} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 18 Junio LA BUENA SEMILLA

domingo, 18 de junio de 2017

18 Junio LA BUENA SEMILLA

Juan 1; 35-36

“El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
  Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.”

Juan ya había dicho públicamente que Jesús era el Cordero de Dios (1:29), pero ahora lo dice a dos de sus discípulos, porque el éxito del ministerio de Juan dependía de que sus discípulos llegaran a ser discípulos de Cristo. Así es que los dos discípulos de Juan siguieron a Jesús. Puede que fueran demasiado tímidos para acercarse a Él directamente; el caso es que Le iban siguiendo a una distancia respetuosa. Entonces Jesús hizo algo muy característico: se volvió y les dirigió la palabra. Es decir: se encontró con ellos a mitad de camino. Les puso las cosas más fáciles. Les abrió la puerta para que pudieran entrar.
Aquí tenemos un símbolo de la iniciativa divina. Siempre es Dios el Que da el primer paso. Cuando la mente humana empieza a buscar, y el corazón humano empieza a anhelar, Dios, nos sale al encuentro mucho más que hasta la mitad del camino. Dios no nos deja buscar y buscar hasta que Le encontremos, sino que nos sale al encuentro.

Como dijo Agustín de Hipona, no podríamos ni haber empezado a buscar a Dios si El no nos hubiera encontrado ya.

Cuando acudimos a Dios, no descubrimos que Se ha estado escondiendo para mantener la distancia; acudimos a Uno que Se detiene a esperarnos, y que hasta toma la iniciativa de salir a buscarnos al camino.

  Cuanto más tiempo pasemos con Cristo conociéndolo, más comprenderemos y apreciaremos lo que Él es. Sus enseñanzas nos atraerán, pero llegaremos a conocerlo como el Hijo de Dios. A pesar de que estos discípulos estuvieron hablando en esos términos en pocos días, no lo entenderían del todo hasta tres años más tarde (Hechos 2). Lo que consideraron como una profesión fácil tuvieron que convertirlo en experiencia. Vemos que las palabras de fe brotan con facilidad, pero la apreciación profunda por Cristo viene como producto de vivir por fe.

Apocalipsis 5; 13
“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.”

  Ni siquiera la tierra de los muertos está excluida del Reino del Cristo Resucitado. Hasta más allá de la muerte se Le eleva el coro de alabanza.
El cuadro que se nos presenta incluye a toda la Naturaleza alabando a Dios. Hay en la Escritura muchos ejemplos magníficos de Salmos e himnos en los que se presenta a toda la creación alabando a Dios, como el Salmo 148. Toda la creación en el cielo, la tierra, el mar y la morada de los muertos se une finalmente a la hueste de ángeles y arcángeles. Mientras que la alabanza en el cielo celebra la iniciación por el Cordero del reino de la salvación, la adoración universal de Dios y del Cordero espera su consumación en el futuro. ¡Qué palabras podrían declarar más plenamente que Cristo es, y debe ser, adorado igualmente con el Padre por todas las criaturas por toda la eternidad! Dichosos los que adorarán y alabarán en el cielo, y que por siempre bendecirán al Cordero que los libró y los apartó para sí por su sangre. ¡Cuán digno eres tú, oh Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de nuestras alabanzas más excelsas! Todas las criaturas deben proclamar tu grandeza y adorar tu majestad.

¡¡Maranatha!! ¡¡ Si, ven Señor Jesús!!

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