Nehemías 9; 17
Rehusaron
escuchar, y no se acordaron de las maravillas que hiciste entre ellos;
endurecieron su cerviz y eligieron un jefe para volver a su esclavitud en
Egipto. Pero tú eres un Dios de perdón, clemente y compasivo, lento para la ira
y abundante en misericordia, y no los abandonaste.
El que Dios haya
continuado con su pueblo nos muestra que su paciencia es sorprendente. A pesar
de nuestras fallas, orgullo y tozudez siempre está dispuesto a perdonarnos y su
Espíritu siempre está listo para instruirnos. El darnos cuenta del grado del
perdón de Dios debe ayudarnos a perdonar a los que nos fallan, hasta
"setenta veces siete" si es necesario (Mat_18:21-22).
Cualquiera sea
la habilidad que tengamos para hacer algo en la senda del deber, tenemos que
servir y glorificar a Dios conforme a lo mejor. Cuando confesamos nuestros
pecados, bueno es que notemos las misericordias de Dios para sentirnos más
humillados y avergonzados. Los tratos del Señor demostraban su bondad y
paciencia, y la dureza de sus corazones. El testimonio de los profetas era el
testimonio del Espíritu en los profetas, que es el Espíritu de Cristo en ellos.
Ellos hablaron movidos por el Espíritu Santo y lo que dijeron debe recibirse en
forma consecuente. El resultado fue, maravillas por las misericordias del
Señor, y el sentimiento de que el pecado los había llevado a su estado actual,
del cual nada podría rescatarlos sino el inmerecido amor. ¿No es su conducta
una muestra de la naturaleza humana? Estudiemos la historia de nuestra patria y
la nuestra. Recordemos nuestras ventajas de la infancia y preguntemos, ¿cuáles
fueron nuestras primeras respuestas? Hagamos esto con frecuencia para mantener
la humildad, la gratitud y para que velemos. Todos deben recordar que el
orgullo y la obstinación son pecados que destruyen el alma. Pero, suele ser tan
difícil convencer al quebrantado de corazón que tenga esperanza, como antes
costó llevarlos a temer.
¿Es este tu caso? Mirad esta dulce promesa: ¡Dios
dispuesto a perdonar! En lugar de mantenernos alejados de Dios por el sentido
de la propia indignidad, vamos directamente al trono de la gracia para recibir
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Él es un Dios dispuesto
a perdonar.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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