Juan 1; 14
Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Mat_1:23, "Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros". Para los filósofos griegos era
imposible que el Cristo fuera hecho carne, porque creían que el cuerpo es malo,
pero los que dicen que Cristo no vino en carne son anticristos (1Jn_4:1-3). Cristo es Dios y también llegó a ser
hombre, "nacido de mujer" (Gál_4:4).
"El que fue manifestado en carne, vindicado en el Espíritu, contemplado
por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba
en gloria" (1Ti_3:16). Juan afirma la deidad
de Jesús y la humanidad de Cristo. En Luc_24:39 y
otros textos la palabra carne se refiere al cuerpo, pero en este texto (Jn_1:14) la palabra carne significa humanidad
(Mat_16:17; Mat_24:22; Rom_3:20; 1Co_1:29; Gál_1:16).
Al afirmar su humanidad él refuta a los gnósticos (docetistas) que decían que
Cristo no ocupó un verdadero cuerpo de carne sino que solamente parecía
ser humano.
La humanidad de Cristo se observa en
los siguientes textos: Jn 4:6, 7 (cansancio); 6:53 (tenía carne y sangre); 8:40
(querían matarle); 11:33, 35 ("se
estremeció en espíritu y se conmovió... lloró"); 12:27
("está turbada mi alma"); 13:21 ("se
conmovió en espíritu"); 19:28 ("tengo
sed").
¡Cristo llegó a ser hombre para morir
por nosotros! "Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y
sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte,
al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los
que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre" (Heb_2:14-15). Logró este
propósito al morir por nosotros (10:5-12).
Cuando Pablo habla de la justicia de uno y de la obediencia de
uno (Rom_5:18-19), no se refiere a la vida
perfecta de Jesús sino a su muerte, un acto de justicia, o de
obediencia. Cristo no llevó una vida perfecta para que su obediencia perfecta
sea imputada al creyente, sino para ser un sacrificio perfecto para
expiar nuestros pecados.
Juan 1; 16-17
Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la
verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo.
El
hecho de que Juan afirme que la gracia
viene de su plenitud, enseña que
ésta es más que una buena disposición o favor impersonal de Dios. Dios acude,
con toda su provisión y poder, en nuestra necesidad en la persona de
Jesucristo.
Este
texto del versículo 17 enfatiza que el evangelio ("la gracia y la
verdad") es superior a la ley de Moisés, pero la ley nunca compitió con el
evangelio. Más bien, Cristo y los apóstoles explican ampliamente el papel
importante de Moisés y de la ley de preparar al pueblo para la venida de
Cristo. "Si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió
él" (Jn 5:46).
Aunque gracia era una de las
palabras favoritas de Pablo, Juan no vuelve a usarla, pero repetidas veces
habla de la verdad. La verdad estaba manifestada en Cristo quien estaba
"lleno de gracia y de verdad" (Jn 1:14);
"la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo" (Jn 1:17); "digo la verdad" (Jn 8:45; 16:7); "Yo soy... la verdad" (Jn 14:6); "para esto he venido al mundo, para dar
testimonio a la verdad" (Jn 18:37);
"conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Jn 8:32); "el que practica la verdad viene a la
luz" (Jn 3:21); Cristo enviaría al
"Espíritu de verdad" (Jn 14:17; 15:26);
"él os guiará a toda la verdad" (Jn 16:13).
¡Maranata!
¡Ven pronto mi Señor Jesús!
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