Deuteronomio 18; 10
No sea
hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien
practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero,
La necesidad de
conocer la voluntad de Dios en ocasiones se sentía profundamente en tiempos antiguos, y
las naciones alrededor de Israel habían inventado varios procedimientos mágicos
para descubrirla. Estos incluían el examinar las entrañas de aves y animales
por medio de augurios, consulta de muertos y, aparentemente, aun el sacrificio
de niños. La magia podía usarse para tratar de alterar el curso de los eventos,
así como para simplemente obtener información.
Todas esas
prácticas son condenadas en este pasaje. Se les considera como abominaciones
juntamente con las prácticas religiosas cananeas en general. El uso de la magia
hace hincapié sobre la habilidad del “conocedor”, se entremete en áreas en las
cuales Dios ha establecido límites, y deja a la persona expuesta a la
influencia de poderes destructores. En contraste, dentro del pueblo de Dios es
suficiente conocer que Dios habla claramente. Esto lo ha hecho a través de su
palabra, y continuará haciéndolo en ocasiones especiales, por medio de sus
profetas.
Deteronomio
18: 14
Porque
esas naciones que vas a desalojar escuchan a los que practican hechicería y a
los adivinos, pero a ti el SEÑOR tu Dios no te lo ha permitido.
A pesar de este mandamiento explícito, los pueblos
de Canaán, especialmente los filisteos, eran una trampa y tropiezo constantes,
por causa de sus adivinaciones y prácticas supersticiosas.
¿Era
posible que un pueblo tan bendecido con las instituciones divinas siempre
estuviera en peligro de convertir en sus maestros a quienes Dios había hecho
sus cautivos? Corrían ese peligro; por tanto, después de muchas advertencias,
se les encarga no hacer según las abominaciones de las naciones de Canaán.
Quedan
aquí prohibidos todo reconocimiento de días de buena o mala suerte, todo
encantamiento para enfermedades, todos los amuletos o conjuros para evitar el
mal, echarse la suerte, etc. Todo esto es tan malo que es la causa principal
del desarraigo de los cananeos. Asombra pensar que haya falsarios de esta clase
en una tierra y en una época de luz como la que vivimos. Son simples impostores
que ciegan y engañan a sus seguidores.
¡Maranatha!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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