Efesios 5; 8
porque antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor;
andad como hijos de la luz
Estaban
en las tinieblas y las tinieblas estaban en ellos. Les faltó el conocimiento de
Dios (2Co_4:4) porque Satanás cegó su
entendimiento. Pero Cristo vino para vencer al autor de las tinieblas, y Pablo
fue comisionado para convertirles de las tinieblas a la luz de Cristo (Hch_26:18).
"Baste
ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles..." (1Pe_4:3). Ahora no somos tinieblas; por eso, tenemos
que dejar las prácticas de tinieblas. Antes "éramos por naturaleza (por la
práctica confirmada) hijos de ira", es decir, el castigo (la ira) era el
destino que correspondía a nuestra conducta como "hijos de
desobediencia" (personas desobedientes a Cristo). Pero ahora somos "hijos de
luz", personas de entendimiento y de obediencia. Donde hay cristianos hay luz. La persona que
obedece al evangelio de Jesús prende otra luz en el mundo de tinieblas.
Gálatas
5; 22-23
Mas
el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fidelidad,
mansedumbre, dominio
propio; contra tales cosas no hay ley.
"Andad
en (por) el Espíritu" y no haréis
las obras de la carne, sino que llevaréis este fruto (Jn_15:4;
Jn_15:8). Recuérdese que el andar o vivir por el Espíritu simplemente
significa vivir de acuerdo con el evangelio o la ley de Cristo.
Pablo no da aquí una lista de los dones
del Espíritu (hablar en lenguas, profetizar, sanar, etc.). Este fruto no es
llevado por poseer los dones del Espíritu Santo para obrar milagros, sino
porque mora el Espíritu en
nosotros (Rom_8:9); es decir, Él nos guía a
través de su palabra (Rom_8:14; Gál_5:16) y
participamos de las cosas del Espíritu (2Co_13:14).
El
fruto del Espíritu es la obra espontánea del Espíritu Santo en nosotros. El
Espíritu produce estos rasgos del carácter que se encuentran en la naturaleza
de Cristo. Ellos son el producto del control de Cristo, no podemos obtenerlo
por tratar de llevarlos sin su ayuda.
Si queremos que el fruto del Espíritu se desarrolle en nuestras vidas, debemos
unir nuestra vida a la de El (Jn_15:4-5);
debemos conocerlo, amarlo, recordarlo, imitarlo. El resultado será que
cumpliremos con el propósito proyectado de la ley: amar a Dios y al prójimo.
¿Cuál de estas cualidades deseas que el Espíritu produzca en tu vida?
¡Maranata!¡Ven
pronto mi Señor Jesús!
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