Salmo
32; 1
Salmo de
David. Masquil. ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada,
cuyo pecado es cubierto!
El
párrafo predica un doble mensaje: una advertencia a los que no reconocen su
necesidad de perdón, y un consuelo y base de confianza al que ha recibido el
perdón de Dios. Si la oración es suficiente para solucionar el
problema más serio de todos el pecado
que pudiera ser contado en contra nuestra ante Dios ¿no resolverá la oración
todos los problemas de la vida? Tal es el tema de este Salmo, presentado en
declaraciones alternadas y testimonio o apelación. Puede ser de la época del
adulterio de David con Betsabé. De ser así, muestran a David con la carga de una
conciencia culpable. “David respondió a Natán: 'He pecado contra el Señor'. Y
Natán dijo a David: 'El Señor también ha perdonado tu pecado'.” Este incidente
por lo menos ilustra lo que el Salmo afirma: la oración de confesión produce
perdón instantáneo.
Transgresión… pecado… iniquidad, respectivamente
“rebeliones” (burlarse a sabiendas de la voluntad de Dios que uno conoce),
“pecados” (asuntos específicos de malos pensamientos, palabras, acciones),
“iniquidad” (la distorsión moral interior de la naturaleza caída). Jehovah… en cuyo espíritu, el Señor
no tiene más cargos; el pecador no ha escondido nada.
El
apóstol Pablo utilizó estos versículos para describir la felicidad del ser
humano cuyos pecados son perdonados por la gracia de Dios, no por sus esfuerzos
por cumplir con las obras de la Ley (Rom_4:6-8).
Juan 20; 29
Jesús le dijo*: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los
que no vieron, y sin embargo creyeron.
Jesús
no alabó la fe de Tomás (Mat_8:10; Mat_15:28).
En pocos días principiaría una nueva etapa en la cual los discípulos de Jesús
no andarían por vista sino por fe (2Co_5:7).
Durante el ministerio personal de Jesús, "muchos creyeron en su nombre,
viendo las señales que hacía". Los discípulos de Cristo creyeron en El por
qué vieron la prueba (la evidencia) de su Deidad. "Bienaventurados
vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os
digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y
oír lo que oís, y no lo oyeron" (Mat_13:16-17).
También durante el ministerio de los apóstoles las señales eran necesarias para
confirmar la palabra (Mar_16:20; Hch_14:3; Heb_2:3-4),
pero ahora los que llegan a ser creyentes lo hacen por medio de oír la Palabra
de Dios (Rom_10:17; 1Pe_1:8, "a quien amáis
sin haberle visto"; Heb_11:1; Heb_11:27).
Algunas
personas piensan que creerían en Jesús si vieran un milagro o una señal
categórica. Pero Jesús dice que son dichosos los que creen sin ver. Tenemos
todas las pruebas que necesitamos en las palabras de la Biblia y en el
testimonio de los creyentes. Una aparición física no haría a Jesús más real de
lo que ahora es.
Hay una fe más
auténtica en la persona que insiste en estar segura, que en la que repite
rutinariamente cosas que no ha pensado nunca por sí y que es posible que no
crea de veras. Esa es la duda que a menudo acaba en certeza. Cuando una persona
alcanza la convicción de que Jesucristo es el Señor venciendo sus dudas llega a
una seguridad que no puede alcanzar la que acepta las cosas sin pensarlas.
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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