} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: ENSAYOS SOBRE LA VIDA

domingo, 4 de junio de 2017

ENSAYOS SOBRE LA VIDA


Eclesiastés 1; 1-18

Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
   Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
   ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
   Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
   Y sale el sol, y se pone el sol, y con deseo retorna a su lugar donde vuelve a nacer.
   El viento va al mediodía, y rodea al norte; va rodeando de continuo, y por sus rodeos vuelve el viento de nuevo hasta completar su ciclo .
   Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
   Todas las cosas andan en trabajo más de lo que el hombre pueda decir; los ojos nunca se sacian de ver, ni los oídos de oír.
   ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
   ¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
   No hay memoria de los primeros, ni tampoco de los postreros habrá memoria en los que serán después.
   Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
   Y di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo (este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, en que se ocupen).
   Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
   Lo torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede contarse.
   Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
   Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y la ciencia; y las locuras y los desvaríos conocí al fin que aun esto era aflicción de espíritu.
   Porque en la mucha sabiduría hay mucha tristeza; y quien añade ciencia, añade dolor.                                                             (La Biblia Casiodoro de Reina 1569)

  El autor, Salomón, el "rey sobre Israel, en Jerusalén",  se refiere a sí mismo como el Predicador, o líder de la asamblea. Estaba tanto reuniendo a la gente para escuchar el mensaje, como recopilando dichos sabios (proverbios). Que el autor se preguntara por el sentido de la vida le da al libro un toque de actualidad que siempre ha sido apreciado por todos los que meditamos en la Palabra de Dios en la Biblia.  Todo lo que podría interesarnos, tales como fecha y lugar de composición, debemos deducirlas del contenido general de la obra Salomón, una persona de la Biblia que lo tuvo todo (sabiduría, poder, riquezas, honor, reputación, favor de Dios), fue el que habló sobre el vacío final de todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Trató de destruir la confianza que la gente tenía en sus propios esfuerzos, habilidades y rectitud, y dirigirla hacia el compromiso con Dios como la única razón para vivir.

  Salomón tenía una razón para escribir en forma escéptica y pesimista. Cerca del final de su vida analizó todo lo que había hecho, y casi todo parecía sin sentido (vanidad). Era una creencia común que sólo los buenos prosperaban y que sólo los malos sufrían, pero esta demostró ser falsa en su experiencia. Salomón escribió este libro después de que lo intentó todo y de que logró mucho, sólo para descubrir que nada aparte de Dios lo había hecho feliz. Quería evitarles a sus lectores esta misma búsqueda sin sentido. Si tratamos de encontrar significado en nuestros logros en vez de encontrarlos en Dios, nunca estaremos satisfechos, y todo lo que tratemos de lograr se volverá tedioso y molesto.
 Vanidad de vanidades y todo vanidad es el pensamiento con que el Eclesiastés abre su libro, el que irá aplicando a lo largo del libro a aquellas cosas que prometen al hombre la felicidad, y con el que pondrá punto final a su obra. “Si los poderosos los que gozan de autoridad, comprendieran la verdad que esta sentencia del sabio encierra, lo escribirían en todas las paredes y en sus mismos vestidos; en las portadas de sus casas la harían grabar. Porque son muchas las meras apariencias, las imágenes falsas que engañan a los incautos, es preciso recordar cada día este verso saludable, y en los banquetes y en las reuniones susurrarlo cada uno a su prójimo y escucharlo con gusto de él, porque realmente vanidad de vanidades y todo es vanidad

  El reino de Salomón, Israel, estaba en su época de oro, sin embargo Salomón quería que el pueblo viera que el éxito y la prosperidad no duran mucho (Salmo 103:14-16; Isaías_40:6-8; Santiago_4:14). Todos los logros humanos desaparecerán algún día, y debemos mantener esto en nuestra mente para poder vivir con sabiduría. Si no lo hacemos, nos podemos volver soberbios y autosuficientes cuando tengamos éxito o profundamente desilusionados cuando fracasemos. La meta de Salomón era mostrar que las posesiones terrenales y los logros a la larga carecen de sentido. Sólo la búsqueda de Dios nos proporciona verdadera satisfacción. Debemos incluirlo en todo lo que digamos, pensemos y hagamos.
¿Qué provecho...?  Significa “ganancia” o “excelencia”, y aparece unas diez veces en el texto de Eclesiastés. Es una pregunta retórica cuya respuesta es: “¡Ningún provecho!” Debajo del sol es una expresión característica del libro y aparece unas treinta veces. De uso generalizado en las culturas antiguas, entre ellas la griega, podríamos traducirla como “en este mundo

Generación va y generación viene. Se suceden las generaciones: una generación muere; otra nace, pero el mundo natural  siempre permanece idéntico. Se compara la estabilidad del mundo físico con las mudanzas en las generaciones humanas y se sugiere la fragilidad de la vida humana: el sol... el viento... los ríos, tres figuras tomadas de la naturaleza que se muestra idéntica a sí misma en un constante movimiento. Es más una figura poética que ciencia física: el caso del sol no es el mismo que el de los vientos y los ríos, pero en apariencia, por lo que se ve, el poeta tiene razón. Volviendo a su figura, pareciera que el sol, el viento y los ríos, repiten continuamente sus movimientos.
El hombre no alcanza a comprender ese incesante movimiento. Las cosas en su movimiento desafían la comprensión humana que no se cansa de oír y ver ese incesante fluir. ¿Hay algo de lo que se pueda decir...? Del mundo de la naturaleza se pasa al mundo del hombre. También aquí hay mucho movimiento pero poca variación, en realidad ninguna. La historia se repite.  No sólo que las generaciones humanas son pasajeras sino que no habrá memoria de su existencia y de los hechos. Si le preguntáramos al Predicador: ¿qué sucede entonces con la historia?, es probable que nos diría que la historia registra sólo los hechos de los notables y que son incontables los que han vivido en el pasado y de los cuales nada sabemos.
No sólo que el hombre es un ser transitorio sino que además está condenado al olvido por lo que sólo puede contar con el presente. Esta es una idea clave del Predicador

  Mucha gente se siente intranquila e insatisfecha. Se pregunta:
(1) si estoy dentro de la voluntad de Dios, ¿por qué me siento tan cansado e insatisfecho?
 (2) ¿Cuál es el significado de la vida?
 (3) Cuando mire hacia atrás, ¿me sentiré feliz con mis logros?
(4) ¿Por qué me siento consumido, desilusionado, seco?
(5) ¿Qué será de mí?
Salomón pone a prueba nuestra fe, al retarnos para que encontremos el significado verdadero y perdurable únicamente en Dios. Si tú que lees esto echas un vistazo severo a tu vida, como lo hizo Salomón, verás cuán importante resulta el servicio a Dios sobre las otras opciones. Quizá Dios te está pidiendo que pienses una vez más en su propósito y dirección en la vida como lo hizo Salomón en Eclesiastés.

  "Lo torcido no se puede enderezar" se refiere a la perplejidad y confusión final que tenemos por todas las preguntas acerca de la vida no contestadas. Salomón, al escribir acerca de su propia vida, descubrió que ni sus logros ni su sabiduría lo hicieron feliz. La verdadera sabiduría se encuentra en Dios y la verdadera felicidad viene cuando le agradamos a Él.
Yo, el Predicador. Pareciera que el Predicador defendiera la validez de su argumentación con dos argumentos: es un rey, supuestamente ilustrado y capaz. Por lo tanto, lo que dice es resultado de su experiencia personal. Habla, como sabio que es, de las experiencias propias, no de lo que otros puedan decir.  
La idea es que todo en la vida es un trabajo inútil. Lo torcido no se puede enderezar. Posiblemente es un refrán popular que afirma las razones del autor, que es imposible corregir lo malo o lo incorrecto. Aún esto es conflicto de espíritu... quien añade conocimiento añade dolor. Es un melancólico final del primer intento de hallar sentido a la vida. La sabiduría nos enseña a apreciar las cosas en su justa medida, con esto se logra ver lo que realmente son: conflicto de espíritu. La sabiduría halla el sinsentido de la vida antes que su sentido.  
Predicador de la divina sabiduría, que lleva la palabra en la asamblea o congregación.  
Salomón pone énfasis en dos tipos de sabiduría en el libro de Eclesiastés: (1) el conocimiento, razonamiento o filosofía humanos y (2) la sabiduría que proviene de Dios. En estos versículos Salomón está hablando acerca del conocimiento humano. Cuando el conocimiento humano deja fuera a Dios, sólo saca a relucir nuestros problemas debido a que no puede proporcionar las respuestas sin una perspectiva y una solución eternas de Dios.


 Mientras más entendimiento tengamos, experimentaremos más sufrimiento y más dificultades. Por ejemplo, mientras más sepamos o conozcamos de la Palabra de Dios en la Biblia, más imperfecciones veremos en nosotros mismos y a nuestro alrededor. Y mientras más observemos, la maldad se hará más evidente. Cuando, como Salomón, queramos encontrar el significado de la vida, deberemos estar listos para sentir más, pensar más, cuestionar más, sufrir más y hacer más. ¿Estamos listos para pagar el precio que exige la sabiduría?


¡Maranatha!

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