dios, para pedirle el perdón de sus pecados, que sea hecho santo su corazón, y que se extienda el reino del Redentor.

¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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