Eclesiastés 12; 13-14
13 El
fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio,
juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala
Teme... guarda (v. 13). Temer a
Dios, en el sentido de contar con él en toda circunstancia. Dios es comienzo,
contenido y final de la verdadera sabiduría. Esto es el todo del hombre (v.
14). ¿Dónde encontrar el sentido de la
vida? El sentido de la vida se ha de encontrar en la manera de vivir de cara a
Dios, quien finalmente ha de juzgar la vida del hombre.
Existen
opiniones interminables acerca de la vida y filosofías acerca de la forma en la
que debemos vivir, que pueden ser leídas y estudiadas por siempre. No es malo
estudiarlas, pero deberíamos pasar la mayor parte del tiempo alimentándonos de
la verdad de la Palabra de Dios. La sabiduría debe llevar a la acción. Los
estudiantes sabios de la Biblia comprenderán y harán lo que se les ha enseñado.
Debido a que nuestro tiempo en la tierra es muy corto, debemos usarlo para
aprender verdades importantes, las que afectan esta vida y la eternidad.
El
libro de Eclesiastés no puede interpretarse correctamente sin leer estos
versículos finales. No importan cuáles sean los misterios y las aparentes
contradicciones de la vida, debemos trabajar hacia el único propósito de
conocer a Dios.
En
Eclesiastés, Salomón nos muestra que debemos disfrutar de la vida, pero que
esto no nos exime de obedecer los mandamientos de Dios. Debemos buscar el
propósito y el significado de la vida, pero no se pueden encontrar en los
logros humanos. Debemos reconocer la maldad, necedad e injusticia en la vida, y
aun así mantener una actitud positiva y una fe sólida en Dios.
Todas
las personas tendrán que comparecer delante de Dios y ser juzgadas por lo que
hicieron en esta vida. No podremos utilizar las incongruencias de la vida como
excusas de no haber vivido adecuadamente. Para vivir bien, necesitamos: (1)
reconocer que el esfuerzo humano separado de Dios es vanidad, (2) colocar a
Dios en primer lugar... ahora, (3) recibir todo lo bueno como un regalo de
Dios, (4) darse cuenta que Dios juzgará tanto lo malo como lo bueno y (5) saber
que Dios juzgará la calidad de vida de toda persona. Resulta muy extraño que la
gente se pase la vida entera luchando por alcanzar el verdadero gozo que Dios
nos da como regalo.
La raíz de la
religión cristiana es el temor de que Dios reine en el corazón, y una
reverencia a su majestad, una deferencia a su autoridad y un temor a su ira.
Temer a Dios, es decir, adorar a Dios, darle el honor debido a su nombre, en
todos los casos de verdadera devoción, interna y externa. Apocalipsis 14: 7. La
regla de la religión es la ley de Dios revelada en las Escrituras. Nuestro
temor hacia Dios debe ser enseñado por sus mandamientos (Isaías 29:13), y
aquellos que debemos guardar y observar cuidadosamente. Dondequiera que el
temor de Dios sea lo más importante en el corazón, habrá un respeto a todos sus
mandamientos y el cuidado de guardarlos. En vano fingimos temer a Dios si no
hacemos conciencia de nuestro deber para con él.
La gran importancia de esto: Este es todo el hombre;
todo es asunto suyo y toda su bendición; todo nuestro deber se resume en esto y
toda nuestra comodidad está ligada a esto. Es la preocupación de cada hombre, y
debe ser su cuidado principal y continuo; Es la preocupación común de todos los
hombres, de todo su tiempo. No es nada para un hombre si es rico o pobre, alto
o bajo, pero lo más importante es todo para un hombre, temer a Dios y hacer lo
que le ordena.
Dios traerá toda obra a juicio. Hay un
juicio por venir, en el cual el estado eterno de cada hombre será finalmente
determinado. Dios mismo será el Juez,
Dios-hombre lo hará, no solo porque tiene derecho a juzgar, sino porque es
perfectamente apto para ello, infinitamente sabio y justo. Cada trabajo será
juzgado, investigado y llamado nuevamente. Será un día para recordar cada cosa
que se hace en el cuerpo. Lo mejor de lo que se juzgará en relación con cada obra
es si es bueno o malo, conforme a la voluntad de Dios o una violación de la
misma. Incluso cosas secretas, tanto el bien como el
mal, serán sacados a la luz, y llevados a la cuenta, en el juicio del gran día
( Rom. 2:16 ); no hay buen trabajo, no hay mal trabajo, escondido, pero luego
se manifestará.
La razón
fundamental por la que el hombre ha de temer a Dios y guardar fielmente sus
mandamientos es porque Dios ha de juzgar todas las acciones del hombre, las
buenas y las malas, aun las ocultas. Cuando el amor a Dios no puede ser
invocado todavía como motivo supremo para una vida virtuosa, el temor al
juicio, en que se nos pedirá cuenta de todas nuestras acciones y serán
severamente castigadas las malas, es quizá el pensamiento más eficaz para
impulsar al hombre a guardar los mandamientos y apartarse del mal. Es la idea
que invocará el Apóstol en el Areópago ante aquellos filósofos atenienses, que
se encontraban más lejos del amor de Dios de lo que se encontraban los lectores
de Salomón
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