} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 3 Marzo: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.

sábado, 3 de marzo de 2018

3 Marzo: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



Mateo 25; 13
Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Las vírgenes insensatas habían cerrado la puerta en sus propias caras cuando decidieron que no valía la pena comprar aceite para sus lámparas. Los perdidos pueden culpar a todo el mundo menos a sí mismos por su condición, pero ¡ellos mismos y nadie más tienen la culpa!
A lo largo de la historia, algunos creyentes han tratado equivocadamente de determinar cuándo el Señor volverá, y la ignorancia de estos intentos necios a menudo les ha llevado a señalar, con una actitud presuntuosa, el tiempo de la venida de Jesús. Pero aquí, como también en Mat_24:36 y en Mar_13:32, Jesús declara explícitamente que nadie sino el Padre sabe el tiempo de su venida. Algunos han interpretado la expresión «el día ni la hora» como que podemos descubrir el mes o el año, pero ello es incorrecto. No podemos estar seguros de que la Segunda Venida ocurrirá en un año en particular o en una determinada década, y ni siquiera que Cristo volverá mientras vivimos aún.
Sin embargo, Jesús comenzó su oración con el mandamiento, «Velad». El desafío que nos hace es que constante y anhelosamente estemos esperándolo. Por lo tanto, nuestra responsabilidad es doble: Prepararnos para su venida, de modo que cuando llegue encuentre a una esposa «sin mancha y sin arruga» (Efe_5:27), y que actuemos hasta su regreso de tal manera que el reino de Dios se preserve y se extienda sobre la faz de la tierra (Luc_19:11-27). Estemos, pues, ocupados en los negocios del Padre, vivamos a la expectativa del retorno del Maestro, despojémonos de toda ociosa especulación y de la tendencia supersticiosa a estar fijando fechas sobre el tiempo en que él ha de venir nuevamente.(1Tes_4:15-18/Apo_22:20)
Una profesión externa puede alumbrar a un hombre en este mundo, pero las humedades del valle de sombra de muerte extinguirán su luz. Los que no se preocupan por vivir la vida, morirán de todos modos la muerte del justo. Pero los que serán salvos deben tener gracia propia; y los que tienen más gracia no tienen nada que ahorrar. El mejor necesita más de Cristo. Mientras la pobre alma alarmada se dirige, en el lecho de enfermo, al arrepentimiento y la oración con espantosa confusión, viene la muerte, viene el juicio, la obra es deshecha, y el pobre pecador es deshecho para siempre. Esto viene de haber tenido que comprar aceite cuando debíamos quemarlo, obtener gracia cuando teníamos que usarla. Los que, y únicamente ellos, irán al cielo del más allá, están siendo preparados para el cielo aquí. Lo súbito de la muerte y de la llegada de Cristo a nosotros entonces, no estorbará nuestra dicha si nos hemos preparado.
La puerta fue cerrada. Muchos procurarán ser recibidos en el cielo cuando sea demasiado tarde. La vana confianza de los hipócritas los llevará lejos en las expectativas de felicidad. La convocatoria inesperada de la muerte puede alarmar al cristiano pero, procediendo sin demora a cebar su lámpara, sus gracias suelen brillar más fuerte; mientras la conducta del simple profesante muestra que su lámpara se está apagando. Por tanto, velad, atended el asunto de vuestras almas. Estad todo el día en el temor del Señor.

Romanos 8; 9
Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.

En todos los cristianos mora el Espíritu Santo. El que no tenga el Espíritu Santo no es cristiano. Aunque Pablo dice que los cristianos viven según el Espíritu, también advierte que de tiempo en tiempo puede que anden «conforme a la carne».
Te has preguntado alguna vez si eres cristiano de verdad o no? Cristiano es todo el que tiene el Espíritu de Dios morando en El. Si tú has confiado sinceramente en Cristo como Salvador y lo has reconocido como Señor, el Espíritu Santo ha entrado a tu vida y ya es cristiano. Uno no sabe que ha recibido el Espíritu Santo porque haya sentido ciertas emociones, sino porque Jesús lo ha prometido. Cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, creemos que Jesús es el Hijo de Dios y que la vida eterna se obtiene a través de Él (1Jn_5:5); empezamos a actuar bajo la dirección de Cristo (Rom_8:5; Gal_5:22-23); encontramos ayuda en los problemas cotidianos y en la oración (Rom_8:26-27); podemos servir a Dios y hacer su voluntad (Hec_1:8; Rom_12:6ss); y somos parte del plan de Dios para la edificación de su Iglesia (Efe_4:12-13).

Apocalipsis 22; 20
El que testifica de estas cosas dice: Sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús.

Entre las últimas palabras de la Biblia está esta promesa del Señor Jesús, «Ciertamente vengo en breve». Esta bendita esperanza, la cual fue anunciada por los ángeles y declarada por los apóstoles, es reiterada con ternura por el Señor, al concluir el sagrado texto que contiene su Palabra. Es como si deseara decir: «Hay mucho en mi Palabra a que ustedes deben prestar atención, pero no dejen que esta esperanza sea opacada; yo regresaré pronto». En compañía de Juan, digamos nosotros también: «Sí, ven, Señor Jesús».(Mat_25:13/Gen_3:15)

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!


No hay comentarios:

Publicar un comentario