} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: TENEMOS TIEMPO PARA DIOS

domingo, 18 de junio de 2017

TENEMOS TIEMPO PARA DIOS



Hageo 2:18  Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón.

Nuestro texto sitúa la acción en el momento presente,  muestra la idea de que el pueblo ha de reflexionar partiendo de aquellos ya algo lejanos días en que se habían puesto las primeras piedras. Les quiere decir que, situándose en el pasado, observen cuántas cosas les han ocurrido por su pecado hasta el presente. Pero de ahora en adelante las cosas van a cambiar.

Otra vez se cumple la fórmula Reflexionad desde este día en adelante; desde el día en que colocaron los cimientos (Ezequiel_3:10). Se invita a que reflexionen: si deciden trabajar   Dios les va a dar prosperidad. Se les asegura bendición cuando decidan abandonar su pereza. Han sido duramente castigados por Dios, pero su disciplina conducirá finalmente a la bendición. Aunque esa bendición ya es presente para Dios, las consecuencias de sus pecados pasados están dejándose sentir todavía. A lo lejos ya se divisan las primeras gotas de lluvia. Desde ese día Dios los bendecirá. En el granero hay poco grano, y la época (diciembre) no es la de las cosechas. A pesar de todo, Dios cumplirá lo prometido: serán de nuevo bendecidos.

El ejemplo dado en este mensaje (dado en diciembre de 520 a.C.) aclara que la santidad no afecta a otros, pero la contaminación sí. Ahora que el pueblo estaba comenzando a obedecer a Dios, El prometió que los bendeciría. Pero necesitaban comprender que las actividades en el templo no limpiarían su pecado; sólo el arrepentimiento y la obediencia podían limpiarlo. Si insistimos en albergar malas actitudes y pecados o si mantenemos relaciones estrechas con gente pecadora, nos contaminaremos. La vida santa vendrá únicamente cuando seamos facultados por el Espíritu Santo de Dios.
Muchos echaron a perder esta buena obra yendo a ella con corazones y manos impías, y probablemente no sacaron ventaja de ello. El resumen de estas dos reglas de la ley es que se aprende más fácilmente de los demás el pecado que la santidad. La impureza de sus corazones y vidas hará inmunda a la obra de sus manos y todas sus ofrendas ante Dios.
El pueblo construyó los cimientos del templo e inmediatamente Dios los bendijo. No esperó hasta que el proyecto fuera terminado. A menudo, Dios envía su bendición cuando damos nuestros primero pasos. ¡Él está listo para bendecirnos!
El caso es el mismo nuestro. Cuando estamos empleados en alguna buena obra debemos vigilarnos, no sea que la hagamos inmunda con nuestras corrupciones.

Cuando empezamos a tomar conciencia del deber para con Dios, podemos esperar su bendición y el que es sabio, que entienda la paciencia del Señor. Dios maldecirá las bendiciones del impío y amargará la prosperidad del negligente; pero endulzará la copa de aflicción para quienes le sirven diligentemente.

¡Maranatha!

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